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Cultura - Resultados Concursos 2006

Literatura - Cuento matriculados - 1º Premio (compartido)
Jefe,…yo le aviso cuando llegamos...
Por el Dr. Amigo, Rubén Oscar
Allá por 1977, cuando todavía muchos de los ómnibus de larga distancia partían de las inmediaciones de la Plaza Once, tuvimos con Frate, mi amigo y colega, que viajar a Resistencia a dictar un curso de postgrado sobre comercio exterior en la Universidad Nacional del Nordeste. Llegamos al gran garaje de la calle Catamarca casi la avenida Rivadavia un rato antes de las 12, hora de partida del servicio a Resistencia, con parada en todas las localidades intermedias más o menos importantes, sin contar las imprevistas por desperfectos o razones varias.

Cuando subimos al ómnibus, Frate le preguntó al conductor a qué hora aproximada llegaríamos a Resistencia,
...”ahhh....no, ese es otro precio..., primero tenemos que arribar, luego veremos la hora, depende de la mecánica, del clima, de los ríos, de los puentes, de la suerte”..¿.Pero más o menos a qué hora? “Y, por horario, calcule 18 horas,...pero no le aseguro nada”...Macanudo, ahora me quedo tranquilo, contestó Frate y se dirigió sonriendo a nuestro asiento, donde yo estaba ubicado del lado de la ventanilla.

Al rato partió el ómnibus y nosotros nos refugiamos en la pila de diarios, revistas y libros que habíamos acopiado para enfrentar ese viaje que veíamos casi interminable. En eso estábamos cuando escuchamos que un muchacho ubicado delante de nosotros, le decía con una voz bastante baja a su acompañante
....”estos son unos verdaderos chorros, Sargento, no unos perejiles como yo”......,el aludido tratando de pasar inadvertido lo interrumpió con una voz todavía más baja y le dijo ....”callate la boca Negro, que no quiero que la gente se avive de quienes somos.....,pero Sargento, si solo estoy comentado las policiales de la Crónica, ¿qué problema hay?...,callate te digo..., Sargento si el preso soy yo ¿qué le preocupa?...,o la acabás o se te va a armar cuando lleguemos a Resistencia, ¿entendés o no?”...

Parece que el denominado
“Negro” la entendió ya que siguió leyendo el diario calladito la boca, pero nosotros nos miramos desconcertados a la par que yo observé disimuladamente por encima del apoya cabezas, tratando de poder aclarar los interrogantes que con Frate nos estábamos haciendo.

El
“Negro”, efectivamente, estaba sentado delante de mí y leía el diario Crónica, sosteniéndolo con su mano derecha y, en parte, con la izquierda, pero cuando comenzó a dar vuelta la página me dí cuenta que la mano izquierda se movía simultáneamente con la mano derecha del “Sargento” y como consecuencia de ello se resbaló un pulóver que estaba apoyado sobre ambos brazos y ví claramente que esas dos manos estaban esposadas. De inmediato el “Sargento” con su mano izquierda acomodó el pulover de modo que no se vieran las esposas y le dijo imperativamente al “Negro...quedate quieto, no jodas y acabala, no te muevas más..., pero Sargento....., pero nada, terminala, sino te vas a acordar toda la vida de la tunda que te voy a dar en Resistencia. BASTA” Y por un rato fue así y todo se tranquilizó.

Con Frate nos pusimos a cuchichear: viste ¡es un preso! Y el otro un policía. ¿Qué hacen acá? ¡Y lo tiene esposado! Luego de un rato proseguimos con nuestas lecturas.


“Ehhh..., Sargento, ¿duerme? No jodas, que querés. Decirle que esto es injusto. ¿Qué cosa? Que yo por unos papeles de unos autos vaya preso y esos tipos del diario que se afanaron un banco y bajaron un cana estén sueltos..., callate la boca y tené un poco de respeto por un camarada caído en el cumplimiento del deber...., sargento no me joda con discursitos....., callate la boca o......, si ya se, me voy a ligar una tunda de aquéllas, pero le repito que esto es injusto.

