El sostenimiento de la reactivación presente

Las razones del conflicto comercial con los Estados Unidos

Recientemente se conoció la decisión del gobierno de los Estados Unidos de excluir a una gama de productos argentinos de los beneficios arancelarios otorgados por el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP).

La fundamentación de tal medida se basa en la discrepancia de los Estados Unidos con respecto a la Ley de Patentes sancionada por la Argentina en 1996, en particular por la extensión del período de transición (5 años) hasta el reconocimiento pleno de los derechos de propiedad intelectual.
La industria farmacéutica estadounidense fue, por esta causa, la que más presionó al gobierno de su país para que adopte las medidas de represalia.

Los productos argentinos perjudicados por su exclusión del SGP representan exportaciones a los Estados Unidos por una cifra del orden de los u$s 250 millones y el daño comercial máximo se mide por la diferencia entre el arancel preferencial que pagaban y el arancel pleno que abonarán de aquí en más.

De todos modos, cabe señalar que el tema de fondo no son las restricciones comerciales impuestas por los Estados Unidos -aunque sí lo es para los intereses sectoriales afectados-, sino la prioridad otorgada por ese país al reconocimiento internacional de los derechos de propiedad intelectual.
Y tal prioridad está directamente vinculada al carácter decisivo que el dominio de las nuevas tecnologías ha comenzado a tener, para asegurar la supremacía económica de las naciones y las empresas a escala mundial.

El proceso de globalización basado en la revolución tecnológica -hasta ahora claramente expresado en el campo de las comunicaciones y la informática- otorga al conocimiento un lugar determinante en la construcción de las relaciones económicas entre los países y de una magnitud desconocida en el pasado.
De allí que los países líderes en el campo de la investigación y desarrollo (IyD) -obviamente los países económicamente más avanzados- procuren asegurarse la protección legal de los frutos de las tareas en IyD, o sea, la apropiación plena de la renta tecnológica.

El carácter estratégico otorgado por los países industrializados -en particular por los Estados Unidos- al reconocimiento de los derechos de propiedad intelectual llevó a plantear el tema, por primera vez, en la Ronda Uruguay del GATT, donde finalmente se alcanzó un acuerdo denominado “TRIPS”.

Dicho acuerdo establece el derecho de patentar todas las invenciones, sean de productos o de procedimientos, con la sola exclusión de aquellas que puedan afectar la moral y el orden público, los métodos de diagnóstico, terapéuticos o quirúrgicos y por último, aunque sujeto a revisión, las plantas y los animales obtenidos por procedimientos que no sean esencialmente biológicos.
Como se observa, la protección de la propiedad intelectual es lo suficientemente amplia como para producir fuertes impactos económicos en el futuro.

Adicionalmente y en lo que más interesa al reciente conflicto comercial con los Estados Unidos, el acuerdo establece que las controversias entre los países deberán dirimirse en el seno de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y que las naciones en desarrollo tienen un período de transición de 5 años para adecuar sus legislaciones nacionales a lo pautado en la Ronda Uruguay del GATT.

En consecuencia, es correcta la posición de la Cancillería argentina cuando señala que los Estados Unidos no deben adoptar unilateralmente medidas de represalia comercial por la Ley de Patentes argentina, sino que la solución del conflicto tiene que dirimirse en el seno de la OMC.

Conflicto de visiones y de intereses en el MERCOSUR

Perspectivas del sector industrial en el corto plazo

El nivel de actividad del sector manufacturero presentó un buen desempeño en el primer trimestre del año, de acuerdo a la información disponible:

el aumento de la producción durante el primer bimestre fue estimado en 7,0 % por el INDEC y en 10,6 % por FIEL, respecto de igual lapso de 1996;

los datos conocidos de marzo comprenden incrementos significativos de la producción de automotores y también de las ventas al mercado interno de cemento, acero y aluminio;

el primer trimestre mostraría, en consecuencia, una tasa de aumento de la producción similar a las citadas estimaciones para los dos primeros meses del año.

Es así que después de un período recesivo -de 12 meses con menor producción que en iguales meses del año anterior, desde abril de 1995 a marzo de 1996- con una de las mayores caídas históricas de la actividad industrial, recién en el primer trimestre de 1997 se retomaría el nivel de producción previo de 1994.

Es muy probable que a partir de abril del corriente año la actividad manufacturera presente tasas de aumento menores a las del primer trimestre.
Ello se origina en la diferente base de comparación, que será ahora más alta, pues en abril de 1996 comenzó la fase de recuperación productiva.

De acuerdo a lo observado durante el primer trimestre y a ciertas tendencias que se prolongarían, apuntan a afirmarse algunas actividades cuyo mayor dinamismo ejercería efectos estimulantes sobre la demanda de diversas producciones manufactureras, y así sobre el conjunto del sector en los próximos meses y quizá en todo el año:

el sector de la construcción, demandante de insumos tales como cemento, hierro redondo, carpintería metálica, sanitarios y vidrio;

la actividad agrícola, con requerimientos de maquinarias agrícolas y productos agroquímicos, y

la rama automotriz, demandante de insumos tales como neumáticos, productos metálicos y de caucho sintético.

Cabe señalar que la demanda dirigida a estas actividades dinamizantes depende fuertemente, en general, de un favorable acceso a la financiación, por lo cual se están beneficiando -después de unos dos años de retracción- de la mayor disponibilidad de crédito en el sistema financiero.

Por otro lado, la producción del grupo de bienes intermedios con perfil exportador se halla en una gran parte (siderurgia, agroquímicos, aluminio, caucho sintético) limitada en su expansión por encontrarse cerca del límite de uso de su capacidad instalada, ya desde mediados de 1996.
Los respectivos proyectos de inversión en marcha recién comenzarían a producir, en general, a partir de mediados de 1998.

En el muy corto plazo, existen algunos factores externos que en diversa medida podrían afectar el buen comportamiento productivo del sector industrial: los ingresos de capitales del exterior -relacionados con las tasas de interés estadounidenses-, las medidas que pudiera adoptar el Brasil para mejorar su balance comercial y los conflictos comerciales con los Estados Unidos.

Más allá de la coyuntura, algunas de las asignaturas pendientes en el sector -que no permiten aún observar una tendencia vigorosa de crecimiento en el mediano y largo plazo-, serían:

un escaso dinamismo de las exportaciones de manufacturas de origen industrial -las que pueden proveer más empleo-, y su significativo grado de concentración en los países asociados del Mercosur;

un escaso apoyo a la actividad de las PyME, que en general son fuertes creadoras de empleo y están activamente promovidas en los países industrializados y en otros de reciente industrialización.

Importa tener en cuenta que la etapa de fuerte crecimiento de la productividad industrial -que incluyó la reducción de puestos de trabajo- está tendiendo a desacelerarse, por lo cual sería aún más imperiosa ahora la instrumentación de una política industrial que atendiera dichas asignaturas.