En una economía con
larga tradición inflacionaria e inclusive con experiencias
hiperinflacionarias, el comportamiento de los precios constituye un punto muy
sensible para los agentes económicos, que, frente al fenómeno, adoptan posturas
defensivas con sorprendente rapidez. Por lo tanto, la confiabilidad y la transparencia de
los indicadores que miden la variación de los precios tienen una alta significación para
dichos agentes y, por cierto, también para los diseñadores de la política económica.
Después de una década de estabilidad de precios (la del 90), el cambio de régimen
económico introdujo, inicialmente, una abrupta modificación de los precios relativos a
favor de los bienes transables como consecuencia de la devaluación cambiaria de inicios
de 2002. El impacto significó un alza en ese año del 25,9% en el índice de precios al
consumidor y del 77,1% en el índice de precios internos al por mayor. La fuerte
diferencia se explica porque el IPC contiene tanto variaciones del precio de los bienes
(de fuerte incremento inicial) como del precio de los servicios (de bajo incremento
inicial) mientras que el IPIM solo computa precios de los bienes.
Con posterioridad, las subas de los precios se moderaron significativamente, tanto en el
IPC como en el IPIM. Absorbido el efecto devaluación y en el contexto de un acelerado
crecimiento basado en la mayor utilización de capacidad productiva ociosa y de mano de
obra desocupada, no se evidenciaron tensiones inflacionarias importantes, al menos hasta
el año 2004 inclusive.
Pero, más tarde, el fuerte incremento de la actividad económica y la consecuente caída
de la desocupación laboral impulsaron una suba de la demanda interna que permitió a los
servicios en particular a los servicios privados, dado que los servicios públicos
fueron sometidos a un virtual congelamiento tarifario recuperar el retraso relativo
de sus precios luego de la devaluación. Esta es la causa principal que explica que el
IPC, como promedio anual, que había aumentado 4,4% en 2004, se incrementara al 9,6% en
2005 y al 10,9% en 2006.
No obstante esta aceleración inflacionaria, en 2007 se verificó un nuevo impulso a la
demanda de bienes de consumo, motorizada por un significativo incremento del gasto
público y del crédito personal, en el contexto de una situación en la cual aumentaban
el empleo, los salarios reales y los haberes jubilatorios. Además, también presionó al
alza el incremento de los precios internacionales de las materias primas, de las cuales la
Argentina es un importante exportador mundial, y que, por cierto, son parte esencial,
simultáneamente, de la canasta de consumo interno.
Ante este escenario y frente a la percepción generalizada de que la inflación tendía a
acelerarse, el Gobierno adoptó y/o profundizó diversas medidas de control, tales como el
incremento de las retenciones a la exportación y en algunos casos la limitación o
prohibición de exportaciones, el aumento de subsidios a la energía, los
combustibles, el transporte y determinados alimentos, y también, aunque con eficacia
decreciente, la suscripción de acuerdos de precios con diversos sectores.
Pero el creciente desequilibrio entre una demanda de bienes de consumo que se expande más
rápidamente que la oferta estimuló un proceso inflacionario que tiende a acelerarse por
diversas razones. Así lo demuestran las estimaciones no oficiales que se realizan y, lo
que es más importante, la percepción del público, con lo que ello implica desde el
punto de vista de la formación de las expectativas inflacionarias. A modo de ejemplo,
puede señalarse que la compulsa sobre proyecciones de inflación para los próximos doce
meses, que efectúa mensualmente el Centro de Investigaciones en Finanzas de la
Universidad Torcuato Di Tella, registró una suba esperada de los precios, en promedio,
del 32,8% en abril del corriente año, cuando un año atrás en abril de 2007
dicha proyección era del 15,6%.La medición de la inflación
Frente a la evidencia de que el problema inflacionario tiende a agudizarse, el Gobierno no
solamente adoptó una serie de medidas como las señaladas prece dentemente, sino que,
además, estableció una virtual intervención, desde principios de 2007, en el organismo
oficial encargado de la medición de los precios el Indec, lo cual ha
provocado una significativa desconfianza sobre la fiabilidad de los registros de
inflación, en particular sobre el índice de precios al consumidor.
Los casos en los cuales se verifican discrepancias entre los registros del INDEC y otras
mediciones son múltiples, pero, a manera de síntesis, puede señalarse que el dato
oficial sobre la evolución del IPC en 2007, en oposición a la percepción generalizada,
fue inferior al calculado para 2006. Además, al examinar los distintos rubros componentes
del IPC, se verifican registros poco confiables; por ejemplo, que el rubro
esparcimiento experimentó un incremento anual en 2007 de 2,3% e
indumentaria de sólo 1,6%.
