Ha quedado demostrado
que el nivel de calidad institucional del sector público es determinante del
aprovechamiento de las potencialidades socio-económicas de los países, de su dinámica,
de la capitalización de los conocimientos y de su adaptación a las realidades locales,
de la pertinencia conceptual y temporal del diseño e implementación de las políticas,
de su eficacia y de las posibilidades para que las mismas se plasmen en un mayor bienestar
para la población.
La institucionalidad se concibe aportando al fortalecimiento de la gobernabilidad
democrática en cuanto canalizadora de las demandas de la comunidad y, desde esa óptica,
se manifiesta a través de las características y madurez de los diversos elementos que
forman parte del funcionamiento del Estado: Las reglas de
juego culturales de los cuadros políticos y funcionarios, la ética subyacente en su
comportamiento, su idoneidad y los modos de ocupación (o coptación) del poder del
Estado.
La utilización de mecanismos
de planificación estratégica, de mejora de la calidad, de evaluación de la gestión y
de control interno.
El desarrollo sistemático de
capacidad institucional para plasmar en la realidad las actividades que se planifican.
En este contexto de ideas, se
aprecia como central poner el énfasis en los procesos de planeamiento estratégico y en
su correlato en planes plurianuales y programas operativos anuales, con sus metas,
responsables, recursos.
Así, se concibe que el planeamiento estratégico, para tener validez, para ser realmente
planeamiento estratégico, debe contener más que definiciones, debe contener procesos que
lo reflejen en la adopción de las decisiones cotidianas y en la ejecución de las
actividades sustantivas y de apoyo de la organización que lo lleve adelante. La
utilización de la gestión por objetivos se considera la herramienta idónea para ello.
La gestión por objetivos parte del concepto de que toda actividad pública amerita ser
tratada de manera similar a un proyecto de inversión pública. Por ende son de
aplicación los conceptos, definiciones y técnicas utilizadas en el diseño y ejecución
de proyectos.
Se identifican al menos tres componentes claves que están presentes en el modelo
conceptual a implementar y cuya definición básica surge del proceso de planeamiento
estratégico:
El del Eje
Integrador de la Gestión, a partir del cual se alinea el accionar de la
organización a las definiciones estratégicas y se articulan los diversos planos en los
que se manifiesta tal accionar. Incluye: la Visión; los Objetivos; las Actividades; las
Tareas.
El componente de las Asignaciones de:
Prioridades; Responsabilidades; Cronogramas; Recursos Humanos, Físicos y Financieros.
El de Detección y Solución de Déficit y
Desarrollo de Capacidad Institucional, que involucra, al menos: Reglas de Juego
Culturales y Jurídicas; Relaciones Interinstitucionales y con la Comunidad; Organización
y Procesos; Competencias del Personal; Política de Remuneraciones; Asignación de
Recursos.
La asignación de responsabilidades
para la ejecución de objetivos claramente definidos, plazos que cumplir en ello, haciendo
manifiesta la dotación de recursos con que se dispone, identificando déficit y
soluciones para salvarlos, implica una dinámica de funcionamiento que privilegia la
transparencia, el compromiso, la flexibilidad para responder a demandas crecientes y
cambiantes, el reconocimiento y valorización de las habilidades, conductas y actitudes de
los agentes públicos; en suma, la valorización del propósito de lograr mayores niveles
de eficacia y eficiencia en la satisfacción de las demandas de la comunidad; jerarquizar
el servicio público.
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