Impacto tecnológico en el mundo laboral y en las profesiones de la economía
La tecnología avanza constantemente a pasos firmes y genera un gran impacto en la sociedad. Está presente en todos los ámbitos en los que se mueve un ser humano. Nadie está ajeno a esta evolución y, por eso, hay que aprender a convivir y a adaptarse a los nuevos avances. A nivel laboral, el gran avance tecnológico nos obliga a cambiar la forma en que llevamos adelante nuestras actividades. La comunicación, por ejemplo, ha sido una de las grandes “afectadas”. Tal es así que hace algunos años era impensable para un periodista hacer una entrevista a través de un celular. No hace mucho tiempo, una entrevista se efectuaba personalmente y con un grabador de por medio e, incluso, todavía hace más tiempo, sólo con un cuaderno y una lapicera para tomar apuntes de las respuestas consideradas más importantes. Los métodos cambiaron pero el resultado sigue siendo el mismo. Al menos así lo demostró Alejandro Melamed, quien accedió a una entrevista que se terminó concretando por WhatsApp y dejó conceptos muy interesantes respecto del trabajo del futuro.
El impacto tecnológico en el mundo laboral
El impacto de la tecnología a nivel laboral es cada vez más alto y se va a ir incrementando. La labor humana va camino a ser sustituida, siempre que las tareas puedan ser reemplazables por dispositivos robotizados.
Hay dos motivos principales que deben ser considerados a la hora de evaluar si una tarea puede ser reemplazada. El primero es evaluar de qué manera los costos de las tareas de las personas son inferiores o superiores al sustituirlas por un dispositivo automatizado o por un robot. El segundo es analizar si el trabajo es rutinario, intelectual o manual. Los trabajos que tienen menos probabilidad de ser sustituidos son aquellos que son manuales e intelectuales no rutinarios. Por el contrario, los que son rutinarios tienen mayor probabilidad de ser sustituidos.
Los trabajos que tienen menos probabilidad de ser sustituidos son aquellos que son manuales e intelectuales no rutinarios.
Lo que hoy se está proyectando no es la desaparición de los trabajos, sino la de algunas tareas que se hacen en determinados empleos. Si nos remontamos en la historia, un claro ejemplo de la transformación de actividades fue el reemplazo de los caballos por automóviles como medio de transporte.
Los trabajos van cambiando a lo largo del tiempo; es por eso que en un futuro van a ser muy distintos de los que existen hoy en día. Gran parte de los trabajos que se realizan no son los mismos que se hacían hace 5 o 10 años y, con los cambios, nacen nuevas tareas. Ejemplo de ello es la creación de actividades como community manager, data science, user experience, entre otros. En un futuro se van a generar un montón de oportunidades laborales que hoy no somos capaces de imaginar.
La clave para entender este cambio de paradigma es considerar que el mundo del trabajo se va regenerando permanentemente. El oficio de barbero, por ejemplo, tuvo varias etapas a lo largo de la historia. Años atrás estaba en auge; luego, prácticamente, dejó de existir. Sin embargo, hace muy poco tiempo volvió a instaurarse en el mundo laboral. Esto implica que permanentemente hay que revisitar los modelos mentales y reconsiderar los distintos aspectos que hacen al mundo laboral. Por este motivo, la sociedad debe prepararse para ser más flexible, ágil y adaptable a las nuevas condiciones que se van generando.
El futuro de la profesión de las Ciencias Económicas
Los trabajos relacionados con las Ciencias Económicas no son ajenos al impacto tecnológico. Al igual que otras actividades, algunas tareas también se verán impactadas, especialmente aquellas que sean más rutinarias, más repetitivas, que tengan menor valor agregado y sean más potencialmente sustituibles por cualquier elemento automático.
Muchos de los que se desempeñan en las Ciencias Económicas consideran que lo que se estudió hace 10 o 40 años es replicable a la condición actual y lo será a futuro. Sin embargo, hay que repensar permanentemente cuál es la demanda actual (y futura), cuáles son las necesidades y cómo se pueden brindar soluciones de valor. No necesariamente las herramientas que se incorporaron son las soluciones para los problemas actuales. Hay que tener la capacidad de sustituir y de saber responder a las nuevas dificultades y a las situaciones novedosas.
El profesional en Ciencias Económicas debe prepararse, anticiparse y entender cuáles son las actividades de agregación de valor.
Tanto el trabajo de contador como el de economista, administrador o actuario no va a dejar de existir. Lo que va a “desaparecer” es la forma en la que hoy se trabaja, y muchas de las tareas que hoy se realizan serán reemplazadas por otras de mayor valor agregado.
Si bien no es posible saber qué labores serán sustituidas, los profesionales en Ciencias Económicas pueden construir, trabajar y prepararse para lo que se viene. Lo más importante para anticiparse a estos cambios es aprender a aprender, a incorporar ideas nuevas, a ser flexibles, ágiles, escuchar las tendencias, conectarse con otras profesiones y reinventarse permanentemente. También hay que aprender a desaprender, es decir, a quitar de la memoria rígida algunas habilidades o competencias que no agregan ningún valor.
Debido a que las funciones en el ámbito de trabajo van seguir evolucionando, hay que estar abiertos a la transformación (¡hay que abrazarla!) y encontrar el espacio para agregar valor a la sociedad y a las organizaciones. Este nuevo contexto laboral va a brindar oportunidades inimaginadas. Por eso hay que tener agilidad mental y el debido aprendizaje para poder adaptarse a estas situaciones.
Son varios los análisis que existen sobre el futuro de la profesión. Uno de ellos es el que realizó el Consejo Profesional de Estados Unidos para mostrar hacia dónde va la profesión y la posición que debe tomar el profesional en Ciencias Económicas ante los desafíos cambiantes. Algunos de los puntos que analiza giran en torno a qué estudiar, cómo prepararse para el futuro y los valores que debe tener el profesional. Esto último se mantiene constante y permanente a través del tiempo y no solamente no cambia, sino que se potencia a medida que va avanzando. En definitiva, no hay que descuidar ni la inteligencia tradicional (conocimientos), ni la emocional (la conexión con las personas), ni la moral (hacer lo que está bien y hace bien).
El profesional en Ciencias Económicas debe prepararse, aprender, anticiparse a los cambios, reflejar las nuevas realidades y entender cuáles son las actividades de agregación de valor (transformarse), ya que pasará de ser (en muchos casos) un procesador de información a ser un auténtico consultor estratégico que brinde una opinión concreta sobre temas que hacen al desarrollo y al crecimiento sustentable de los negocios.