Lograr una
buena síntesis entre lo ideal y lo posible, en la vida laboral, es un desafío que pocas
personas logran sortear con éxito.
La elección de una carrera universitaria genera cada vez más conflicto entre los
jóvenes.
La necesidad de estudiar algo que les permita acceder a una buena posición económica en
un futuro choca muchas veces con el verdadero deseo de seguir la carrera soñada. ¿Qué
opinan los especialistas al respecto? |
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El hombre se levantó
temprano como todos los días y se puso aquel traje gris, tal vez tan gris como su vida.
Sin mediar buenos días, se metió en la boca del subte.
Hace tiempo quedaron atrás esos años en los que soñaba ser un pintor reconocido y, casi
sin darse cuenta, se había ganado un corte de pelo de individuo responsable.
Muchas veces, entre apretujadas marejadas de gente, entubadas en un vagón, lo asaltó la
duda y otras muchas se preguntó por qué cambió aquel pincel.
¿Vocación o necesidad? ¿El individuo nace con un potencial de origen genético o luego
los distintos estímulos que recibe del medio va mutando hacia nuevos escenarios?
En realidad, a través de experiencias, situaciones que tienen que ver con momentos de
crisis vitales, aprende a conocerse y por lo tanto a discernir entre él y los demás. De
esta forma, se va formando lo que llamamos identidad vocacional.
La vocación no se trata de algo que se descubre; más bien se construye
como parte de la propia identidad. Los jóvenes pueden sorprenderse cuando se ponen de
manifiesto ciertos aspectos de sí mismos, pero en realidad no los ignoraban; faltaba tal
vez una cierta configuración que les diera sentido. Desde este concepto, la
vocación no tiene por qué ser permanente. La elección no es de hoy para
siempre. Es muy posible, a lo largo de la vida, cambiar de proyecto y eso no implica
necesariamente un fracaso, expone la Licenciada Adriana Gullco, vicepresidenta de
APORA (Asociación de Profesionales de la Orientación de la República Argentina).
Escoger, decidir, elegir; sinónimos que aparecen todos juntos y sin pedir permiso en una
etapa de la vida en la que hablar de responsabilidades se limita, casi, a ocupar un banco
de escuela cinco horas por día.
Cuando llega el momento de elegir una carrera universitaria es, sin dudas, el instante en
que toma protagonismo la eterna batalla: vocación versus necesidad o seguridad
económica.
Muchas veces se confunde vocación con encontrar un trabajo a cambio de una buena
retribución económica. Lo vocacional va por otros carriles; por lo general se lo vincula
a la sensación de utilidad o de placer en el momento de llevar adelante una
actividad.
La mayoría de los profesionales que se desempeñan en el campo de la orientación
vocacional coinciden en que los problemas que se generan a la hora del qué
hacer, en términos de estudio o trabajo, están fuertemente ligados a la
incertidumbre con relación al futuro: la necesidad de no sentirse fragmentados o
marginados de una sociedad atravesada por el éxito. Es decir que esta elección,
quiérase o no, está arraigada en el contexto social, económico, político y cultural
del momento en que se toma.
A pesar de ello, una encuesta on line, realizada en 2007 por la Universidad de la Plata,
indagaba en las prioridades de los futuros alumnos a la hora de elegir una carrera
universitaria: la vocación o el futuro económico. El resultado final demostró que el
67% de los estudiantes prefiere seguir lo que les dicta el corazón y no el bolsillo,
confirmando así que el romanticismo universitario aún no ha sido abatido a manos del vil
metal.
La vocación no es un concepto claro, sino más bien una idealización basada en la
imagen religiosa de destino. Si uno logra dejar de lado esa impronta y avanza sobre el
concepto de construcción social del quehacer humano, resulta claro que muchos jóvenes
van a acercarse a estudiar lo posible, porque está en su pueblo y no en otro, porque es
accesible,porque les permite trabajar, etc., aclara Gullco. Según el último
Anuario Universitario, presentado por la Secretaría de Políticas Universitarias,
dependiente del Ministerio de Educación de la Nación, en el período 2006/2007 se
inscribieron 286.985 alumnos en universidades estatales de todo el país, mientras que
unos 84.201 optaron por la gestión educativa privada.
Estos números sueltos no dicen nada, aunque, si los comparamos con los registrados hace 5
años, llegamos a la conclusión de que en la gestión pública el ingreso de nuevos
alumnos registró un descenso del 2,9%, en contraposición con lo que sucedió en el
ámbito privado, donde el incremento fue del 12,7%.
Muchos especialistas coinciden en que el reto no está en elegir la mejor
carrera o la más redituable a futuro, sino que lo esencial pasa por elegir una manera de
vivir y que la carrera sea parte de la vida, y no la vida misma.
Las presiones para elegir carreras prestigiosas y profesiones con amplia salida laboral,
que abran las puertas a trabajos bien remunerados, pueden llevar muchas veces a que los
jóvenes egresados del secundario realicen una mala elección.
Los adolescentes deben enfrentarse y tener en cuenta prejuicios, mitos e imaginarios
(sociales, familiares y personales) que los llenan de dudas y confusión en lugar de
enriquecer su proceso de búsqueda.
Es común que los jóvenes de hoy dejen de lado la vocación por la necesidad de
alcanzar el éxito económico. Esto responde al tipo de sociedad en la que estamos
inmersos, una sociedad que valora la búsqueda del placer inmediato, el consumismo, pues
lo que importa es tener (dinero). Se educa a la persona para que sea
competitiva y no competente. Es importante destacar que el éxito económico no es
incompatible con la vocación, explica la Licenciada en Psicología Silvana Mussuto,
especialista en psicología laboral.
Pero, en el amplio abanico de las decisiones, existen miles de maneras de tomar una camino
u otro. Hay quienes eligen de acuerdo con aquellos intereses con los que se encuentran
justo en el momento de hacer esa elección, casi sin importarles si estos perdurarán o no
a lo largo del tiempo. Aunque también hay otras personas que llegan a lograr una buena
síntesis entre lo ideal y lo posible.
De todas maneras, ¿existe la certeza de que, siguiendo una carrera como Ingeniería o
Medicina, esté asegurada una vida laboral más plena, y no sea así, si la elección se
inclina hacia carreras como Producción Musical o Arte Dramático?. No lo sabemos. Sólo
el tiempo, las aspiraciones personales y la siempre necesaria cuota de suerte tendrán la
última palabra.
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Hay que motivar
La educación debe atraer a los jóvenes |
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Por la Dra. Patricia Sánchez Ruiz
Tesorera del CPCECABA. |
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Es
necesario que la educación vinculada a las Ciencias Económicas tenga en cuenta nuevas formas
de entender el mundo y las nuevas tendencias del mercado nacional sin perder de vista la
ética.
Cada día es mayor la cantidad de especializaciones, con nuevos nichos de trabajo. Las
instituciones educativas privadas han tomado en cuenta todas estas cuestiones, pero ello no ha
sido así en el ámbito oficial. Por eso es necesario que estas tendencias sean consideradas
en los nuevos planes de estudio, sin dejar de lado las expectativas de los jóvenes, que se
ven reflejados en la falta de incentivos para superarse.
Nuestro Consejo, queriendo ser partícipe de estos cambios, vio la necesidad de abrir
registros especiales sobre estas carreras universitarias, comenzando, por ejemplo, con la de
Licenciado en Informática. |
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