Corresponde expresar, por cierto y a modo de aclaración, que el IPC es calculado sobre la
base del consumo de una familia tipo, según la Encuesta Nacional de Gasto de los Hogares
de 1996/97, o sea que, por un lado, cada consumidor puede tener una estructura de consumo
diferente a la de la familia tipo y, por otro lado, la composición del gasto actual puede
ser muy distinta a la relevada por la Encuesta de 1996/97 como consecuencia del cambio en
los precios relativos postdevaluación. Esta última circunstancia brinda otro motivo para
reemplazar el IPC que difunde el Indec por otro basado en una encuesta del gasto de los
hogares más actualizada y que en verdad ya fue realizada en 2004/2005-.
En tal contexto, se explica la creciente inclinación por observar otros indicadores de
evolución de los precios, suministrados por organismos oficiales y también por
instituciones o consultoras privadas. Estas últimas tienen el problema de que su
capacidad de captación del universo de precios es limitada: mientras el Indec releva
115.000 precios por mes, el resto no tiene la misma conformación que el IPC (Ver nota
metodológica). De todos modos y a título informativo, se presenta un cuadro con la
evolución del IPC-GBA, del IPIM y del IPC - Nacional 1° Etapa.
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DISTINTOS INDICADORES DE VARIACIONES DE PRECIOS |
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AÑO |
IPC-GBA
(Promedio anual) |
IPIM |
IPC-NACIONAL
(Dic./Dic.) |
1997 |
0,5 |
0,1 |
-- |
|
|
|
|
1998 |
0,9 |
-3,2 |
-- |
|
|
|
|
1999 |
-1,2 |
-3,8 |
-- |
|
|
|
|
2000 |
-0,9 |
4,0 |
-- |
|
|
|
|
2001 |
-1,1 |
-2,3 |
-- |
|
|
|
|
2002 |
25,9 |
77,1 |
-- |
|
|
|
|
2003 |
13,4 |
17,9 |
-- |
|
|
|
|
2004 |
4,4 |
7,4 |
-- |
|
|
|
|
2005 |
9,6 |
8,5 |
-- |
|
|
|
|
2006 |
10,9 |
10,4 |
10,0 |
|
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|
2007 |
8,8 |
10,0 |
10,0 |
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Fuente:
INDEC |
Índice de
Precios Implícitos (IPI)
Entre los indicadores que también pueden observarse para analizar el comportamiento de
los precios, se encuentra el índice de precios implícitos (IPI), que se calcula como la
diferencia entre el producto bruto interno (PBI) a precios constantes (en nuestro caso
actual, a precios del año 1993) y el PBI a precios corrientes; esto es, a los precios
vigentes en el período al cual se refiere el producto.
Deben señalarse, sin embargo, dos diferencias significativas entre el IPI y el IPC. La
primera se refiere a la composición de ambos indicadores, ya que, mientras el IPC
comprende una canasta de bienes y servicios previamente seleccionados, el IPI incluye
todos los bienes y servicios finales producidos por la economía en un período
determinado. O sea que el IPI incluye un universo de bienes y servicios mucho más amplio
que el IPC.
La segunda diferencia es de carácter metodológico y se vincula con las características
de los índices. Técnicamente, el IPC es un índice de ponderaciones fijas (índice de
Laspeyres), o sea que la incidencia de cada bien o servicio en la canasta total se
mantiene constante a lo largo del tiempo. Por el contrario, el IPI es un índice de
ponderaciones móviles (Índice Paasche), o sea que la incidencia de cada bien o servicio
se va modificando a lo largo del tiempo en función de la distinta velocidad relativa de
su crecimiento productivo. A manera de ejemplo, puede señalarse que, en los primeros
años posteriores a la devaluación de 2002, los sectores productores de bienes crecieron
más rápido que los productores de servicios. En consecuencia, los precios de los bienes
fueron ganando ponderación relativa a lo largo del tiempo en detrimento de los precios de
los servicios.
Teniendo presentes tales diferencias, es posible extraer ciertas conclusiones al analizar
la evolución de ambos indicadores.