Todo el pasaje se fue adormilando y así llegamos a San Pedro, primera parada formal del viaje, además de todas las detenciones extras que no contamos.
“Cinco minutos y seguimos”, dijo el chofer auxiliar.

“Sargento quiero ir al baño...., la gran puta, nunca no te vas a dejar de joder...., ¿y qué quiere que le haga?....¿qué mee acá?..., vamos”. Y fueron. Se levantaron los dos y cubiertos los brazos esposados por el pulóver según lo ya contado, se dirigieron muy juntitos hacia el parador.

Frata me dijo ¿cómo harán? No se. ¿Lo soltará? No creo. Entonces lo debe ayudar, me dijo riéndose, seguro que se la tiene. Y, a lo mejor le gusta. ¿A quién? No se, quizá a los dos y terminan siendo novios. No me parece, no los veo con ese estilo me aclaró Frate.


Al igual que otros pasajeros volvieron y continuó el viaje.


“Negro, mirá que sos boludo, ehh........, Sargento el que jode ahora es Ud. déjeme dormir....,te la aguantás, ahora quiero hablar yo, mirá que sos boludo, ehh....., ¿por qué?, ¿cuántas veces te agarraron ya?...., varias...,.y ¿siempre por lo mismo?...., sí, por andar con papeles truchos de autos truchos....., truchos no, robados,...., bueno, es una forma de decir. Pero le aclaro que no me agarran por boludo, sino por perejil...., ¿cómo?...., sí por perejil, porque no vendo a mis compañeros, porque no bato a nadie y porque me la aguanto cuando me toca......, pero te toca a menudo...., por eso le decía que esto es injusto, yo nunca lastimé a nadie, nunca ando armado, más bien trabajo de cartero...., llevo papeles, traigo papeles, hago trámites, registro autos...., sí claro, pero autos robados..., es un detalle Sargento”.


Atardecía cuando llegamos a Santa Fe,
“paramos cuarenta minutos” dijo uno de los choferes, bajamos todos los pasajeros y después de pasar por el baño, varios fuímos al bar a comer algo para aguantar la noche y, dejándonos llevar por nuestro lado detectivesco o más bien chismoso, como pensaba Frate, nos acercamos a nuestros vecinos de viaje quienes estaban ya ubicados.

Ché, ¿estos no fueron al baño? No sé, no los ví, le contesté a mi amigo. Claro, bajaron en San Pedro. ¿Y? Y, decía nomás, seguro que irán antes de subir al colectivo. ¿Y? Que se me está ocurriendo una quijotada. ¿Cuál? ¿Y si lo ayudamos a escapar al pobre tipo? Frate, estás loco, vamos a ser dos presos más. Me da pena, no parece un criminal. Mirá no lo se, pero si se que es un perejil que lo agarran siempre. Proseguimos un rato hablando de estupideces parecidas, motivadas por el aburrimiento, el calor y la monotonía de un viaje agotador.


Mirá vos que soy un buen amigo, murmuró Frate. Ya lo se, pero ¿a que viene eso? Estamos haciendo este viaje estúpido cuando en avión llegaríamos en dos horas y ni nos despeinaríamos. Bueno, con la cantidad de pelo que tenemos, tampoco nos despeinamos viajando de esta forma, dije sonriendo. Pero no tenés necesidad de echarme en cara que le tengo fobia a los aviones. No te echo nada en cara, digo nomás.


También tenés que tener en cuenta que estamos viviendo una aventura...¿qué aventura? más bien parece una telenovela barata. Bueno así parece hasta ahora, pero vos querés convertirla en una aventura ¿o no? No lo compliqués, solo se me ocurrió ayudar al pobre tipo.


..”Sargento ¿de qué equipo es Ud.? De Boca, ¿por qué? Por nada, yo soy de Racing, de la Acadé”.

