Mejora de las expectativas sobre el nivel de actividad

Hacia noviembre último la mayoría de las previsiones ubicaban la tasa de crecimiento del producto interno bruto (PIB) para 1997 por debajo del 5 % estimado oficialmente.
Con posterioridad, gran parte de los pronósticos privados fueron revisados al alza, habiendo influido especialmente en ello la aceleración productiva observada en el último trimestre del año anterior, en que el PIB desestacionalizado se habría incrementado alrededor de 3 %.
Asimismo, este comportamiento tiende a elevar las estimaciones de aumento del PIB en 1996 a cifras algo por arriba de 4 %.

De lo anterior puede deducirse que habría en 1997 un efecto de “arrastre estadístico” positivo sobre la evolución del PIB.
Es decir, que aún si la economía presentara en todo el corriente año sólo un nivel de producción igual al del último trimestre de 1996, la tasa de crecimiento sería en 1997 de aproximadamente 3 %.

A ello se han agregado en los comienzos del año diversos factores que tienden a reafirmar las expectativas favorables, al menos para los meses próximos.
En el orden externo, dada la fuerte correlación que presenta el modelo económico entre crecimiento e ingreso de capitales, resulta sustancial para la evolución de la actividad económica el nivel de las tasas de interés internacionales, principalmente las estadounidenses.
Y en esta materia han tomado mayor peso las previsiones de que la Reserva Federal no elevará próximamente las tasas de interés de corto plazo, bajo la influencia de factores tales como el inesperado descenso en enero de los precios mayoristas en Estados Unidos y la propuesta del presidente de un acuerdo político con la oposición republicana para la reducción del déficit fiscal.

Por otro lado, se ha acelerado últimamente la tendencia a la revaluación de la moneda estadounidense.
Desde fines de 1995 hasta mediados de febrero de 1997, el marco se devaluó en aproximadamente 15 % frente al dólar y el yen lo hizo en un 17 %.
De todos modos, la consecuente revaluación del peso argentino frente a las monedas alemana y japonesa no tiene en el corto plazo una influencia negativa sustancial sobre el comercio exterior del país, dados entre otros factores, la composición y destino de nuestras exportaciones.

Y desde el punto de vista financiero, la apreciación del dólar tiende a debilitar la posibilidad de un incremento de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal estadounidense, ya que ello atraería a ese país más capitales externos que incrementarían la demanda de dólares y así también su cotización, agravando el problema (contrariando la posición ya expresada por el Grupo de los Ocho grandes países).

En el orden interno, diversos factores han presentado en enero una evolución también favorable, entre otros, los despachos de cemento, el crédito hipotecario, las ventas siderúrgicas internas y las ventas de automotores.
Asimismo, cabe mencionar las excelentes perspectivas de la cosecha gruesa y su colocación, así como de la demanda derivada (agroquímicos, maquinaria agrícola, etc.).

De todas formas, estas tendencias favorables al crecimiento en 1997, no deberían obstaculizar el análisis de las restricciones existentes en el mediano plazo.
En este sentido, puede observarse que aún con un crecimiento algo superior a 5 %, el PIB por habitante se habría ubicado a fines de 1997 Ñy durante 3 añosÑ por debajo del alcanzado en 1994.

La mayor flexibilidad del Fondo Monetario Internacional

El Ministerio de Economía difundió en enero último el texto del memorando de entendimiento con el FMI, que presenta en forma trimestral las metas fiscales, monetarias y de endeudamiento para el corriente año, correspondientes al convenio de crédito contingente actual.

En el memorando se especifica que el Poder Ejecutivo volverá a proponer al Congreso la aplicación del impuesto a las ganancias sobre los reintegros impositivos recibidos por los exportadores.
Asimismo, con respecto a la posible privatización del Banco Hipotecario Nacional y el eventual destino de los recursos a financiar un programa de inversiones en infraestructura, se aclara que las autoridades efectuarán “consultas con el FMI sobre las medidas que resulten necesarias para compensar los efectos de dicho programa sobre el gasto público”.

En el mes de marzo arribará una misión del FMI, a fin de iniciar conversaciones tendientes a realizar un “acuerdo de facilidades extendidas”, que ampliaría en el tiempo el convenio actual, configurando un acuerdo por tres años hasta 1999 inclusive.
En el mismo se fijaría una serie de reformas estructurales, incluyendo las relativas al sistema tributario, la coparticipación federal de impuestos, las obras sociales, etc.

En relación a las metas ya establecidas para 1997, éstas podrían no tener modificaciones, si bien se estima que ello dependería en parte del grado de cumplimiento alcanzado respecto de las metas estipuladas para el primer trimestre del año.

Más allá de los resultados que arroje el primer trimestre en relación con las metas establecidas, cabe estimar que en caso de algunos incumplimientos, no se afectará significativamente la relación con el FMI, incluyendo el acceso al previsto acuerdo trienal, en el cual están interesados tanto las autoridades como el organismo internacional.

Como antecedente, debe señalarse que a partir de 1995 -luego de la crisis desatada en México y seguidamente en nuestro país- el FMI ha evidenciado una actitud sumamente flexible y contemporizadora en sus negociaciones con las autoridades argentinas, en un obvio cambio con respecto a su tradicional posición, más rígida e inflexible.

Un factor fundamental en dicho cambio de posición del FMI radica en la prioridad asignada a la extensión y consolidación de las reformas estructurales -dentro de los cursos de acción de los organismos financieros internacionales- y el carácter de “modelo adelantado” que presenta en ese sentido la Argentina.

En este contexto, una importante flexibilidad del FMI en materia de déficit fiscal -incluyendo la aplicación de heterodoxos conceptos contables- resulta plenamente funcional, dado que:

el déficit del sector público está originado en muy importante proporción por las reformas relativas al sistema previsional;

una mayor presión a la baja del gasto público intensificaría las tensiones económicas y el costo social de las reformas, debilitando así su viabilidad política y social en el tiempo;

una mayor flexibilidad en la revisión de las metas cuantitativas, permite concentrar principalmente el impulso negociador en importantes reformas, en su mayoría escasamente viables poco tiempo atrás (relaciones financieras de la Nación con las provincias, legislación laboral, privatización de los grandes bancos oficiales, etc.);

en las condiciones internacionales de abundante liquidez que vienen observándose, es relativamente fácil la financiación de los déficit fiscales, ayudando esto también a la colocación de los excedentes existentes en los mercados financieros internacionales.