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Cultura - Resultados Concursos 2006

Literatura - Poesía matriculados - 1º Premio
Estación San Andrés
Por el Dr. Conde, Ricardo Daniel
Parte I

No hay un otoño en el cual
no muera de espaldas,
ni pérfida primavera que envidie mis despojos...
de vanguardia y angustia...
en dolor, calle y empedrado.

No Soy esto que ven...
Un marrueco de ira y decepción,
de ausencia de Sol y Frío de Ortuzar,
las pasiones se duermen en un andén,
Y alguna vía me devuelve a mis sueños.

Única fórmula ancestral, precisa y astuta,
se sabe mi final, hora y éxito – mi hora –
la de callar y descubrirme silencios,
vacíos, callosos de Olvido,
en cualquier ventanilla de un 176.

La Ciudad sabe de engaños...
A La Razón, al Alma, y a mi PARECER,
Los dedos buscan palabras, descifrables,
Y ya no quedan... ya no quedan...
En dónde anidaban... ya no quedan.

Es Cíclico espacio el de Los Tiempos,
Columnas de amnistía de Alma y Razón...
Y el Verano, calcinó mis despojos:
De Vanguardia y de Angustia,
En San Andrés, mi calle y su Andén. RDC

Parte II

Las calles se comen mis recuerdos,
me dejan un vacío, aquí en el cuerpo,
Un sabor amargo de olvido en la boca,
Y pensamientos que te buscan en tiempo verbal pasado.
Nada de tu gloria de anteaños,
Sin banderas que enarbolen tu nombre,
Que hoy sabe más a dolor que a recuerdo,
Y está lejos de la playa de mi olvido.
Soy un errante, merodeador de besos ajenos,
Disfruto un cigarro fumado por otros
Y de vinos que se quedan en Mí,
Cansados de apagar incendios, interminables...
Una noche de San Martín como martirio,
Porque no amanece temprano en este infierno,
O llegue reparador el sueño de un milenio,
Que calme las horas derramadas de este corazón,
Martillado y desangrado... mortal sin tu amor.

El siglo de Moebius termina en mi principio,
Devuelve el cuerpo a las calles mojadas,
Y en un trago final y encantador,
Busco entierros en un tiempo... futuro.

Parte III

En cada religioso salto mortal,
el sol se me aparece nocturno,
de un ocaso oscuro y que avasalla
en tropeles a esta ambigua vida.
Soy el más mortal de mis saltos,
de este amor que rompe en olas,
en aguas iracundas para navegar
y demasiado ligeras para no embarcar.
Demasiados saltos para amarte...
Demasiado oleaje... para no poder verte.

Parte IV

En medio de un mar de crueldades extranjeras,
Esta tu risa para mostrarme las costas,
Mansas y calmas...
Cruenta como el canto de Sirenas que encallan los barcos.
De mi amor nada queda,
Y en tu cielo ya no puedo volar.
La ciudad me gana una copa y debo pagarla.
El vino devuelve sentidos cansados, aquietados,
Y el corazón galopa solo, como siempre: solo.
En un oleaje que no cesa, nunca cesa,
Que vuelve siempre a romper las mismas piedras,
A pulverizarla y volverla arena, triste y blanca arena.
No soy más que aquello que quise:
Un cazador de emociones que no busca Felicidad,
sólo atraparla en Polaroids, instantáneas urbanas,
que vuelvan a Mí como recuerdos a cada paso,
a cada necesidad, a cada muerte en cada anochecer.
El sueño y la quimera no dan el oro,
Sólo el buscarte... un caminar hacia la costa.

Parte V

En una economía de matices
Un amor nace en las Veredas Impares,
En donde nunca da el Sol, sólo alimenta el riego de la lluvia
y el agua de los desagües de los corazones urbanos.

Nada en el tesoro del Cielo me es ajeno, nada de nada,
Del Trono Celestial conozco sus secretos:
Nada me es ajeno... misterios y certezas,
Y de tus ojos, el color de donde nace tu silencio.

Muero en una calle de cinco esquinas,
Lugar que escapa a arquitecturas razonables.
Donde los veranos se vuelven primaveras,
Y en las siestas, no soy más que un marrueco de sueños...

De tu ausencia nada me queda,
Una flor de Otoño, inviernos cálidos,
El sol se mezcla con el agua de los desagües,
Donde la lluvia calma: corazones urbanos.

Parte VI

Nacido en el agua del hastío.
Este corazón mío se bebe la vida...
A borbotones, se atraganta,
Se quiere morir a cada trago.
Y es el último, o como casi...
Los últimos tragos de cada vaso de vino de cada vida.

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