Al escuchar esto último le dije a Frate, ché el tipo ese me cae mucho mejor porque es de Racing. Eso no es ninguna garantía, ¡hay cada hincha de Racing! Neustadt, por ejemplo. (Hoy Frate agregaría seguramente a Galtieri, a Lalín -aunque ese parece que es de Independiente-). Pero Frate, han sido o son hinchas de Racing, Gardel, Perón, Sergio Renán, el Gordo Porcel, Rubén Juárez....., acabala que soy hincha de Chacarita y no me interesa mucho el fútbol. Claro, porque pierden siempre y lo único importante que tienen es la barra brava (en la actualidad agregaríamos a ese “Prócer” de la Argentina menemista, a Luis Barrionuevo, dirigente perpetuo de Chaca, aunque es hincha de Independiente).


Basta ché, tratemos de escuchar qué hablan esos dos. Frate sos un buen colega y, además, periodista especializado, pero también bastante chismoso. Esto no es un chisme sino solidaridad. ¿Solidaridad? Con un delincuente confeso y para colmo reincidente. Escuchemos. Escuchamos.


...”Sargento, ¿tiene familia? Sí, estoy casado y tengo dos hijos adolescentes, machitos para más datos. ¿Y vos? Bueno, estoy juntado y tengo una nena de 4 años y un nene de dos. ¿No te da calor, no te da vergüenza lo que hacés? Más o menos, me gustaría tener un buen laburo, una linda casa, un auto mío....Así no vas a ser ni a tener nada y el día menos pensado vas a aparecer fumigado con cuatro tiros en la testa, por haberte quedado con un vuelto o algo más grosso todavía. Puede ser, pero nunca le hice sangre a nadie, ni a la taquería, ni a los cumpas, ni a la gilada. ¡Taquería, qué antigüedad!. No se preocupe que estoy actualizado, nunca sangré á un rati o a la yuta, ¿está bién?, ehhh... Si, bárbaro, pero decime una cosa Negro, ¿pensás seguir toda la vida con esa boludez de los papeles de los autos robados? ¿Qué quiere que haga?.........Ahhh, no me contesta, no puede contestarme.¿Tenés estudios? Apenitas terminé la primaria. ¿Sabés hacer bien algo en especial? En la calle se hacer casi todo bien, aunque ahora la voy de más tranquilo.¿Cómo? Sí, no tengo que correr como un loco, no tengo que escaparme en una moto, nunca ando calzado, no tengo que fichar a nadie, casi soy un oficinista, jé. ¡Oficinista! Te rompería el culo a patadas, sos joven, estás sano, no sos idiota, podrías laburar y andás haciendo boluduces por poca guita. En eso tiene razón Sargento, con esto se pucherea y nada más. Pero ya que estamos ¿Ud. por qué se hizo tira?, bueno... como dirian Uds,. personal subalterno de la mejor del mundo. No jodas y no me faltés el respeto, que corto todo. Ves que no se te puede dar la mano que me afanás el brazo. Bueno zumbo no se chive, que no hay problema. ¿Por qué se metió a cana? Y..., no conseguía trabajo, me daban un sueldo pasable, uniforme, obra social, la posibilidad de vivienda, capacitación.... Basta Sargento, que parece un aviso de esos:...¡joven argentino si tiene más de 18 años! já, já, já. Basta que me emociona. Sargento, ¿se da cuenta? Que nos parecemos mucho, que hay más cosas que nos unen que las que nos separan?”

Los dos se quedaron callados por un largo rato, quizá pensando, quizá no queriendo pensar...


Después subimos al ómnibus y tratamos de leer un poco nuestros papeles
....”Sargento ¿por qué no me suelta la esposa? ehhhh...Dele, así los dos nos acomodamos mejor, porque así parecemos una parejita en el living controlados por la tía, dele, ehhhh. ¿Estás boludo? Cómo te voy a soltar. No joda Sargento, ¿adonde voy a ir?, Ud. anda calzado, yo más limpio que Adán. No vamos a parar por varias horas, yo le digo la posta porque este camino ya lo hice otras dos veces. Dele..., ehhh”.

El Sargento se quedó callado y al rato le dijo:
“te voy a soltar hasta la próxima parada, pero si acá hacés algo raro no te voy a tirar, porque está lleno de gente, lo que si te voy a romper la cabeza y te van a saltar hasta los dientes que te faltan, ¿entendiste? Sí, pero déjeme decirle que Ud. tan mal tipo no es, solo lo parece por esa cara de cana que tiene. Acabala y quedate quieto y que no se te ocurra moverte o querer levantarte. Muy lejos no voy a ir, ni puedo pasar por arriba de Ud.”

