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Autor:
Dr. José Escandell
Presidente del CPCECABA |
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Este ejemplar que hoy
llega a sus manos es el primero de la nueva serie de la revista de nuestra institución,
que continuará apareciendo en forma bimestral. De ahora en más, lo hará con este nuevo
formato que innova sobre la experiencia anterior, evolucionando acorde con los tiempos
actuales.
Hemos cambiado su nombre y ajustado su contenido a pautas que resultan de un análisis y
de frecuentes consultas a grupos de matriculados de diversas edades y experiencia
profesional. Como todos los cambios destinados a marcar una etapa, es muy probable que
estemos volviendo a las fuentes que inspiraron en los comienzos a este medio
comunicacional, pero renovado en consonancia con la cultura de nuestros tiempos y con las
preferencias que marcan los colegas.
En primer lugar, quiero hacer una referencia a la nueva denominación. Tiene que ver con
algo más que un nombre sonoro y fácil de identificar. Nuestra institución es una
construcción valiosa, forjada a lo largo de muchas décadas por todos sus miembros sin
excepciones. El Consejo, en muchos sentidos, es nuestra casa, nuestra institución tutelar
y nuestro orgullo.
El Consejo Profesional es una entidad regida por leyes específicas para administrar la
matrícula, brindar los servicios que corresponden a ese cometido y velar por la conducta
ética de nuestros asociados, pero, a través del tiempo, ha realizado un desarrollo
institucional que lo ha llevado a convertirse en mucho más que eso: es un verdadero
ejemplo de organización, de apoyo técnico, de capacitación científica continua. Es
también una garantía de respaldo a los esfuerzos que las y los colegas hacen diariamente
para realizarse como seres humanos y como profesionales en las diversas disciplinas de las
ciencias económicas.
El Consejo es pues una parte importante de nuestras vidas. Nos incorporamos a él apenas
graduados y nos acompaña proporcionándonos instrumentos de formación complementaria y
sobre todo de experiencia en el desempeño profesional. Sin el Consejo, la formación de
las universidades dejaría a los jóvenes colegas en la mitad del camino de una fecunda
inserción profesional. Nuestro desempeño se nutre, además de los conocimientos
académicos, de esa adaptación a la realidad que impone la tarea cotidiana, plagada de
exigencias frecuentemente cambiantes.
De allí que Consejo sea para nosotros una palabra entrañable, amistosa,
llena de gratos contenidos y fecundas convivencias entre iguales, enriquecedora por los
intercambios que permanentemente existen entre colegas y aun por el disenso que
caracteriza a nuestra democracia interna. Consejo no es sólo la institución,
ni es solamente el parecer que se otorga para hacer o no hacer tal o cual cosa; es mucho
más: es una forma de actuar en el seno de un conjunto de orientaciones profesionales que
son socialmente útiles, introduciendo desde cada disciplina racionalidad, control,
previsibilidad y prospectiva en la vida de la economía de la Nación y por lo tanto
también en sus consecuencias comunitarias.
Los expertos dicen que, así como en la comunicación científica se trata de dotar a las
palabras de un sentido y de la precisión que evite en todo lo posible la confusión y las
interpretaciones diversas, la literatura y el diálogo libre entre seres humanos hacen de
los términos que utilizamos una materia viva, un constante cambio en la riqueza de sus
significados.
Consejo es una de esas palabras de múltiples aplicaciones,
polisémica, dirían los lingüistas. Pero no hay confusión en su uso. Sirve
para designar tanto el conjunto social de nuestra propia organización como un instante
particular en las relaciones humanas. Por eso, la elegimos para representarnos y
comunicarnos mejor y más fluidamente.
Esto tiene que ver con la naturaleza de este medio de comunicación, que era preciso
replantear entre otras razones porque las encuestas y los contactos con nuestros jóvenes
nos estaban indicando que su índice de lectura caía junto con la edad de los
matriculados.
No hemos querido eludir este asunto, fieles a la mejor tradición del Consejo, que
consiste en ir al encuentro de los desafíos y tratar de resolverlos positivamente.
De modo que editar Consejo, renovados y ampliados sus contenidos, es un
desafío que asumimos desde la actual conducción de nuestra institución. Llegamos con
sus páginas a la casa o al estudio de 60 mil matriculados, alcanzando una tirada
excepcional para cualquier órgano de este tipo. Ello nos ofrece una oportunidad única de
jerarquizar los temas tratados dirigiéndolos a un grupo social bien definido y de alta
calificación profesional.
Puesto que de comunicación se trata, Consejo debe entenderse como uno de
los mejores instrumentos que tenemos para analizar en profundidad temas de interés
general, exponer asuntos de fondo que conciernen al país y a nuestras profesiones en su
seno. Sirve, pues, para intercambiar ideas y promover los temas que vendrán como
desafíos personales y profesionales, pues ellos plantean a toda la sociedad la necesidad
de una adaptación que preserve y perfeccione permanentemente los valores por los que nos
guiamos en nuestra conducta.
Seguimos apostando a todos los vehículos de comunicación, aun cuando el que más
potencial tiene es la Web, sobre todo para las nuevas generaciones. El sitio Web del
Consejo está plenamente abierto y preparado para procesar todas las inquietudes y
sugerencias.
Cuando éstas lo ameriten, también se asumirán y desarrollarán en estas páginas.
Entonces cabe decir, de ahora en más: ¡hasta cada momento! |
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