Sin cuestionar el
hecho de mantener el excedente primario del sector público en niveles elevados, ya hay
muchos expertos que lo dicen: el gran desafío de hoy, en materia económica, es
incrementar la inversión. Analizada la inversión interna, neta en sus componentes
básicos, se advierte que hay todavía un retraso en aspectos estructurales como la
energía y los transportes, y en equipos durables de producción. O sea, en aquellos
segmentos que aseguran un desarrollo sostenido.
La oferta de empleo, si bien ha permitido mejorar los salarios en blanco, no ha resuelto
aún el trabajo en negro, las tareas de muy baja calidad, y la desocupación lisa y llana.
La cuestión del empleo es clave hoy puesto que la innovación tecnológica prescinde de
mano de obra, pero en condiciones de subdesarrollo, ocurre algo más grave: se genera
desempleo estructural, un eufemismo para la indigencia y marginalidad.
Si un tercio de la población está condenada, no podemos hablar seriamente de
afianzamiento del sistema republicano ni de perfeccionamiento de la vida democrática.
Mucho menos de la calidad institucional, es decir, que las instituciones cumplan su
cometido y se perfeccionen continuamente.
Hablar de educación tiene sentido si se plantean políticas claras en materia de
inclusión social; de otro modo los sectores marginales seguirán excluidos de toda
igualación de oportunidades.
Estos temas son centrales. El sistema tributario es el medio para transferir recursos de
la producción y el intercambio al sector público para que éste, a su vez, garantice con
la calidad de su gasto el cumplimiento de funciones indelegables del Estado y la equidad
social, favoreciendo una mejor distribución del ingreso.Presión nominal y "real"
Si se calcula el porcentaje de sus ingresos que "en promedio" los contribuyentes
argentinos dedican al pago de impuestos se obtendrá una proporción del 25% sobre el
total. Estamos por debajo de los EE.UU. (28%), Uruguay (30,1%), y Brasil (30,2%). Pero si
se calcula la presión fiscal efectiva, según estudios privados, alcanza al 60%. La
enorme diferencia existente entre lo establecido legalmente y lo recaudado realmente mide
la evasión.
Cuanto peor sea esa desproporción, más inequitativa será la carga fiscal para quienes
cumplen.
Esto sólo ya justifica encarar la reforma impositiva. Hay que poner las cosas en su
lugar, premiando a quien cumple y sancionando a los evasores. Es preciso que el cálculo
de las alícuotas sea razonable y proporcional a la riqueza producida cada año.
Las tasas impositivas no se adecuan a su proporción justa porque se teme una baja en la
recaudación total, dada la pobre cultura tributaria argentina. Sin embargo, no hay otro
camino.
El eslogan del organismo recaudador nacional propone una nueva cultura tributaria, pero
ella debe iniciarse por el establecimiento de cargas fiscales razonables y cumplibles. Hay
experiencias en otros países donde una baja de impuestos, termina generando un aumento de
la recaudación final.
Impuestos distorsivos y
fomento a las Pymes
El 18% de los recursos fiscales provienen de las retenciones a las exportaciones y del
impuesto a los créditos y débitos bancarios. Es fácil advertir que ese es un freno al
proceso de inversión. La masa de recursos que se sustrae por esos mecanismos ineludibles,
condiciona que la inversión productiva alcance hoy el 25 % del PIB, un valor deseable
para no limitarse a reproducir el capital fijo existente.
Son también impuestos distorsivos la Ganancia Mínima Presunta y Bienes Personales, por
lo cual debería propiciarse su derogación. Hay que disminuir la tasa en Ganancias y
estudiar un régimen apto para aplicar según la decisión empresaria de distribuir
utilidades o capitalizarlas.
En la misma dirección debería aumentarse de 5 a 10 años el plazo para deducir
pérdidas, además de implementar un sistema generalizado de amortizaciones aceleradas. Y
urge considerar el ajuste por inflación. No se puede tapar el cielo con un harnero.
Si se considera a las pymes protagonistas del crecimiento económico y de la oferta de
empleo, deberían tener un tratamiento privilegiado. En esa dirección sería procedente
concederles una deducción automática de un holgado monto no imponible, eximiéndolas del
pago del impuesto a las Ganancias cuando reinviertan sus utilidades.
Asimismo hay que equiparar en Ganancias a los trabajadores en relación de dependencia y
los autónomos, con deducciones por cargas de familia y otras para que el impuesto no
termine gravando el trabajo individual.
IVA y Coparticipación
Federal
Es necesario encarar dos grandes temas: IVA y Coparticipación. En el primero, hay que
revisar las alícuotas y eliminar las exenciones, salvo salud y educación, discriminando
el IVA en todas las etapas para lograr evidenciar su magnitud.
La coparticipación debate postergado una y otra vez, es la expresión en las
finanzas públicas del pacto de unidad y desarrollo nacionales. Si el acuerdo se logra,
será una verdadera refundación de la República y los gobiernos provinciales podrán
eliminar o disminuir impuestos que afectan en cascada toda la cadena productiva.
Para concluir: el pacto de convivencia solidaria entre los argentinos tiene una expresión
concreta en el modelo recaudatorio y su correlato en el gasto del Estado, que debe tender
a eliminar la brecha de inequidad y favorecer el desarrollo económico en todas las
regiones. La batalla frontal contra la evasión, tan compleja y difícil como
imprescindible, o goza del consenso popular o fracasa de antemano. |