El sostenimiento de la reactivación presente

La economía argentina expone, en la actualidad, una situación con tendencia positiva cuando se la observa, preferentemente, desde el comportamiento de los grandes agregados macroeconómicos y con un enfoque de corto plazo.
El crecimiento del producto interno bruto (PIB), con pronósticos del orden del 5 % para el año en curso, el incremento de los depósitos y créditos bancarios y la ca'da de las tasas de interés, constituyen elementos que avalan esta visión favorable.

Inclusive los nœmeros fiscales parecen estar razonablemente bajo control, si se considera que el déficit previsto es financiable en el contexto actual y que la probabilidad de cumplimiento de las metas presupuestarias acordadas con el FMI -que prevén un desequilibrio de $ 1.640 millones para el primer trimestre del corriente año- permitiría suscribir un acuerdo de facilidades ampliadas con dicho organismo, que se prolongaría hasta 1999.

La principal clave explicativa del cuadro de situación coyuntural se apoya en el fluido acceso al financiamiento internacional y también al financiamiento local, que permite compatibilizar la rigidez del esquema de convertibilidad con la presencia simultánea de déficit en el plano fiscal, por un lado, y un creciente desequilibrio en la cuenta corriente del balance de pagos, por el otro.

De allí, la necesidad de un monitoreo constante sobre la tasa de interés en los Estados Unidos como factor determinante de la obtención de fondos externos, circunstancia que introduce un elemento importante de incertidumbre sobre la marcha de la economía.

La cuestión relacionada con el desequilibrio creciente en la cuenta corriente del balance de pagos -que se explica en función de la reaparición del déficit en el comercio exterior de bienes y servicios, en los mayores pagos de intereses de la deuda y en el incremento de la remisión de utilidades a las casas matrices derivada de la significativa inversión de capital extranjero, incluyendo privatizaciones, en los últimos años (ver cuadro adjunto)- pone un toque de atención sobre la viabilidad externa del actual ordenamiento económico.

Si bien son muchos los factores estructurales que inciden sobre la conformación de una economía solvente desde el punto de vista externo -volumen y orientación de las inversiones, niveles de competitividad, política comercial externa, etc.- el dinamismo, la conformación y el destino de las exportaciones constituyen la evidencia más significativa en su expresión inmediata.
Y en tal sentido, cabe reconocer que las exportaciones argentinas muestran señales contradictorias, por cuanto si bien el incremento de las mismas ha sido importante en los últimos años, existe una elevada concentración en pocos productos y de bajo grado de elaboración, que no se compadece con las experiencias más exitosas en la comparación internacional.

Conflicto de visiones y de intereses en el MERCOSUR

La relación asociativa de la Argentina con el Brasil en el ámbito del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) está pasando por una fase conflictiva.
Por una parte, existen restricciones no arancelarias que afectan las exportaciones argentinas de diversos productos (medicamentos, lubricantes, vinos, etc.), a la vez que del lado brasileño se efectúan también diversos reclamos.
Se espera que a fin de abril se haya arribado a un acuerdo en gran parte de estas cuestiones de índole comercial.

Por otra parte, el diferendo sustancial parece radicar en las fuertes asimetrías entre ambos países en materia de promoción industrial para diversas ramas y también más específicamente en cuanto a la promoción de inversiones industriales.
Más allá de las expresiones oficiales, se observa en el Brasil una tendencia en los hechos a utilizar intensamente subsidios y otros instrumentos de estímulo a la producción y las inversiones en industrias relevantes, mientras que en nuestro país se ha optado claramente desde 1989 por el libre juego de los mecanismos de mercado, al menos en el sector industrial.

Esa divergencia de políticas responde, en el caso brasileño, a un proyecto de industrialización integrada, apoyado en un activa intervención estatal, en un amplio mercado interno y en crecientes exportaciones, proyecto básicamente vigente bajo los sucesivos gobiernos.
A ello se agrega un mayor grado de libertad en materia de gasto y déficit fiscal, dada la inexistencia de un régimen de convertibilidad como el argentino.

La política brasileña de estímulo a la radicación de inversiones en diversas actividades manufactureras -especialmente la automotriz- se desenvuelve por dos vías.
Por un lado, varios de los estados (provincias) despliegan una amplia gama de subsidios compitiendo entre sí y con la Argentina por la localización de nuevas fábricas.
Las autoridades del Brasil se apoyan en la falta de regulación de los incentivos fiscales en los acuerdos del MERCOSUR y señalan que los estados brasileños poseen una gran autonomía constitucional en esta materia.

A la vez que el ministro de Hacienda brasileño -en concordancia con el ministro de Economía argentino- expresó su oposición a los incentivos fiscales para atraer inversiones, el presidente del Brasil dictó un decreto en diciembre último que otorga un amplio conjunto de subsidios hasta fin de 1999 -y de posible ampliación hasta el 2010- a la instalación de plantas automotrices en los estados del noreste, norte y centro-oeste.
Este régimen -defendido como "una excepción"- recibió recientemente aprobación del Congreso, que incluso extendió el plazo de presentación de los proyectos de inversión.

Con respecto a los subsidios estaduales, el titular de Hacienda brasileño dijo que impondrán restricciones a los mismos, como condición para la refinanciación de deudas estaduales por parte del gobierno federal.
Y en cuanto a los subsidios promovidos por el Poder Ejecutivo y el Congreso, habría un principio de acuerdo bilateral en una compensación de los mismos mediante un aumento del cupo de exportaciones argentinas de automotores sin contrapartida de importaciones.
Además, se creó una comisión de armonización de políticas fiscales, que tratará los problemas de competencia a que dan lugar los subsidios.

En un intento de reacción ante las políticas brasileñas, la provincia de Buenos Aires aprobó la exención del pago de los impuestos a los ingresos brutos e inmobiliario -por 3 a 7 años, según la región-, a las empresas manufactureras que se instalen en su territorio.

Por su parte, la Comisión de Industria de la Cámara de Diputados solicitó la presencia del secretario de Industria a fin de considerar los citados diferendos con el Brasil, estimándose que se reclamaría una posición más enérgica en las respectivas negociaciones.

La capacidad argentina de atracción de inversiones -incluidas las de origen local- se halla determinada en medida significativa por las posibilidades del mercado ampliado constituido por el MERCOSUR.
Si al incentivo que supone para el Brasil poseer claramente el mayor mercado interno, se agregan los fuertes subsidios a la inversión presentes -no siendo descartable su extensión a más ramas productivas-, las posibilidades argentinas de inversión, comercio y desarrollo se ven negativamente afectadas.
Y considerando, entre otros factores, las diferencias de visión que pueden apreciarse en las esferas oficiales de ambos países en materia de política económica -y el hecho de que los incentivos fiscales brasileños ya vienen produciendo sus efectos-, las posibilidades de una solución satisfactoria aparecen en principio más bien limitadas.