“Ceroveinticinco” cuenta la receta para traer artistas internacionales y no morir en el intento
Sebastián Palacios y Facundo Pereyra

La amistad entre un melómano y un músico puede dar nacimiento a un gran emprendimiento. La música fue, como canta Enrique Bumbury, la “chispa adecuada” que dio nacimiento a “Ceroveinticinco”, una productora que trajo artistas de la talla de Herbie Hancock, Fantastic Negrito, Kenny Barron o Richard Bona, por mencionar solo un puñado.


Sebastián Palacios y Facundo Pereyra, los padres de la “criatura”, concedieron una entrevista a la revista Consejo Digital, donde analizaron, desde su perspectiva, el mundo de quienes traen músicos internacionales para el deleite de los argentinos, y dieron algunos detalles de su fascinante negocio.


Lo primero que compartieron fue el objetivo que se plantearon en el momento de llevar adelante su actividad. Al respecto, Pereyra explicó que “la idea de “Ceroveinticinco” es traer artistas en el momento de su explosión en el mundo y no cuando ya haya pasado la ola”; al tiempo que Palacios agregó: “Tiene algo de romántico esto de traer a los artistas en el momento”.


Claro que no se trata de las grandes bandas, como los Rolling Stones o Paul McCartney. Menos, de Justin Bieber. Hablamos de agrupaciones que son más bien de nicho, que tienen ritmos que se asocian al jazz o al World Music, y que no tienen tanta prensa como pueden tenerla esos “monstruos” del espectáculo.


Tal como contó Pereyra, el objetivo está en encontrar artistas que están explotando en Europa o en Estados Unidos y contratarlos para que el público argentino pueda conocerlos en el momento y crear una suerte de seguidores de la productora para que confíen en la calidad de los músicos que promocionan.


La tarea incluye, muchas veces, difundir mucho a los protagonistas, ya que es difícil que conozcan su historia, su música, sus características. “Intentamos educar a la gente desde un principio; nos costó un montón, pero me parece que ahora está bastante entendido”, especificó.


Para redondear la idea contó una anécdota que explica a la perfección cómo se eligen los artistas que intentan traer al país: “Anoche me encontré con un amigo y me dijo: ‘Estoy como loco con Hiatus Kaiyote; no los conocía, pero vi que los traen ustedes, empecé a investigarlos y ahora soy fan’”.


Pereyra: “No es solo decir ‘me gusta ese artista’, lo llamo y lo traigo. Son un montón de factores que hay que analizar”

Una “curaduría” de artistas

Esta filosofía es la que mantienen a la hora de elegir cuál va a ser el próximo show que van a producir. “Sería -explicó Palacios- una especie de curaduría particular. Nosotros no hacemos todo lo que nos viene a la mano. Nos llegan muchas ofertas, a las que les decimos que no aunque sean negocio.”


Queda claro que lo primero que debe suceder es que los músicos sean del agrado de Pereyra y Palacios. Para eso, la escucha de todo lo que llega a sus oídos (sea por curiosidad propia o por recomendación de alguna de las personas que fueron a sus shows) es fundamental. 


Luego, es necesario iniciar el “tanteo” de los músicos. En este aspecto, juegan varios factores, como la disponibilidad de fechas y el cachet de los artistas, la elección del lugar donde va a realizarse el espectáculo y el acompañamiento de productores de otros países de la región.


 “Nosotros tenemos un grupo de WhatsApp con productores de otros países, porque estos músicos no vienen solo a la Argentina. Si un grupo como Hiatus Kaiyote, formado por 8 músicos que viven en Australia, viene solo a nuestro país te tiene que cobrar muy caro. Por eso es importante prorratear los gastos entre todos los productores”, explicó Palacios.


En este sentido, Pereyra agregó: “No es solo decir ‘me gusta ese artista’, lo llamo y lo traigo. Tiene que estar en gira, tiene que estar cerca, lo tienen que comprar los demás (productores)… Son un montón de factores que hay que analizar para que todo se complete y, a veces, lleva mucho tiempo”.


No obstante, si bien tienen en claro una línea marcada a la hora de seleccionar a los artistas, ambos aclararon que no son inflexibles ante alguna alternativa tentadora. “De repente, si hay una oportunidad… no hay que olvidar que esto es una empresa y hay que hacer negocios”, aclaró Palacios.

 

El contacto con el artista

Una vez que deciden a qué artista van a convocar, comienza una tarea azarosa que puede incluir el contacto directo con el músico o hablar con el manager o con las agencias de talentos, que son las que se encargan de vender a las agrupaciones en la región. Todo ello se produce en un plazo de tiempo incierto.


