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Autor:
Dr. José Escandell
Presidente del CPCECABA |
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Este mensaje la
nota Editorial nos permite tener una línea directa con el matriculado. Es una buena
forma de transmitir lo esencial de la gestión, reflexiones sobre las iniciativas que
estamos llevando a la práctica y los valores que nos inspiran.
Deseamos, y por suerte obtenemos, la más amplia participación y respuestas, tanto sea
mediante el contacto directo del matriculado con el Consejo como de modo programado a
través de las permanentes encuestas sobre los servicios y actividades. Se trata de un
intercambio de valor inigualable.
El cuadro externo respecto al Consejo se ha vuelto mucho más exigente. La crisis mundial
aterriza de modo inexorable sobre nuestra economía, y si no lo hace más estruendosamente
y rápido, es porque estamos bastante extrañados de las corrientes
financieras mundiales. Es el coletazo de la recesión en los países centrales lo que nos
está empezando a golpear. Se achican las ventas externas de productos básicos, caen los
precios de nuestras commodities, las exportaciones no tradicionales también se resienten.
Ello se traduce en una tendencia de repliegue en el empleo, en la inversión y en el nivel
de actividad, previéndose también dificultades fiscales. El país busca adaptarse a esa
nueva realidad, que se suma a nuestros viejos problemas estructurales.
Los profesionales en Ciencias Económicas estamos dentro del vértigo de la economía
real. Y en medio del ruido tratamos de aportar nuestro mejor criterio con
vocación de compromiso. Queremos, lo decimos siempre, introducir racionalidad en los
procesos económicos, porque estamos convencidos de que cuanto más ello ocurra menos
espacio habrá para lo irregular, lo ilegítimo, lo que es contrario al interés general y
a la transparencia.
Dentro de este cuadro complejo, el Gobierno disolvió las AFJP. Nuestra Profesión + Auge
está en proceso de liquidación. Al momento del dictado de la ley, la nuestra (en la que
somos socios mayoritarios) era la mejor posicionada entre todas las restantes
administradoras en lo que hace a la colocación de los recursos que le fueron confiados
por los ahorristas, como corresponde a una entidad gerenciada por profesionales en
Ciencias Económicas; pero esa buena gestión no bastó para sustraerla de los efectos de
la decisión del Príncipe y el cese nos ha sido impuesto por ley. Como balance de esta
actividad, a pesar de su final abrupto e injusto, y sin perjuicio del informe detallado
que se hará no bien la liquidación esté sustancialmente terminada, puede adelantarse
que ha sido beneficiosa y que los perjuicios causados por el Estado serán reclamados por
las vías legales pertinentes de modo inclaudicable.
En estos tiempos, el objetivo fundamental es que el Consejo siga cumpliendo su función de
asistencia, de colaboración, de respaldo a la matrícula.
Siendo una institución tan grande, con tantos miembros con iguales derechos y
obligaciones, el eje de la acción debe seguir centrado, como a lo largo de las últimas
décadas, en aquellas cuestiones esenciales por las que el Consejo se convirtió en la
institución representativa de un conjunto de profesiones comprometidas en la búsqueda
del bien común. Si hemos llegado a ser la institución profesional más importante del
país, con esta representatividad, es porque nunca, ni por un momento, nos hemos apartado
del objetivo principal, que es respaldar plenamente al matriculado.
Con esta trayectoria estamos inmejorablemente posicionados para enfrentar la crisis
mundial y sus efectos locales. Poseemos las mejores herramientas, y gran claridad en los
objetivos. No vamos a distraernos de ese eje esencial.
La crisis obliga a poner un énfasis especial en la generación de los recursos y en su
empleo para asegurar el financiamiento del Consejo. Hemos adoptado y seguiremos adoptando
los cursos de acción que aseguren este objetivo.
Pero no basta con la sana administración de los recursos. Esencialmente, nuestro objetivo
es la consolidación del proceso de calidad como meta en todos los niveles del Consejo: en
la administración de la matrícula, en los servicios de apoyo a los profesionales, en las
actividades académicas, en las actividades de capacitación permanente y en los programas
de especialización, en los servicios de Salud, en las acciones culturales y deportivas, y
en la riquísima vida de las comisiones que analizan las más diversas problemáticas
específicas de nuestras incumbencias.
La calidad no se alcanza, sino con un proceso deliberado, participativo, abierto, flexible
y, al mismo tiempo, muy exigente. Constituye una vocación y una exteriorización del
mayor sentido de responsabilidad.
La calidad concierne al hecho de que los detalles no estén descuidados, pero que lo
central esté justamente en el foco de la acción. No hay calidad posible si la dirigencia
no está fuertemente combinada con los cuadros técnicos de ejecución. Si algo ha
generado el mundo contemporáneo, con su extraordinaria avanzada en materia
científico-tecnológica, es la conciencia de que las cosas pueden hacerse bien si se
planifican y se ejecutan con esmero. Esto se ha incorporado al Consejo como un criterio
insoslayable, como un estilo de conducción definitivamente estructurado en todos los
cuadros.
Por supuesto que no basta con que algo esté previsto y haya un responsable para llevarlo
a cabo. El celo, la responsabilidad, la vocación de servicio, la lucidez para advertir
las necesidades reales a cubrir, el cuidado de los recursos (que no debe suponer su
retaceo, sino su aplicación prudente y eficiente), son algunos de los criterios que se
amalgaman en el concepto de calidad. Nuestro espíritu está completamente orientado a que
las cosas funcionen del mejor modo dentro y fuera del Consejo.
¿Qué autoridad tendríamos para proponer soluciones legislativas a problemas concretos,
de las profesiones, del país mismo, si no estamos dando respuestas serias en nuestra
propia casa?
Para concluir quiero ser bien claro: la responsabilidad dirigencial no es algo que hayamos
asumido de modo formal, estático, o en todo caso para ser reclamada a posteriori, sino
como algo cotidiano, que concentra e impulsa nuestros esfuerzos. Nuestro Consejo se lo
merece en la persona de cada uno de los colegas. |
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