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VARIACIÓN DEL ÍNDICE DE PRECIOS AL CONSUMIDOR (IPC-GBA) Y DEL
ÍNDICE DE PRECIOS IMPLÍCITOS (IPI) DEL PRODUCTO BRUTO INTERNO (PBI) A PRECIOS DE MERCADO |
|
AÑO |
IPC-GBA
(Promedio anual) |
IPI |
1997 |
0,5 |
-0,4 |
|
|
|
1998 |
0,9 |
-1,7 |
|
|
|
1999 |
-1,2 |
-1,8 |
|
|
|
2000 |
-0,9 |
1,0 |
|
|
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2001 |
-1,1 |
-1,1 |
|
|
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2002 |
25,9 |
30,6 |
|
|
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2003 |
13,4 |
10,5 |
|
|
|
2004 |
4,4 |
9,3 |
|
|
|
2005 |
9,6 |
8,8 |
|
|
|
2006 |
10,9 |
13,5 |
|
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|
2007 |
8,8 |
14,2 |
|
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Fuente:
INDEC y Dirección Nacional de Cuentas Nacionales |
En primer lugar, al
comparar la evolución de los índices en el período 1997/2005, se observa que el IPC
experimentó un incremento acumulado del 60,6%, mientras que el IPI creció un 64,6%. La
diferencia, en consecuencia, es relativamente menor, con lo que el IPI se reveló como un
buen indicador sustituto del IPC. Es más, en el lapso 2003/2005 de fuertes
modificaciones en la estructura productiva y en los precios relativos, la
discrepancia fue mínima, ya que el IPC registró un aumento acumulado del 29,9% y el IPI,
del 31,3%.
En cambio, la diferencia entre ambos índices se hace muy marcada en el período
2006/2007, precisamente cuando se verifican los mayores interrogantes sobre la validez de
los incrementos de precios suministrados por el IPC oficial. En tal período, el IPC
registró una suba acumulada del 20,7%, mientras que el IPI ascendió el 29,6%, es decir
que el IPI aumentó un 43% más que el IPC.
Finalmente, la discrepancia se hace máxima en el año 2007, cuando el IPI se incrementó
casi el doble (14,2%) que la cifra oficialmente difundida para el IPC (8,8%).
En definitiva, y más allá de las salvedades metodológicas señaladas precedentemente
con relación a ambos índices, puede concluirse que el IPI ha sido un buen proxy del
comportamiento del IPC, excepto en los dos últimos años, muy especialmente en 2007. Esta
observación coincide con la generalizada incertidumbre acerca de la confiabilidad de los
registros suministrados por el INDEC sobre la evolución del Índice de Precios al
Consumidor (IPCGBA).
Nota metodológica
Índice de Precios al
Consumidor (IPCGBA): se refiere
al índice que difunde mensualmente el Indec y que mide la evolución de los precios
minoristas. El área geográfica de cobertura es la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los
24 partidos del Gran Buenos Aires. La canasta de bienes y servicios incluye el consumo de
una familia tipo, de acuerdo con el relevamiento efectuado por la Encuesta Nacional de
Gasto de los Hogares en 1996/97, y el Año Base de la serie es 1999.
Cada mes se observa una cantidad aproximada de 115.000 precios en alrededor
de 8.000 negocios.
Índice de Precios al
Consumidor (Nacional 1° Etapa): este
índice, que comenzó a difundirse en noviembre de 2005, es similar, metodológicamente,
al IPCGBA, pero tiene una cobertura geográfica más amplia. Además del GBA,
incluye ciudades del interior de la provincia de Buenos Aires (La Plata y Mar del Plata) y
también las ciudades de Córdoba, Rosario, Santa Fe, Mendoza, Tucumán, San Luis y
Catamarca. En total, el IPCNacional 1° Etapa cubre el 83.1% del gasto de consumo
urbano total del país. Para su relevamiento se realizan visitas mensuales a 17.000
negocios informantes y se observan alrededor de 190.000 precios.
Índice de Precios Internos al
Por Mayor (IPIM): el IPIM mide la
evolución de los precios a los que el productor y/o importador directo vende sus
productos en el mercado doméstico a nivel mayorista. Incluye solo bienes y no servicios.
La cobertura geográfica comprende a todo el país y capta información de 1.400 unidades
informantes, en las cuales se recolectan, mensualmente, alrededor de 2.800 precios.
Índice de
Precios Implícitos (IPI): el IPI
surge como la diferencia de valores entre el PBI calculado a precios constantes (en
nuestro caso actual a precios del año 1993) y el PBI a precios corrientes, o sea del
período para el cual se está realizando la medición. En consecuencia, el IPI se calcula
trimestralmente, dado que esa es la periodicidad en la que se difunden las estimaciones de
las Cuentas Nacionales. |