Lo más común (y formal, según aportan Pereyra y Palacios) es comenzar por las agencias. En caso de que los artistas no trabajen con una agencia, el primer contacto se hace con el manager. No obstante, puede suceder que exista afinidad con el músico y el comienzo sea directamente por ese lado.


Ese fue el caso de “Fantastic Negrito”, cuyo primer contacto fue a través de las redes sociales. Palacios contó que, estando en Edimburgo, compró su último disco y vio que en el Instagram del artista anunciaban que al día siguiente saldría a la venta su último álbum.


Ahí fue cuando decidió mandarle un mensaje por ese medio, avisándole que en Europa ya estaba en las disquerías. Para su sorpresa, “Fantastic Negrito” le contestó. Así que no perdió la oportunidad para hablarle de “Ceroveinticinco” con el objeto de traerlo a la Argentina. Le envió luego un mail, pero no avanzó.


No obstante, Palacios no se dio por vencido y detectó que uno de los músicos que lo acompaña es chileno. “Lo busqué en Instagram y comencé a hablar con él, que finalmente me contactó con el manager, quien, por una formalidad, terminó derivándome a la agencia”, sostuvo, y añadió: “Todo vale”.


Palacios: “Para nosotros, el capital más importante es la relación con el artista”

Cuidar cada detalle, la clave del éxito

La elección del recinto donde se llevará a cabo el show no es un detalle menor. Por eso, “Ceroveinticinco” efectúa un análisis (sobre la base del artista que traerán o el pedido que este pueda hacer en el momento de la concreción del espectáculo) para saber qué lugar será el indicado.


Por lo general, todo lo que es jazz lo direcciona al Teatro Coliseo, con el que trabaja hace 4 años en la producción del ciclo Jazz Nights, que trajo en este período a artistas de renombre como Manu Katché, Branford Marsalis, Kenny Barron, Ron Carter y John Scofield, entre otros.


No obstante, la elección depende también de la decisión de las agencias (que conocen las plazas de cada recinto) o de los artistas, que a veces buscan brindar un espectáculo determinado y donde, por ejemplo, es mejor tener público parado. “Ellos eligen. Con Jacob Collier nosotros propusimos el Coliseo, pero ellos optaron por el Vorterix”, ejemplificó Palacios.


En esta línea, Pereyra aportó un dato clave: “Es una cuestión de ecuación. El cachet del artista está acorde con la capacidad del lugar, el precio de la entrada… Siempre te preguntan sobre esos temas y hacen un cálculo simple para determinar el margen de ganancia que vamos a tener para establecer el valor que van pedir para tocar”.


El momento para traer a los artistas también es un factor importante. Así lo explicó Palacios: “Los períodos muertos en los países de la región son diferentes. Por ejemplo, en Brasil, marzo no va, porque está en carnaval; en Chile, febrero no va, porque es como enero acá y, obviamente, enero acá no va”.


Otro de los aspectos está relacionado con la experiencia que los músicos tengan con la Ciudad. Por eso, siempre se planifican bien los viajes, los hoteles e, incluso, las salidas gastronómicas, para que se sientan a gusto. “A nosotros eso nos interesa mucho”, indicó Pereyra, y Palacios completó: “Para nosotros, el capital más importante es la relación con el artista”.


Tan detallistas son que hasta tienen presente el regalo de despedida. ¿Un vino? ¿Un dulce de leche? No. Se trata de un dulce de batata. “Uno de los músicos de Billy Cobhan pidió un postre tradicional y le sugerimos ‘queso y dulce’; se volvió loco y le contó a todo el mundo. Así quedó como regalo el dulce”, explicó Palacios.


Pese al esfuerzo que hacen para que todo salga a la perfección, cuidando cada uno de los detalles que entran en juego cada vez que se embarcan en un nuevo proyecto, no todo es color de rosa y, como dijo Pereyra, “trabajando bien podés achicar los márgenes de error un montón, pero seguís sujeto a imprevistos”.


Transmitir la esencia de “Ceroveinticinco” al grupo que trabaja con ellos y pagar a los proveedores en tiempo y forma son cuestiones que tienen siempre presente para lograr que el show (y todo lo que lo rodea) salga como ellos soñaron y con los menores contratiempos posibles.


Traer un artista internacional no es una tarea sencilla y las variables que existen son muchas. No obstante, trabajar con la pasión con la que lo hacen Palacios y Pereyra solo puede dar un resultado: que los espectadores se retiren del espectáculo con la satisfacción de ver a su artista preferido.