La incertidumbre de los pronósticos para 1997

El presente año finalizará con un producto interno bruto (PIB) superior en aproximadamente 3 % al obtenido en 1995, aunque aún por debajo del nivel alcanzado en 1994, más aún si se considera el PIB por habitante, indicador éste más relevante.

Para 1997 las previsiones apuntan en general a un aumento del PIB de alrededor de 5 % con respecto al año precedente.
Los pronósticos no suelen ser acompañados por el grado de probabilidad de los mismos y pareciera que actualmente ese grado no es suficientemente alto, debido a las significativas fuentes de incertidumbre existentes en el corto plazo (durante 1997).

Hay incertidumbre sobre la evolución de los mercados financieros internacionales, en cuanto a la permanencia de las actuales condiciones de muy abundante liquidez y relativamente bajas tasas de interés.
En este sentido, debe tenerse en cuenta que en las principales economías mundiales se está observando una suave tendencia a mayores tasas de crecimiento y de inflación.

Un escenario de escasez relativa de capitales y mayores tasas de interés en los mercados internacionales, afectaría -en diverso grado, según la cuantía de esos cambios- a la economía argentina por diferentes vías.
Por un lado, endurecería las condiciones de refinanciación de la deuda externa pública y privada, incluyendo mayores pagos de intereses -por incrementos de las tasas de interés y de riesgo país-, con el consecuente aumento del gasto y del déficit fiscal, así como del déficit de la cuenta corriente del balance de pagos.
Por otro lado, puede preverse también una presión al alza sobre las tasas de interés internas -coherente con un menor ingreso al país de capital financiero-, con el consiguiente efecto negativo en el nivel de actividad económica.

Una segunda fuente de incertidumbre -entre las principales- viene dada, en el corto plazo, por los desequilibrios de la economía del Brasil.
El déficit fiscal brasileño superará en 1996 el 4 % del PIB, siendo explicado básicamente por los elevados intereses de la deuda pública, financiados con un mayor endeudamiento interno a corto plazo, el cual ya alcanzó a 25 % del PIB.
Adicionalmente, son crecientes los déficit del balance comercial -atípicos en el Brasil- y de la cuenta corriente del balance de pagos.
En este contexto, no puede descartarse al menos una aceleración -suave o brusca, voluntaria o forzada- de la pausada tasa actual de devaluación del real, con sus negativas consecuencias sobre el comercio bilateral de productos industriales.

La incertidumbre del crecimiento económico

Más allá de la coyuntura, es decir, pensando en la economía argentina luego de la actual fase de reactivación -aún no cumplida totalmente-, cabe plantearse la cuestión del crecimiento: ¿puede razonablemente esperarse que el país transite por un sendero de vigoroso crecimiento económico?

Al respecto, la posición de las autoridades económicas es clara, al afirmar en síntesis que la eliminación del déficit presupuestario y de regulaciones económicas -acompañada del mantenimiento de la paridad cambiaria y de la apertura- llevará a aumentos del comercio exterior, las inversiones y la productividad, en un escenario de crecimiento económico y estabilidad monetaria.

Existen otros enfoques -más pesimistas o más realistas, según se evalúe- que tienden a señalar diversas limitaciones que teñirían de una fuerte incertidumbre el logro de un adecuado crecimiento, o bien podrían llegar a impedirlo.
Entre dichas restricciones, se menciona especialmente el desequilibrio de precios relativos que perjudica a los bienes comerciables internacionalmente, debido al “defecto de matriz” del esquema de convertibilidad, o sea, un bajo tipo de cambio real, no corregido aún suficientemente por vías indirectas.

Por otra parte, estos enfoques señalan (en relación o no con la cuestión cambiaria) un escaso dinamismo de las exportaciones, más allá de los especialmente favorables precios internacionales de los productos básicos en los últimos años.
Además, el grado de elaboración de las exportaciones es significativamente reducido, a la vez que los destinos de las colocaciones con mayor valor agregado se hallan muy concentrados a nivel regional, lo que sería indicativo de los insuficientes niveles de competitividad global.

Ese comportamiento de las exportaciones y la alta elasticidad de las importaciones respecto del PIB, llevan a que persista la tradicional relación directa entre nivel de actividad y déficit del balance comercial.
Sumado ello a los crecientes egresos por servicios financieros, tiende a repetirse dicha relación para la cuenta corriente del balance de pagos.

En consecuencia, el significativo déficit de la cuenta corriente en condiciones de crecimiento económico, implica la necesidad de elevados ingresos de capital para compensar ese desequilibrio y mantener el ritmo de crecimiento.
Se evidencia así la alta vulnerabilidad de este sendero de crecimiento, tendiendo a configurarse un ciclo económico dependiente básicamente de la entrada de capitales y que evidencia el escaso nivel de ahorro interno del país.

Por otro lado, aparece un serio interrogante sobre las posibilidades de un equilibrio de las cuentas fiscales más allá del corto plazo, considerando que incluso con un mayor nivel de actividad se registraría en 1997 un déficit, sobre cuyo nivel existen diferentes estimaciones.
Asimismo, la continua financiación externa de los dese- quilibrios fiscales -y su efecto sobre la relación exportaciones/deuda externa- agrava la vulnerabilidad económica y financiera, especialmente frente a eventuales restricciones en los mercados financieros internacionales.

Cabe destacar que las consideraciones anteriores se han referido al tema del crecimiento económico, no incluyendo así lo atinente a la llamada “cuestión social”.
Esta incluye problemas tales como los de distribución del ingreso y la riqueza, pobreza y exclusión, viabilidad de economías regionales, y capacidad de empleo y desocupación (en octubre último la tasa de desocupación -urbana y “abierta”- alcanzó a 17,3 %, según las primeras estimaciones).