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¿Qué se puede hacer para mejorar la calidad de la salud en la Argentina?
Nota publicada en el BAE, el jueves 17 de mayo de 2001

Autor: Dr. Roberto Destéfano
Vicepresidente de la Comisión de Acc. Social del CPCECABA
Más allá de la estructura que caracterice al sistema sanitario con la reforma que se impulsa, su buen funcionamiento dependerá del profesionalismo en la administración de sus partes integrantes
Las noticias periodísticas reavivan constantemente las polémicas en torno al Sistema de Salud y las obras sociales. No puede ser de otra manera tratándose de una cuestión tan sensible. El público mira, escucha y se alarma porque, en definitiva, la salud de varios millones de personas entra en una danza de intereses que poco tiene que ver con lo que a la gente le preocupa: recibir servicios de calidad sin soportar costos excesivos.

La salud, en la República Argentina, no escapa de tener los problemas típicos de un país con una vida institucional plagada de marchas y contramarchas, contínuos cambios en su sistema político e indefinición sobre un modelo de país determinado, con la consiguiente falta de políticas de Estado a mediano y largo plazo. Consume, según la fuente, entre el 8 y el 9 % del PBI, aproximadamente 22.000/25.000 millones de pesos, y es el sector de mayor importancia en nuestra economía. Sin embargo, una inmensa mayoría de los habitantes de nuestro país tiene una percepción bastante desfavorable del Sistema de Salud y siente que hay profundas deficiencias e inequidades.


Segmentos

En la Argentina conviven varios subsistemas de salud. Dentro del sector público, se encuentra el hospitalario, financiado en su mayoría por los presupuestos estatales, y el PAMI, que obtiene sus recursos del 5 % de la masa salarial de los trabajadores activos y de las jubilaciones que cobran los beneficiarios. En el sector no estatal, ha crecido la medicina prepaga (en manos de empresas comerciales y, en menor medida, mutuales vinculadas con colectividades y consejos y/o colegios profesionales, tal es el caso del Sistema Médico Consejo? SIMECO?), que atiende a quienes pagan las cuotas por los servicios y, por otro lado, las obras sociales, que reciben aportes y contribuciones calculados sobre la nómina de salarios, y que son, básicamente, de trabajadores incluídos en convenios colectivos de trabajo o de personal jerarquizado. Las primeras de este tipo están en manos de dirigentes sindicales y las segundas tienen fuertes vinculaciones con las empresas de medicina prepaga y las cámaras empresariales. Más recientemente, se agregó una parte de los trabajadores autónomos: aquellos que contribuyen al Monotributo, incluyendo al personal del servicio doméstico, no contemplado en el respectivo estatuto.

Las obras sociales comparten un "mercado" hasta ahora prácticamente cautivo de 11,6 millones de beneficiarios; más de la mitad de ellas tienen menos de 25.000 beneficiarios y sólo 27 superan los 100.000 beneficiarios; 12 del total, aproximadamente 270, pueden ser consideradas "modelos", mientras que 23 están equilibradas y sin deudas. Además, 138 deben a prestadores 338 millones con probabilidades de repago; 36 deben 146 millones, con alguna posibilidad de cumplir con sus compromisos y 61 deben 424 millones, que no pueden pagar. Se estima que en el corto plazo tendrán que cerrar 50 obras sociales. Algunas deberán reconvertirse o fusionarse, o realizar consorcios para evitar la intervención y la liquidación.


Cambios a la vista

Esta reseña muestra la compleja situación que rodea a las obras sociales, lo que, sumado al impacto que producirá el nuevo marco regulatorio o "desregulatorio", ya sea por leyes o decretos, como consecuencia de los "superpoderes" aprobados por el Congreso Nacional, implica que los argentinos debemos saber cuanto antes qué hacer con nuestra salud.

