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Cultura - Resultados Concursos 2006

Literatura - Cuento familiar - Mención de Honor
El Reflejo de una vida
Por Artese Grillo, Marina Antonella
Aquí estoy, sentada ante un espejo. Vestida con trajes de seda y oro, con hermosas perlas que decoran mi cuello y un hermoso anillo de diamantes que mi difunto esposo alguna vez me regaló.

Aquí estoy esperando la muerte, una enfermedad me acecha. Sólo los fantasmas del olvido, aquellos seres que nunca duermen, han venido a visitarme a mi nefasta habitación


No entiendo por qué mis hijos no han venido también a visitarme, tal vez no los he querido demasiado.


Ya no veo mi reflejo en el espejo, tan solo imágenes, algunas borrosas, otras definidas. Momentos de mi vida me han rodeado, un ínfimo numero de ellos recuerdo, a los demás no los reconozco.


El espejo se ha transformado en una pequeña ventana, detrás de ella, una habitación con escasa iluminación y una nueva vida intenta nacer. Personas mugrientas ayudan a la madre quien grita dolorida por los malestares que le trae el parto. Sus ojos se llenan de lágrimas al ver a la niña entre sus brazos, pero su vida se acorta ya que padece infecciones por la suciedad de la casa. En el último suspiro, le dice:


-Querida Elizabeth, yo ya he dado la vida por ti- su cabeza cae sobre las manitos de la bebita…


La ventana ha desaparecido. Me encuentro en una plaza del pueblo la cual esta llena de campesinos, artesanos y esclavos. Un hombre atado de pies y manos espera su turno en la guillotina. Según el capitán del ejercito, la víctima es una pobre persona que casi no tiene como alimentar a su familia y había sido detenido por robar algunas manzanas y pollos de la huerta de la Gran Reina, un crimen que no merece la pena de muerte, yo asiento con la cabeza.


El comandante me cedió una máscara negra, la cual me coloco inconcientemente. Una niña sale de la multitud y se dirige a mi persona:


-Por favor, no mate a mi padre, es el único que puede mantener en pie a mi familia, ya que mi madre ha muerto al igual que la suya.


-Yo no asesinaré a nadie-dije en un gruñido, poco entendible, al mismo tiempo que estiro la mano y corto el cable que detiene a la afilada cuchilla.


La cabeza del hombre sale rodando hacia mis pies, la levanto cuidadosamente, es la cabeza de mi madre con el cuerpo del individuo. Ella me dice nuevamente:


-Querida Elizabeth, yo he dado mi vida por ti…


Me levanto sobresaltada, mientras oigo gritos que vienen de la plaza, seguro han matado a alguien, ¿Mataron a alguien? Pienso espantada. Llamo a mi vasallo:


-Fiel vasallo, ven aquí.


- Querida Reina Elizabeth, ¿Qué desea?


-Me gustaría saber las causas de los gritos en las afueras del palacio.


- Por supuesto, vuestra alteza, han guillotinado a un infeliz campesino, no es nada fuera de lo común, todos los días sucede.


-Este hombre, ¿tenía una familia la cual mantenía?


-Por supuesto mi señoría, alrededor de cuatro hijo.


-¿Por qué lo habían apresado?


- Mi alteza, usted esta demasiado cansada para seguir hablando, por favor acuéstese y descanse.


-¡Siervo! Contésteme la pregunta.


-Perdone-dijo bajando la mirada -lo habían encarcelado por robarle a Usted sus manzanas y pollos.


-¡¿Por ese pequeño crimen lo han ejecutado?!-grito sobresaltada-¿Quién había dado la orden?


-Usted, mi Reina-dice haciendo una reverencia.


-¿He matado a un pobre hombre que no tenía suficiente dinero para mantener a su familia? He sido tan cruel con estas personas. ¡Siervo! Dígale al Ministro que suministre la mitad de mi fortuna a los pobres de todo el reino y el resto del capital, inviértalo en alimentos y viviendas para estos desdichados habitantes.


-Pero mi Reina, ¿Qué les dará a sus hijos?


-Todo el amor que no les he dado en todos estos años. Y ahora, por favor déjeme sola.


Mi vasallo se ha ido. Fui muy vil al permitir condenar a un hombre que estaba tratando de cuidar a su familia de los crueles lazos de la pobreza, tal como lo hizo mi madre.


Ya siento el dolor en mi pecho, me está llegando la hora de partir a ese mundo a donde mis antepasados también han viajado. Me sentaré nuevamente en el sillón, frente al espejo que me hizo ver la verdadera realidad de mis actos.


Aquí estoy, sentada ante el reflejo de mi vida, mis finas ropas se han convertido en sencillas, mis valiosas joyas se han transformado en valiosos recuerdos del pasado.


Aquí estoy, fantasmas del olvido, venid a buscarme, estoy lista para partir…

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