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Autor:
Dr. José Escandell
Presidente del CPCECABA |
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Es tiempo de que
hablemos del Consejo y exploremos nuestras propias visiones de la representación de las
profesiones en Ciencias Económicas y el modo como concebimos nuestros respectivos roles
individuales y colectivos en la relación con la Institución. Creo útil que nos
interroguemos acerca de si nos sentimos parte de la misma o nos es tal vez indiferente;
también si creemos en la necesidad de reconstruirla permanentemente y brindar nuestros
esfuerzos personales para lograrlo o simplemente nos conformamos con una vinculación
pasiva y receptiva.
Una perspectiva podría ser la histórica. Si bien las profesiones ya existían en el
país, su organización en una entidad rectora del control de los matriculados se produjo
en 1945. Desde ese momento y a lo largo de algo más de tres décadas la Institución se
consolidó en el rol de administración de las matrículas y en el ejercicio del poder de
policía profesional, delegado por la ley de creación. El aporte mayor de este período
ha sido, indudablemente, el de haber generado una fuerte conciencia colectiva de las
profesiones, que fue la plataforma del crecimiento institucional posterior al proporcionar
las bases de valores compartidos y de conciencia de grupo necesarios para proyectar su
desarrollo sobre pilares sólidos.
Muy cerca del comienzo de la década de los 80, aquel proceso de conformación de la nueva
conciencia del rol institucional dio lugar a otra etapa, que llega hasta nuestros días.
Su característica ha sido la creciente vocación por rodear al profesional de una
variedad de servicios que favorecieron su desarrollo integral. En lo profesional, mediante
la capacitación permanente y la realización de encuentros académicos de máximo nivel
para ampliar permanentemente las fronteras del conocimiento. En lo personal, buscando cada
vez mejores formas de potenciar el equilibrio y las fortalezas cuidando la salud y
también mediante la recreación y el deporte, comprendiendo en ello a las familias de los
matriculados. En la profesión como conjunto, creando marcos de participación que
permitieron desarrollar la ciencia y la técnica, y el desarrollo de las normas técnicas
de actuación, que llevaron a posicionarla de modo internacional con un fuerte liderazgo.
En el plano de la inserción en la sociedad, desarrollando una imagen y un prestigio para
las profesiones y también logrando niveles crecientes de compromiso con el bien común.
Hace ya treinta años que el Consejo ha venido creciendo ininterrumpidamente, tanto en la
cantidad de matriculados como en la extensión, calidad, cantidad, variedad y complejidad
de sus servicios, con un desarrollo de sus espacios, de su infraestructura y de su
tecnología. En ese mismo tiempo, el país, lamentablemente, ha pasado por muchas crisis
que han limitado las chances de numerosas personas y han ocasionado infinidad de daños,
creando una brecha muy importante entre el país que sentimos que merecemos y aquel que
hemos logrado. Pero, en todos estos tiempos, el Consejo siempre ha crecido y siempre se ha
desarrollado.
Esto es muy destacable, puesto que no solamente se han sorteado las restricciones propias
de estas crisis casi permanentes, sino que ha quedado de manifiesto una cualidad mucho
más relevante: los profundos cambios que en el ínterin han tenido la sociedad y la
cultura, que en muchas instituciones han operado como frenos a su evolución. En nuestro
caso han sido alicientes para fortalecer nuestras capacidades de desarrollo y adaptación,
creando una dinámica de cambio no ubicable fácilmente en otras instituciones. Somos sin
duda una organización que autoaprende permanentemente, flexible y abierta a la evolución
y anticipadora de los tiempos por venir. Y esta capacidad es producto de la simbiosis
entre las concepciones dirigenciales y el modelo de participación empleado, que invita y
logra el compromiso de muchos colegas en el aporte sincero y efectivo de sus capacidades y
talentos al servicio de la profesión toda.
Desde nuestra posición de hoy necesitamos tener una mirada proyectada a no menos de diez
años. Los escenarios que se vislumbran presentan características perfectamente
discernibles para potenciar las nuevas posibilidades y lograr mantener la excelencia
actual e incluso superarla, pero en el contexto de las nuevas condiciones de todo orden en
que ejerceremos nuestras actividades.
En ese lapso, la matrícula evolucionará desde los actuales 65.000 matriculados a algo
más de 100.000. Los espacios edilicios necesarios para brindar los servicios crecerán,
aunque en menor proporción. Sin embargo, podemos anunciar ya la muy pronta incorporación
de 5.000 m² de construcción de última generación. Crecerá en proporciones crecientes
la modalidad de prestación de servicios a través del espacio cibernético, mediante la
tecnología de comunicación, la de procesamiento de datos, las posibilidades de las redes
sociales, haciendo de los ámbitos virtuales verdaderos espacios de intercambio, de
multipresencia real y de relaciones interpersonales e institucionales (de hecho, acaba de
finalizar el proceso licitatorio que permitirá el recambio de todo el equipamiento de
servidores del Consejo, con lo que se accederá a la última generación en la materia).
Continuará el proceso de globalización con una fuerte incidencia en la estandarización
de normas técnicas, de auditoría, de control de calidad de las auditorías y de otras
especialidades profesionales, de estándares de actualización del conocimiento, con sus
exigencias hacia la capacitación permanente y su expansión a la mayor parte de los
profesionales. Continuarán los procesos sociales de desarrollo del capital humano, de la
vigencia de conceptos como los de Balance Social, Responsabilidad Social Corporativa,
Gobernanza Corporativa y cuidado del medio ambiente y del control de la emisión de gases
de carbono y, paralelamente con ello, se expandirán los compromisos de nuestras
profesiones y sus incumbencias.
Mejorará crecientemente la relación institucional entre los distintos niveles de
gobierno y las profesiones organizadas por entenderse finalmente que nuestra contribución
al bien común y a los superiores intereses de la patria constituye una vocación sincera
y se aceptarán con madurez nuestros aportes, mejorándose la concepción del profesional
y su imagen pública.
El interrogante que todo esto nos plantea es, en definitiva, qué rol asumiremos cada uno
de nosotros si queremos ser parte de este mundo que ya estamos tocando con nuestras manos.
Nos corresponde decidir si apostamos a cumplirlo como parte de una institución que es
orgullo de las profesiones o si consideramos posible el desarrollo basado fundamentalmente
en nuestros esfuerzos individuales.
Mi idea personal está claramente volcada al plano institucional. |
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