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La era del conocimiento en el inicio del Tercer Milenio
Nota publicada en el BAE, el jueves 8 de febrero de 2001

Autor: Dr.
Luis María Gabancho
Consejero Titular del CPCECABA
En esta nueva época es menester profundizar con seriedad en el papel y las características de la mente humana como fuente generadora de inteligencia
Una delicada metamorfosis se está llevando a cabo en el mundo de los negocios actual: mientras la era industrial va quedando atrás, la nueva era del conocimiento afronta retos inéditos. Dice una conocida metáfora que un león y una gacela despiertan cada amanecer en la sabana africana sabiendo que la comida de uno y la supervivencia del otro dependen exclusivamente de la rapidez de sus desplazamientos. Esta metáfora, muy conocida en el mundo de los negocios –al punto que la empresa 3M la ha adoptado como lema–, informa sobre una realidad incontrastable de este tiempo: la competitividad se ha agudizado y, a la vez, se ha tornado indispensable para la supervivencia y el desarrollo empresarial.

El mundo globalizado por el que hemos comenzado a transitar se halla en plena ebullición. Las alusiones son conocidas: mercados en constante cambio, clientes altamente exigentes y permanentemente insatisfechos, abastecedores reconvertidos en socios, tecnología arrolladora, dinero superabundante y, además, no podemos ignorarlo, fenómenos de exclusión y de concentración de la riqueza crecientemente intolerables.

La realidad es hoy más compleja y desafiante que nunca. Los indicios acerca del final de una era y el comienzo de otra muy diferente se han confirmado sin lugar a duda.

Especialistas tan destacados como Peter Drucker y Tom Peters no tienen reparos en decir que estamos recorriendo un nuevo tiempo y una nueva economía, en la cual los bits y los genes son los nuevos abanderados.

Comenzamos a recorrer, entonces, una nueva era, a la que en un principio se llamó “la era de la información” y más recientemente, “la era del conocimiento” –con un propósito más abarcativo, que preferimos–. El momento es oportuno, consecuentemente, para compartir algunas breves reflexiones sobre el tema.


En busca de una nueva metáfora

Dado que comenzamos hablando de metáforas, vale la pena recordar que la máquina ha sido la más emblemática de todas las metáforas de la era industrial, que está llegando a su fin. Máquinas son el avión, un tren de laminado, una fotocopiadora, el auto, el televisor y, por supuesto, la computadora. Las máquinas han sido, son y serán muy importantes en la vida de las personas, pero no pueden ser, obvio es destacarlo, los íconos de la era del conocimiento, habida cuenta de que la generación de valor crítico en la misma es obra del cerebro y no de las manos.

La nueva era requiere, por lo tanto, de una nueva metáfora y todo parece indicar, como enfatiza Sthepen Covey, que la nueva metáfora no puede ser otra que el propio ser humano. Naturalmente, ningún empresario, ni profesional, y mucho menos un hombre público, opone reparos a este enfoque. Más aún, todos sin exclusión apuntan a que ha llegado el momento de reconocer el valor de la naturaleza humana en la gestión organizacional.


Sin embargo, del dicho al hecho hay, en verdad, un largo trecho, y no cabe esperar en la práctica –así lo indica la experiencia– giros de ciento ochenta grados. En otras palabras, deberemos avanzar bastante en esta era del conocimiento hasta que el ser humano, además de aportar su saber, sea reconocido y sienta efectivamente tal reconocimiento por su habilidad distintiva.

La paradoja del conocimiento

Apenas hace un año, en vísperas del mítico 2000 –un año contradictorio por la preocupación que desató el efecto Y2K y el concurrente empecinamiento por celebrar anticipadamente el nuevo milenio–, el mundo virtual tocaba el cielo con las manos. Para entonces, las empresas punto-com alcanzaban valores patrimoniales siderales, que pocos meses más tarde se derrumbarían hasta tocar pisos por debajo del 20% del nivel de cotización alcanzado anteriormente.

Demás está decir que el fenómeno no se circunscribió al negocio de Internet en Estados Unidos, ya que su onda expansiva también conmovió a Latinoamérica e incluso al pequeño mercado argentino.


Pero el año 2000, justo es decirlo, también implicó una explosión en el mercado electrónico de la región, aun cuando, en opinión de los especialistas, el pequeño tamaño del mercado y el exceso de compañías harán que el afianzamiento recién tome forma más allá del 2001.

De algo podemos estar seguros, la mayor certidumbre que aporta la nueva economía es, precisamente, la incertidumbre y, dentro de este marco, nada parece mejor que el conocimiento para obtener una ventaja competitiva perdurable.

Sin embargo, habiendo ingresado ya en el nuevo milenio, la paradoja que nos toca afrontar reside en que son muy pocos los directores y dueños empresarios que conocen la verdadera naturaleza de una organización generadora de conocimiento –y, mucho menos, saben cómo gestionarla–.

John Chambers –el reconocido CEO de Cisco- es quizás el más expresivo ejemplo actual en la nueva gestión del conocimiento. Chambers ha establecido una estrategia comercial inédita: todo lo que vende y hace Cisco se concreta a través de la red. Cisco compró en pocos años más de 60 compañías y así acumuló y generó conocimiento sin cesar.


Hacia una nueva gestión

La gestión del conocimiento no está reservada, en modo alguno, a las empresas de Internet. Es un error grave pensarlo así. Su puesta en marcha es indispensable para todo tipo de organización, incluso para las organizaciones del tercer sector, y debe llegar, asimismo, a la misma Administración Pública.

El problema de su difusión e implantación, en la actualidad, no reside en una cuestión de creencia o de enfoque, sino, precisa e irónicamente, en la falta de conocimiento existente acerca de su significado y práctica. Tal desconocimiento no se circunscribe sólo a las organizaciones de los países no desarrollados pues, créase o no, también sucede en las empresas e incluso corporaciones de primera línea de los países más avanzados.

Conforme a nuestra experiencia reciente, las que siguen son algunas claves para vencer resistencias y comenzar a encarar una efectiva gestión del conocimiento:

El punto de inflexión debe ser siempre un adecuado entendimiento del proceso de transformación que se está llevando a cabo actualmente en la sociedad y en el mundo de los negocios. Ello significa darle la bienvenida a la era del conocimiento y admitir la existencia de un capital intelectual que está llamado a superar en importancia al capital físico.

En segundo lugar, es menester profundizar con seriedad en el papel y las características de la mente humana como fuente generadora de inteligencia (emocional, cognitiva, múltiple) y como centro de información y conocimiento.
Así, será factible abordar los procesos de aprendizaje, abriendo las puertas a la creatividad y a la innovación.

En tercer término, debe reflexionarse sobre la calidad del liderazgo, el tipo de poder y la naturaleza de la cultura organizacional. Para avanzar en la gestión del conocimiento se requiere un alineamiento de los tres factores y una visión compartida y fuertemente encaminada a la nueva dirección.

Por último, deben replantearse los enfoques de recursos humanos y las estrategias de tecnología de la información, asociándolos y organizándolos en un efectivo mapa del conocimiento organizacional.

Decía Napoleón que, dado que todo lo posible ya estaba hecho, había llegado el turno de lo imposible. La gestión del conocimiento es la tarea imposible que los empresarios y directores deben hacer posible cuanto antes. Un reto que no puede esperar y que pone a prueba la valía de las compañías y de quienes las dirigen

Fecha de publicación: 12/02/01

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