Para el ahorrista
medio, el menú de activos financieros en la Argentina nunca fue muy generoso en cuanto a
su variedad. En épocas de crisis, el refugio fue mayoritariamente el dólar
norteamericano, y en épocas en que la economía se encauzaba se volvía a los bancos para
constituir plazos fijos en la moneda local.
Para colmo de males, no faltan épocas en que la situación se asemeja a una encerrona. En
los últimos años, antes de que se complicaran las finanzas mundiales, el dólar no iba
ni para atrás ni para adelante (todo lo contrario, perdía posiciones en el mundo y aquí
era estabilizado por el Banco Central) y las tasas de interés que pagaban los bancos eran
muy magras.
En países más desarrollados, además de recibir ingresos promedio más elevados, los
ahorristas tienen mayores oportunidades de escapar de este tipo de encerronas o al menos
arriesgar en búsqueda de rentabilidad sobre bases más sólidas.
No es el caso de un inversor argentino. Puede que en alguna oportunidad un inversor
minorista reciba de algún operador o inversor más avezado la recomendación de comprar
oro. Me llegaron ya varios informes desde Wall Street que le auguran un buen
recorrido al metal en los próximos años, es común escuchar a veces mencionar esto
a los expertos financieros locales. Pero, a partir de allí, el gran interrogante: ¿Cómo
comprar oro?¿Acuñado en monedas? ¿Oro de joyería? ¿Lingotes? También puede hacerse,
pero, en ese caso, hay que pensar bien cómo o dónde almacenarlo; el instrumento no posee
adecuada liquidez por lo que el inversor debe lidiar con altas brechas entre precios
de compra y venta, y posteriormente no es fácil conseguir un comprador cuando se
desea vender el oro físico. Conclusión: tal vez el inversor lo descarte y persista con
los activos tradicionales.
Pero actualmente las finanzas modernas le están haciendo las cosas cada vez más fáciles
al inversor minorista. Quien quiera diversificar sus tenencias, y por algún motivo se vea
atraído por las perspectivas áureo metal que tradicionalmente pareciera
desempeñarse muy bien como refugio en épocas de alta incertidumbre, cuenta con un
instrumento mucho más cómodo y, lo que es mejor, muy líquido. Se trata de los Exchange
Traded Funds, ETFs en una traducción literal serían fondos comercializables
o fondos cotizables, que permiten acceder no sólo al oro como inversión,
sino a un sinnúmero de mercados antes prohibitivos para el inversor minorista.
En esta nota nos concentraremos en el oro por una cuestión de simplicidad, pero desde ya
dejamos planteado al lector que puede comprar ETFs no sólo del metal amarillo, sino de
índices bursátiles, ciertas monedas extranjeras poco tradicionales y hasta las
commodities más volátiles, como petróleo y granos, así como commodities industriales.
Hay más de 250 variedades de ETFs.
Los ETFs tienen algún parentesco
con los fondos comunes de inversión (FCI). En los hechos, los ETFs son certificados que
representan una cuotaparte de una canasta de activos, y cada una de estas
canastas tiene una composición específica con el objetivo de seguir el comportamiento de
un determinado índice, mercado o industria. Pero la gran diferencia con los FCI es el
hecho de que los ETFs tienen una operatoria intradiaria, del mismo modo que cuando uno
negocia acciones de empresas como Alpargatas, Banco Francés o Tenaris, sólo por nombrar
algunas familiares para el inversor local.
Otra de sus virtudes es su mayor transparencia: los ETFs están compuestos por activos de
gran liquidez, cuyos precios son ampliamente conocidos en el mercado y son fáciles de
seguir por Internet. Por ello, la cotización del ETF refleja con gran precisión los
precios de los activos que lo componen.
Si bien los ETFs tienen costos asociados de gestión y mantenimiento, éstos son menores
que los de los FCI. El precio que se paga por adquirir una participación en un fondo ETF
depende de la valoración que haga cada gestora. Además, hay que tener en cuenta una
serie de gastos asociados. Por ejemplo, todos estos fondos aplican una comisión de
gestión que oscila entre el 0,15 y el 0,5%. Es, por tanto, más baja que la que cobran
los fondos tradicionales, que, de media, rondan el 1,2%. Como se trata de un producto que
cotiza en bolsa, el inversor particular también tendrá que hacer frente a la comisión
de corretaje que le imponga el intermediario que le venderá su participación en el
fondo, así como ocurre con la compra y venta de acciones o títulos públicos.
La operación para un residente local es similar a la compra de cualquier activo en el
exterior. Se debe abrir una cuenta en algunas de las sociedades de bolsa locales más
habituadas a este tipo de operatoria y depositar dólares en la cuenta que esta sociedad
de bolsa tiene en el exterior; para ello es necesario hacer un giro, realizar un arbitraje
o una operación de cambio, todo lo cual puede hacerse a través de la propia sociedad de
bolsa.
