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Consejo Nº 10 - Noviembre 2009

Editorial
Honremos la trayectoria

Autor:
Dr. José Escandell
Presidente del CPCECABA
Hace muy pocos días, en ocasión de celebrarse uno de los actos de recepción de nuevos matriculados en el Consejo, se entregó al Dr. Horacio López Santiso la plaqueta con la que se materializaba la decisión del Consejo Directivo, del 20 de mayo de 2009, de distinguirlo con el “Premio a la Trayectoria”, de reciente creación en la Institución. Me parece oportuno por ello hacer conocer a todos los matriculados las razones y el significado profundo de esta distinción, difundiendo los conceptos expresados en dicho acto.

Expresé que me cabía el honor, la alegría y la responsabilidad de explicar las razones por las cuales el Consejo ha homenajeado al Dr. Horacio López Santiso y la trascendencia que reviste esta decisión.


Los amplios antecedentes del Dr. López Santiso se encuentran expuestos en la resolución citada y abarcan todas las fases imaginables: académica, profesional, doctrinaria, dirigencial -tanto en el ámbito del Consejo, del que fuera presidente en tres períodos, como de la FACPCE, que también presidiera en dos oportunidades, empresaria e institucional. Hizo aportes muy significativos tanto en el campo de la contabilidad y de la auditoría, en momentos de construcción de los principios de la contabilidad moderna y del crecimiento técnico de las profesiones, como en la fase de desarrollo integral de nuestra entidad, comenzada sobre el final de la década de los 70, ya en el siglo pasado.


A todos estos merecimientos expresé que cabía agregarle uno más, del que acabábamos de enterarnos, consistente en el otorgamiento de una nueva distinción de carácter internacional: la Asociación Interamericana de Contabilidad (AIC) acaba de otorgarle el máximo honor previsto en sus reglas, cual es el título de Contador Benemérito de las Américas. Esta distinción pone de manifiesto que sus méritos trascienden plenamente las fronteras de nuestro país para cobrar una vigencia objetiva en toda América.


Lo expuesto sintetiza los antecedentes que fundamentan el homenaje dispuesto. Ahora habré de referirme a por qué es importante reconocer la trayectoria y, además, por qué fue particularmente significativo hacerlo delante del numeroso grupo de jóvenes graduados que estaban comenzando su trayectoria profesional.


Expresé a los jóvenes graduados que se estaban incorporando a una Institución que los acompañará en su desempeño, que les servirá de ayuda, de respaldo, de contención, de actualización permanente para afianzar la calidad de los servicios profesionales y que les posibilitará el desarrollo personal y profesional.


También, que el Consejo es mucho más que sus paredes, que se aprecian en su grandiosidad con todo su equipamiento y su mobiliario. Es mucho más que sus múltiples servicios para ya 65.000 matriculados. El Consejo es la suma de los espíritus de todos los colegas que fueron entregando sus capacidades y lo mejor de sí mismos, generosamente, para construir la Institución.


Ellos supieron crear este ámbito de pertenencia, orgullo de nuestra esencia profesional y centro de perfeccionamiento constante, guía y referencia para la sociedad toda.


El crecimiento del Consejo no se debe sólo a la cantidad creciente de sus matriculados, sino también a la apertura permanente de múltiples canales de convivencia y participación. Se logra así que cada profesional pueda sentirse parte y dueño de la Institución y desde allí comprometer los mejores esfuerzos y su solidaridad para mantenerla y acrecentarla. Nuestros colegas mayores así lo sintieron y así actuaron, y lo que nos rodea constituye el testimonio vivo de estas conductas y actitudes.


La Institución tiene trayectoria porque nuestros predecesores empeñaron su esfuerzo creativo y lograron transformarla en una entidad emblemática. La toma personal de conciencia de la trayectoria requiere por sobre todas las cosas dejar aflorar uno de los sentimientos más nobles del ser humano: el agradecimiento, que a su vez necesita partir de una serena actitud de humildad. Sólo desde la humildad podremos dimensionar la magnitud de la entrega fecunda de quienes han marcado las épocas y han generado los saltos cualitativos que conforman nuestras realidades del hoy.


Estos adalides de la profesión, que desde su aporte al avance técnico y científico y desde la asunción de compromisos institucionales, lograron con su acción marcar hitos en la vida de las instituciones, en nuestro caso el Consejo, tienen que ser objeto de nuestro agradecimiento colectivo, por sobre todas las cosas, porque son ejemplos a seguir.


Cuando hablamos de trayectoria, estamos hablando de modelos, estamos enfatizando el tipo de virtudes que debemos profesar, estamos en definitiva comprometiendo nuestras propias vidas desde la más generosa de las perspectivas: la del bien común.


Por este conjunto de cosas, el Premio a la Trayectoria, y su entrega en ese particular acto, es un hecho que guarda un significado que trasciende a sus propios protagonistas. Confluyen en él la necesidad de profesar la más cordial bienvenida a los colegas que se incorporan a las profesiones y al mismo tiempo expresar el justo y más sentido reconocimiento a la trayectoria, que, personificada en la notable figura del Dr. López Santiso, es al mismo tiempo el símbolo de la gratitud que debemos sentir y extender a todos quienes han dado vida a este Consejo.


El primero de los hechos, la incorporación de los jóvenes, es promesa y esperanza. El segundo, en cambio, es la seguridad que da la conciencia de la tarea cumplida, de la palabra empeñada, del servicio brindado con generosidad a las profesiones y a la comunidad.


Quiero finalizar este mensaje de dos maneras: una diciéndole a Horacio, simplemente, ¡muchas gracias! y la otra, dirigiéndome a cada uno de los colegas y especialmente a los jóvenes, para expresarles mi deseo de que dentro de muchos años, cuando ya estén transitando el otoño de la vida personal y profesional, puedan mirarse íntimamente y tener la paz interior que sólo proviene de una conformidad con la propia trayectoria, y que sientan, con mucha fuerza, que parte de vuestro alma está vivencialmente presente en este nuestro querido Consejo, que para entonces estará aún más desarrollado que hoy.

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