Los cambios que se están produciendo impedirán volver a las situaciones anteriores. Los siguientes hechos agregan gravedad y urgencia al problema: Indices altísimos de desocupación y de evasión, reestructuración de la fuerza laboral, falta de financiación y crecimiento económico, malos servicios, demanda de mayor calidad, deficiente administración. También se debe señalar como un factor de importancia que en los últimos 100 años se ha extendido la vida humana, o, mejor dicho, se ha desplazado la circunstancia de la muerte a los confines de la potencialidad biológica, y este es uno de los impactos más asombrosos que en materia de previsión social deberá encarar nuestra sociedad.

Son fenómenos con efectos contundentes que no se corregirán concentrando los recursos en pocas empresas de gran poder económico con el argumento de obtener economías de escala, pero que, en verdad, puede esconder el interés por captar a quienes tienen mayores recursos y olvidar a los demás.

El gobierno busca que a estas obras sociales se les sumen las empresas de medicina prepaga y que todas ellas compitan entre sí. Incluso, hay recientes versiones que aseguran que hasta los jubilados y pensionados podrán elegir obra social, y el PAMI pagará por ello una cápita fija.

Las empresas de medicina prepaga afirman que no están dispuestas a ingresar al sistema de obras sociales porque se pueden ver obligados a tener que dar servicios que para ellas son costosos y recibir ingresos muy inferiores, con lo cual perderían rápidamente cualquier tipo de rentabilidad.

Las obras sociales, en cambio, temen perder a sus afiliados de más altos ingresos, que se verían tentados de pasarse a una empresa con un servicio de mayor precio, porque con sus ingresos no tendrían dificultades en soportarlo. Sin esos afiliados por ahora "solidarios", porque su mayor aporte se vuelca a cubrir los costos prestacionales de quienes ingresan menos, el riesgo de caer en déficit se acrecienta.


Calidad de management

Desde hace largo tiempo se sabe que la propiedad de las organizaciones no decide su éxito o fracaso. Es la calidad de su dirección, la eficiencia con que se desempeña y la aplicación de políticas serias lo que permite que algunas, sean públicas o privadas, crezcan y sean reconocidas. Es imaginable un futuro con obras sociales de las llamadas sindicales dando servicios buenos y a un bajo costo, y también empresas de medicina prepaga que reduzcan costos excesivos en áreas que poco tienen que ver con la prestación de servicios médicos.

Dicho con crudeza: El sistema dará un paso adelante si permite el crecimiento de quienes tienen su objetivo central en el afiliado o asociado. Quedarán en el pasado las obras sociales donde parte de los recursos podrían estar distrayéndose en temas políticos, y también las empresas de medicina prepaga que tan solo con cuotas altas busquen equilibrar gastos comerciales y administrativos desproporcionados.

En definitiva, si los esfuerzos de los "jugadores" se orientan a la eficiencia y a la calidad, el sistema mejorará. Si eso no sucede, el público –destinatario final de los servicios- habrá de vivir una nueva frustración. En ese terreno, las obras sociales se verán frente a nuevos desafíos sin disponer ante ellos de una gran experiencia, porque, a lo largo de los años, otros, fueron los retos que enfrentaron. En consecuencia, las obras sociales tendrán que potenciar sus fortalezas y tratar de reducir sus debilidades.

No quiero terminar este artículo sin referirme a una de las conclusiones alcanzadas, en la "Semana de la Comisión Nacional para el Consenso de las Políticas de Salud", luego de mi exposición referida al rol preponderante que deberán cumplir los profesionales en Ciencias Económicas en este sector, quizás propicio para el nacimiento de una nueva especialidad: debemos estar presentes en todo equipo de salud. Por lo tanto, correspondería profesionalizar el gerenciamiento, induciendo a una gestión eficiente y creando equipos multidisciplinarios, propender al equilibrio entre eficiencia y competencia con solidaridad y equidad, y también desplazar índices de mediciones cuantitativos por índices cualitativos

Fecha de publicación: 21/05/01

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