La Inversión Extranjera Directa

Cuestionario

1. ¿Qué significado económico le asigna al fuerte proceso de adquisiciones y absorciones de empresas locales, por parte de empresas de capital extranjero?

2. ¿Cuál es a su juicio el impacto que puede tener sobre la estructura productiva argentina, la presencia creciente de empresas transnacionales?

3. ¿Considera usted que la Argentina y el Brasil deberían acordar un sistema único de incentivos a la inversión extranjera directa?


Dr. Marcelo Ramón Lascano

1. Más allá de la globalización que constituye una expresión de dinamismo financiero, cultural, informático, más que productivo “stricto sensu”, la fuerte presencia del capital extranjero es un fenómeno universal e irreprimible en la economía contemporánea.
Sin embargo, por sus diferentes consecuencias se debe distinguir.

La extranjerización en la producción de transables o de no transables no resulta entonces una cuestión menor.
Los primeros siempre suponen un alivio o una mejoría para los balances de pagos; los segundos generalmente no, de modo que la posibilidad de atraer uno u otro tipo de inversiones no es indiferente para el equilibrio general del sistema.
Mucho menos en contextos de elevada vulnerabilidad externa, inducida por el endeudamiento público y privado y la extranjerización de sectores productivos con balances cambiarios negativos, como sucede ostensiblemente en el caso de la prestación de servicios públicos, la actividad financiera y ofertas dirigidas específicamente al mercado interno.

La adquisición y absorción de empresas existentes, aunque el gerenciamiento y la tecnología mejoren, no denuncian necesariamente la presencia de ventajas ante la alternativa de inversiones nuevas, por definición más eficientes y competitivas internacionalmente.
Si este proceso, por lo demás, acompañado de fuerte concentración en la propiedad, subsiste mediante integraciones que la profundizan, se puede vislumbrar un debilitamiento gradual de las instituciones nacionales que, por ejemplo, en los EE.UU.
por la legislación resultaría difícilmente digerible.
Además, si bien firmas con equipos anticuados pueden mejorar relativamente la producción y la productividad reemplazando mano de obra por nuevo equipo y tecnología, ello también puede incentivar el desempleo existente y ampliar la brecha entre salarios de personal capacitado y no capacitado en obsequio de los primeros.
Sería la respuesta natural, pero política y económicamente puede llegar a ser trascendente y desestabilizante.

Elegido el camino de la desnacionalización sin crítica, esto es sin análisis, la política económica debería articular mecanismos complementarios de generación de divisas que resulten compatibles con la demanda potencial, para evitar cuellos de botella en el mercado cambiario o interrupciones en el crecimiento inducidas por la débil oferta de cambio extranjero.
En esta inteligencia, es ilustrativa la experiencia histórica.

Entre 1900 y 1930 sólo un crecimiento explosivo de los transables permitió afrontar sin sobresaltos los elevados compromisos en divisas del país.
En algún momento y según datos de la CEPAL, el servicio del capital extranjero llegó a representar más del 20% de las exportaciones.
Ello no afectó la estabilidad cambiaria debido a la fuerte solvencia externa.

En 1928, con el 3% del comercio mundial, la Argentina exportaba el equivalente a unos u$s 200.000 millones actuales, lo que representa una cifra similar al PIB de hoy en nuestro país según los cálculos efectuados por Adolfo Buscaglia utilizando la metodología de la paridad del poder adquisitivo y difundidos recientemente en la Academia Nacional de Ciencias Económicas.

2. Las empresas transnacionales demandan un examen especial, sin quedar por ello al margen de lo mencionado.
En el plano productivo el impacto final debería merituarse en los planos tecnológico, laboral, fiscal, financiero y externo, entre otros, buscando amortiguar cuidadosamente algunos efectos para moderar desfavorables consecuencias.

El hecho de que casi 1/3 del comercio mundial se practique “intrafirma”, induce a muchas transnacionales a una distribución de las funciones mundiales de producción según enfoques “circunstanciales” y no ajustados a la conveniencia de los países anfitriones a largo plazo.
Funciones de producción capital intensivas tienden a desplazar antes que a demandar mano de obra.
Si el fenómeno se magnifica, el desequilibrio se traslada al campo fiscal vía asistencialismo, tal cual lo observó James Tobin aunque en otro contexto, desviando recursos públicos de usos alternativos más ventajosos social y económicamente.

En el plano de las recaudaciones, según Tanzi refiriéndose a globalización y sistemas fiscales, la manipulación de los costos de los insumos importados dentro del grupo también puede desviar fondos públicos.
Los beneficios se registran en otras jurisdicciones fiscales menos exigentes.
Algo parecido sucede con el impuesto a la renta personal, cuando los beneficiarios de grandes ingresos piensan no ser alcanzados por la autoridad.
En ambos casos el déficit y el endeudamiento oficial se magnifica.

En mercados escasamente monetizados, la demanda de fondos prestables por grandes corporaciones podría llegar a suscitar eventuales desplazamientos (“crowding out”) de firmas de menos envergadura y menos atractivas para los bancos.
La experiencia demuestra que resultaría altamente conveniente que el sector transnacional contribuya a mejorar substancialmente el balance de divisas del país, sobre todo exportando, desde que a mediano y largo plazo el mismo se convierte en un fuerte demandante de cambio extranjero.
Así se podría evitar volver a un pasado donde la escasez de divisas interrumpió recurrentemente el desarrollo sostenido e hizo de la apertura y la estabilidad verdaderas utopías.

3. Si el propósito es articular un espacio común, parece ineludible coordinar y armonizar todo lo concerniente a la inversión extranjera directa en la región.
Es la única manera de evitar un mercantilismo incompatible con el instinto de asociación predominante y la durabilidad pacífica del proyecto.


Dr. Eduardo de la Fuente

1. El significado económico de las adquisiciones y absorciones de empresas locales por empresas de capital extranjero está en relación directa con el sector involucrado.

El efecto positivo crece en función al dinamismo del sector, la tecnología y el capital adicional que se aporta.
También considerando los antecedentes que garantizan actualización tecnológica con orientación a incrementar el valor agregado nacional con dinamismo exportador.

En ramas no dinámicas difícilmente el aporte compensará la carga sobre el balance de pagos de los dividendos, royalties, etc.

2. Considero que la respuesta está cubierta en la pregunta 1.

3. La política negociadora de la Argentina en el MERCOSUR fue por lo menos ingenua.

El Tratado de Asunción dispone la compatibilización de políticas y nada se hizo para corregir las fuertes asimetrías que juegan a favor de Brasil, donde el régimen estadual permite cualquier manejo.

Debe, además, tenerse en cuenta que todas las medidas que adopta el Brasil no respetando las reglas de juego, tienen un mensaje subliminal: si quieren vender en el mercado más grande del MERCOSUR les conviene invertir en Brasil que tiene políticas definidas de desarrollo productivo, las aplica y las defiende.