Si bien no existen mínimos para invertir, lo más aconsejable es aplicar un monto de al
menos 2.000 dólares. Cuanto más se pueda invertir mejor, porque, si se tiene en cuenta
una comisión mínima de 100 dólares 50 de entrada y 50 de salida, el que
invierte 2.000 dólares tiene que exigirle un rendimiento mínimo del 5% para quedar
neutro, y será del 2% para el que invierte 5.000 dólares. Por otra parte, los ETFs no
requieren tiempo mínimo de permanencia, y no hay penalización alguna por salidas
anticipadas.
De ese modo, quien quiere invertir en oro bajo esta forma mucho más simple que las
tradicionales, de hecho, estará comprando un activo financiero que replica con bastante
precisión la evolución de la onza troy en el mercado de Londres. De nuevo: funciona como
si fueran acciones, pero su precio evoluciona ni más ni menos como el valor del lingote
(por razones técnicas puede variar mínimamente, en más o en menos, pero la diferencia
es microscópica).
Así, existen ETFs para todos los gustos. Sin embargo, el inversor más tradicional tiene
que tener cuidado a la hora de comprar estos instrumentos para no verse envuelto en
inversiones más agresivas de las que en principio está dispuesto a llevar a cabo. El del
oro, que tiene menor volatilidad que la de otras commodities, es una buena forma de
empezar para familiarizarse con este tipo de operatorias.
El hecho de que liquide en el exterior, y en dólares, implica que el inversor no sólo se
está cubriendo contra una potencial depreciación del peso, sino que además está
escudándose contra las turbulencias financieras con las que de tanto en tanto nos asusta
el sistema financiero local, como el recordado corralito, o, yendo más
atrás, el plan Bonex. Y ello incluso puede hacerse con la custodia de la Caja de Valores
argentina, lo que contribuye a darle seguridad al inversor, quien no sólo puede unificar
toda su tenencia de activos, locales e internacionales, sino también asegurarse de que el
custodio no está a muchos kilómetros de distancia en caso de necesitar hacer algún
reclamo. Son cuestiones que alguien puede tildar de meramente psicológicas, pero que
hacen a la tranquilidad del ahorrista.
En definitiva, no necesito comprar un lingote, una moneda o una barra de oro; adquiero un
activo financiero que replica con rigor y exactitud la evolución de la onza troy, con
todas las ventajas de la liquidez, el menor costo de transacción involucrado en la
operatoria y la comodidad de evitarme el almacenamiento o custodia física del bien.
Beneficios de los ETFS
Por Marcos Wentzel, de Puente Hnos.
Respecto de la amplia variedad de ETFs que se opera a través de Puente Hnos., pueden
mencionarse las siguientes ventajas:
Transparencia
Los ETFs están compuestos por activos de gran liquidez, cuyos precios son ampliamente
conocidos en el mercado. Por ello, la cotización del ETF refleja con gran precisión los
precios de los activos que lo componen. Adicionalmente, este instrumento se encuentra
sujeto a regulaciones y auditorías similares a las de los activos que lo componen.
Seguridad
Al igual que con las acciones locales, los ETFs adquiridos permanecerán en custodia de la
Caja de Valores en una cuenta a nombre del titular y serán reflejados en su resumen de
cuenta.
Bajo Costo
Con una única operación se puede acceder a una amplia variedad de activos. A modo de
ejemplo, si el inversor deseara replicar el S&P 500 (uno de los índices más
populares de la bolsa de Nueva York), debería comprar 500 tipos de acciones distintas y
abonar 500 comisiones. Al adquirir el ETF SPY, que es un espejo del S&P 500,
obtendría la misma rentabilidad y riesgo que comprando todas las acciones por separado,
pero pagaría la comisión por una única operación.
Liquidez
El mercado de los ETFs tiene gran liquidez, lo cual permite encontrar siempre una
contraparte para cerrar las operaciones de compra o venta.
Menor riesgo
Al diversificar la inversión entre varios activos distintos, permite reducir los riesgos.
Todo se hace con una única operación de compra.
Simplicidad
Se compra y se vende con la misma sencillez que una acción del mercado local. La
inversión inicial es relativamente baja (USD 5.000) y no hay obligación de permanencia.
Sitios de Internet donde consultar
sobre Fondos Cotizantes o ETFs
www.puentenet.com, cliqueando la opción individuos y
luego la opción ETF.
www.invertironline.com/cuerpo.asp, en la sección EE.UU. cliquear
Fondos cotizantes.
www.rava.com.ar,
en el cuerpo principal, al centro, hay un ícono ETF que permite ver las cotizaciones de
los principales productos.
www.mrtrader.com.ar/?cat=9
http://finance.yahoo.com/etf |