Consejo ¿Cómo
fueron sus inicios en la carera?
Francisco Rodríguez Linck Me recibí de Contador Público en el año 1955 y tuve el
honor de que el decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, el Dr. Ramón A.
Cereijo, me entregara el título. Y digo honor, porque, además de ser Doctor en Ciencias
Económicas, durante su gestión como ministro de Economía se construyó el estadio de
Racing, del cual es un ferviente y sufrido simpatizante como yo.
¿Y qué
recuerda de aquelos años de estudiante?
Como estudiante concurrí a casi todas las clases y tomaba nota taquigráfica, lo que me
facilitaba enormemente mis estudios, ya que tenía mis propios apuntes de las palabras que
pronunciaban los profesores. Tal es así que hasta Raúl Macchi, titular de una conocida
editorial, sobre todo para los que estudiamos Ciencias Económicas, me ofreció trabajar
para él en ese aspecto.
Y ya en el
ámbito laboral...
Apenas me recibí, me inscribí en casi todos los fueros y ya de temprano conocí la
odisea de ser perito, los grandes inconvenientes y el poco reconocimiento que recibimos
los profesionales que nos dedicamos a esas tareas. Por ese entonces tenía unos clientes
menores y liquidaba impuestos. A pesar de todas mis actividades, no me sentía satisfecho
con mis ingresos y resultaban infructuosas las gestiones para tratar de entrar en algún
estudio grande para perfeccionarme. Debido a ello, miraba constantemente los avisos de
pedidos de profesionales que se publicaban, pero sin poder concretar mi primer empleo como
profesional.
Así fue que, de casualidad y viendo los avisos de otras actividades, leí una búsqueda
que pedía: Taquidactilógrafo, horario corrido, sueldo $ 1.000. Yo me había
destacado en ambos aspectos: escribía 130 palabras por minuto en taquigrafía y en
mecanografía, 60. Me interesó entonces el aviso porque como profesional no había
recibido una oferta semejante.
¿Al mismo
tiempo seguía estudiando?
Sí, estaba estudiando el doctorado, en el que ya había aprobado Metodología, a cargo
del Dr. Luis Jacinto Mancini. Entonces envié, sin muchas esperanzas, mi currículo, en el
que incluía, por supuesto, que era Contador Público. A los pocos días recibí un
telegrama que decía: Referente vacante taquidactilógrafo presentarse en el Consejo
Profesional, Riobamba 926. No lo podía creer... Dios me había ayudado.
¿Cómo fue el
primer contacto con esta Institución, que luego lo albergaría proFesionalmente por más
de 30 años?
Llegué al Consejo y mi sorpresa fue mayor aún cuando el que me recibió fue el Dr. Luis
J. Mancini, quien por entonces era secretario administrativo y la persona de mayor rango
dentro de la Institución. Cuando llegó el presidente de ese momento, el Dr. José Mari
-un gran presidente al que el Consejo le debe mucho-, Mancini lo invitó a que me
conociera y él le contestó: atendelo vos
, sin darme importancia. Así
pues ingresé al Consejo como taquidactilógrafo y subsidiariamente con mi título
de casualidad.
Y desde ese
momento empezó una carera llena de éxitos en el Consejo.
Trabajé en el Consejo Profesional desde el 13 de mayo de 1956 hasta 1988, año en que me
jubilé. Durante esos 32 años llegué ocupar el cargo más alto de gerente general; pero
esa es otra historia... Algún día podré contar mis sinsabores y alegrías.
¿Cuál fue la
experiencia más grati ficante en sus años al frente de la Institución?
Me tocó conversar mucho con los profesionales jóvenes, a quienes les entregábamos la
constancia de inscripción en el Consejo. Siempre les recordaba que con el título no les
iban a caer los grandes empleos o las remuneraciones importantes. Les recomendaba que
trataran de empezar de a poco en puestos no tan importantes, que no se fijaran en el cargo
de empleo inicial, sino en las perspectivas, en el futuro.
En la
actualidad es el gerente de la CEPUC (Coordinadora de Entidades Profesionales
Universitarias de la Ciudad de Buenos Aires). ¿Cómo es gerenciar esa institución?
Este año estoy cumpliendo 25 años a cargo de la Gerencia TécnicaAdministrativa de
la CEPUC. Siempre estuve muy a gusto trabajando en la CEPUC, porque me parece que la
unión de los profesionales representa una fuerza poderosa. A lo largo de su existencia
conseguimos que la CEPUC se conociera entre los profesionales y puedo destacar como un
gran logro nuestra actuación en la Ley de defensa al consumidor y su relación con su
práctica profesional. |