Frate en voz muy baja me dijo al oído: cuando bajemos en Reconquista, esa es la oportunidad. ¿Estás loco? Vamos a terminar presos o con un tiro en la cabeza. No seas tonto gordito, es muy sencillo, cuando el cana se distraiga nos tropezamos y lo empujamos y el Negro raja en la oscuridad de la noche y que luego le larguen los galgos. Frate me parece que viste demasiadas películas yanquis, pero no me hagas decir estupideces, olvidate del tema y dejame leer.


Proseguimos el viaje sin ninguna otra novedad, casi todo el pasaje dormitaba, alguno que otro como yo leía con las luces individuales. Nuestros vecinos de adelante parecían descansar al igual que Frate.


En Reconquista entramos alrededor de la media noche y en voz baja los choferes nos dieron a quienes estábamos despiertos veinte minutos para bajar. En ese momento se despertó el Sargento y de inmediato le puso la esposa al Negro, quien comenzó a protestar.
“¡Callate la boca! que vamos a bajar e ir al baño y además tengo sed,” dijo con voz firme pero tratando de no gritar el Sargento.

Frate terminó de despertarse , se levantó y me hizo una seña para que bajáramos.


En el parador me comentó: vamos a ver como andan las cosas, deben haber ido al baño, por aquí no están. Basta Frate, estoy podrido de esta novelita barata, me voy a tomar un porroncito y me voy a dormir hasta Resistencia. Apenas pude fui al baño, que era un cuartucho inmundo con una letrina, en la que se entraba de a uno, salvo como dijo Frate el caso de nuestros vecinos que entraron los dos y cerraron la puerta, pero deben haber quedado muy apretaditos, jé, jé, seguía con la broma mi amigo. ¿Cómo se arreglaron? ¿Uno se la tenía al otro y viceversa? Humm... Me parece que estos van a terminar más que amigos. Lo dejé cavilando esas profundidades filosóficas, subí al colectivo, me senté contra la ventanilla como siempre y me dispuse a dormir.


Al rato, ya en viaje hacia Resistencia, nos dimos cuenta que los dos de adelante hablaban en voz muy baja, casi cuchicheando,
“Sargento, ¿se da cuenta que lo nuestro es una guerra de pobres contra pobres?. Que los dos, cada uno en lo nuestro somos unos perejiles, yo en unos meses vuelvo a salir y veré que hago y Ud. más que de Sargento no va a subir y se quedará esperando la jubilación. ¡Qué futuro nos espera! ¡Callate la boca y acabala, quiero dormir! Suélteme la esposa. No te suelto nada, porque ya la próxima parada es Resistencia. Sargento....Nada y basta o cuando estemos en la cárcel, te vas a acordar toda la vida de mí....

Sargento, escúcheme, nos tenemos que bajar antes de la terminal de Resistencia. ¿Por qué? ¿Qué estás pensando? ¿Escaparte? Desarmado y esposado, difícil, ehhh.... Sargento. Nos tenemos que bajar antes, porque la cárcel queda a la entrada de la ciudad y a más de treinta cuadras de la terminal. ¿Y qué? A esa hora no hay colectivos, y casi seguro que tampoco taxis, además Ud. no lo va a pagar y yo no tengo un guita. Me imagino que no vamos a caminar tres o cuatro kilómetros a la madrugada, después de estar aquí apretujados más de 18 horas, ehh... Mirá los aires que te das, que estás apretujado, que no querés caminar, palos te voy a dar, ya vas a ver.


Sargento, la ruta pasa a cien metros de la cárcel y el chofer puede parar en la esquina y nos vamos caminando, le bato la posta, porque así hice las otras veces. Es una zona segura para Ud. porque está toda iluminada y llena de focos y además los “penitentes” andan dando vueltas a la manzana.”


