Enfrentaremos una nueva globalización
Este año, nuestro país y, además, todos los países se caracterizarán por el retroceso económico. Por eso son muchas las naciones que están encarando programas públicos orientados a recuperar sus niveles productivos y de empleo.
Es una oportunidad para implementar en nuestro país iniciativas de inversión que apunten no solo a superar la recesión, sino también a un nuevo escenario energético. Esta pandemia está enfrentando a la humanidad con dos grandes crisis: la amenaza a las vidas humanas y también a la actividad productiva y al empleo.
Los gobiernos deben afrontar estos desafíos, a los que hay que añadirles la necesidad de reducir las emisiones contaminantes, responsables de los crecientes daños causados por el cambio climático. Por primera vez en las últimas décadas, enfrentamos una recesión mundial provocada por una pandemia que tiene un gran costo en términos de vidas humanas, y que además provoca disminución de los empleos y aumento de la pobreza.
Millones de personas están confinadas en sus hogares sin poder atender presencialmente sus tareas laborales. Asimismo, también son millones quienes que están viendo disminuir aceleradamente sus ingresos laborales.
La Organización Mundial de Comercio estima que el comercio mundial podría reducirse entre un 13 y un 32 por ciento.
Esta pandemia impactó en la región en un momento de debilidad de su economía y de vulnerabilidad macroeconómica. En el decenio posterior a la crisis financiera mundial (2010-2019), la tasa de crecimiento del PBI regional disminuyó del 6 % al 0,2 por ciento. Más aún, el período 2014-2019, según la CEPAL, fue el de menor crecimiento desde la década de 1950.
Este año, la estimación indica una caída del PBI regional del 5,3 %, y para la Argentina se estima una caída del 6,5 por ciento. El FMI también proyecta una caída del PBI regional, que llegaría este año al 6,8 %, y que, en los países industrializados, sería del 7,7 por ciento. Se estima que el desempleo en los Estados Unidos llegue ahora a superar el nivel máximo registrado en 1933 durante la Gran Recesión.
Esta pandemia está también afectando los intercambios comerciales entre las naciones. Por esta razón, la OMC (Organización Mundial de Comercio) informa que este año se caracterizará por una importante reducción de las exportaciones; estima que el comercio mundial podría reducirse entre un 13 y un 32 %, magnitudes que serían las más elevadas desde la Segunda Guerra Mundial y aun mayores que la caída registrada durante la última crisis mundial en la primera década de este siglo.
Esta recesión global provocada por el coronavirus está causando una reducción en la contaminación del aire y las emisiones. El BID informa que, en Buenos Aires, Lima y Santiago de Chile, la contaminación del aire se ha desplomado debido a la reducción del tráfico. Es previsible que la reducción de la contaminación, provocada por la recesión económica global generada por esta pandemia, sea transitoria si no se implementan nuevas políticas energéticas que apunten a abatir las emisiones de CO2.
Las emisiones contaminantes se están acumulando alrededor de nuestra Tierra, y lamentablemente aún no existen tecnologías viables para eliminarlas; por eso, todo indica que permanecerán mucho tiempo. No obstante, el mundo ya tiene la tecnología y los recursos para disminuir las nuevas emisiones. Esperemos que este COVID-19 nos permita visualizar un mundo más sostenible y amigable con el ambiente.
Esta recesión global provocada por el coronavirus está causando una reducción en la contaminación del aire y las emisiones.
Según la Agencia Internacional de Energía es posible la adopción de nuevas tecnologías que no sean contaminantes. En muchos sectores productivos deberíamos asegurar que, cuando recuperemos los niveles productivos y de empleo, no dejaremos de lado la necesidad de comenzar a dirigirnos hacia una nueva economía que tenga por objetivo global preservar el medio ambiente en el Planeta, que está siendo amenazado no solo por esta pandemia del coronavirus, sino también por las emisiones contaminantes.
Recuperar los niveles productivos perdidos por la recesión y, a la vez, los empleos perdidos exigirá medidas macroeconómicas, tanto fiscales como monetarias, que apunten a estos objetivos. Estas medidas deberían incluir un tratamiento especial orientado a la expansión de las actividades que contribuyan a reducir las mencionadas emisiones; destaquemos las nuevas tecnologías industriales con menos consumo energético, la expansión de las energías limpias (solar, eólica e hidroeléctrica), la modernización de la industria automotriz y del transporte público urbano e interurbano, la expansión del ferrocarril de cargas para reducir las emisiones, y la construcción de edificios con nuevas normas regulatorias capaces de apuntar a la reducción del consumo energético.
El fortalecimiento de la eficiencia energética es crucial para mejorar la competitividad de nuestra producción en el difícil mundo globalizado, con una reducción de costos y también una reducción en las emisiones contaminantes. Es posible aumentar la producción de bienes y servicios sin dañar nuestro medio ambiente.