Frata me dijo en ese momento que los “penitentes” deben ser los policías penintenciarios. De mal humor le contesté, Frate no lo sabía pero me dí cuenta. ¡Qué rápido que estás! me respondió.


Mientras tanto, los dos vecinos se habían callado, pero era un silencio momentáneo.
“Sargento, ehhh, Sargento... ¡La gran puta! ¿Qué querés? No pude dormir un minuto. Yo tampoco y no le digo nada. Pero el que está en cana sos vos. Sí, ¿pero no se da cuenta que Ud. está casi en mi misma situación? Claro, pero yo me vuelvo a Buenos Aires y vos te quedás en la gayola. ¿Qué querías?

Que si Ud. desconfía, le pregunte al chofer, él le va a confirmar lo que yo digo. Acabala y dejame dormir las dos o tres horas que quedan. Sargento, no se da cuenta que los dos hemos hecho un viaje de mierda, ehhh.... Sea sincero. ¡Basta! Está bien, la acabo, pero quédese tranquilo, yo le voy a avisar cuando estemos por llegar”....


Dormitamos un rato y luego comenzamos a ver a nuestra derecha los primeros indicios del amanecer (era verano) y ya pasadas las 5 se filtraban entre las nubes unos tímidos rayos del sol, nuestros obligados compañeros de viaje dormían pero media hora después, el Negro se despertó sobresaltado y le dijo al Sargento:
“ehhh... zumbo, ehhh.... zumbo, vamos que estamos llegando, yo le dije que le iba a avisar, faltan 10 cuadras más o menos”.

Entonces, comenzó con su mano libre a juntar su campera, un bolsito y un diario ajeno, moviéndose activamente. El Sargento, por su parte, terminó de despertarse y le dijo:
“callate la boca que vamos hasta la Terminal”...En ese momento, Frate se asomó entre los dos asientos y le dijo al Sargento que lo disculpara por haber escuchado alguna de las conversaciones y por entrometerse, pero quería decirle que el Negro tenía razón respecto de la distancia a la Terminal y que la ruta efectivamente pasaba a cien metros de la cárcel.

De allí en más todo resultó sorpresivo y casi surrealista, un pasajero muy cercano le dijo al Sargento que si no tenía inconveniente él le iba a sugerir al chofer que se desviara cien metros y los dejara en la puerta de la cárcel. El Sargento no sabía que contestar. Otro pasajero directamente se acercó al chofer y le comentó lo que sucedía, a lo que el conductor le dijo que no tenía ningún problema en dejarlos en la puerta y luego proseguir el camino normalmente.


El Sargento no llegó ni a contestar, porque el Negro casi gritando le dijo al chofer:
..”.ehhh... jefe, en la esquina cien metros a la derecha”... Y así fue. Cuando se detuvo el ómnibus, todos quienes estabamos cerca del Negro y del Sargento los saludamos, algunos los palmeaban, otros les deseaban suerte al preso.

Cuando descendieron del vehículo, de pronto en forma espontánea y generalizada todo el pasaje se puso a aplaudir y a gritar:
“suerte Negro, que salgas pronto, que consigas laburo, que no vuelvas nunca más por acá, chau Negro”..., y hasta hubo quien le gritó al Sargento: “Ud. debe ser un buen tipo porque le soltó la esposa, porque lo trató bien”.....

El ómnibus arrancó y mientras nos acercábamos a la Terminal, le comenté a Frate, ¿vos me dijiste que no conocías Resistencia? ¿Sí, lo dije y qué? Pero fue la forma que encontré para ayudarlo al muchacho y ves que resultó porque todos los pasajeros los aplaudieron y la cosa terminó bien.


Sí, esta parte, pero comienza otra que te la regalo, le contesté. Y si, pero quien te dice, a lo mejor las cosas le mejoran. A los dos, aclaré. Sí a los dos.


Cuando bajamos y mientras buscábamos un taxi, me volvió a preguntar su duda existencial ¿cómo hacían ché,... cómo se las arreglaban,... cómo hacían?


Y se echó a reir, mitad carcajada y mitad sapukay atendiendo a la cercanía de las tierras correntinas.

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