El perfil de las exportaciones

Cuestionario

1. ¿Qué opinión le merece la actual composición de las exportaciones argentinas, tanto a nivel de productos como de mercados de destino?

2. ¿Cuál debería ser la estrategia para poder aumentar la tasa de crecimiento que las exportaciones han mostrado durante la década del 90?

3. ¿Cuáles pueden ser los sectores exportadores más dinámicos en el mediano y largo plazo y cómo pueden contribuir a la solución del problema del desempleo?


Lic. Alejandro E. Mayoral

1. La evolución de las exportaciones argentinas en los últimos años es una resultante del conjunto de reformas estructurales instrumentadas por nuestro país a partir de 1990.
En este marco, el comercio superará en 1997 los 58 mil millones de dólares, más que triplicando los valores observados en el comienzo de la década.

En cuanto a las exportaciones, en particular, vienen creciendo en forma ininterrumpida a un ritmo del 14% anual, mayor que el mundial, lo cual implica ir aumentando gradualmente la participación argentina en el comercio internacional.

A partir de la conformación de la Unión Aduanera del MERCOSUR, en 1991, las exportaciones argentinas a este destino se cuadruplicaron.
Pero también se incrementaron las ventas hacia nuevos mercados.
En este sentido las exportaciones a Chile pasaron de menos de 500 millones de dólares en 1991 a casi 1.800 millones de dólares en 1996, reflejando el fortalecimiento que se viene manifestando en el comercio con la región.
Asimismo, el intercambio con el área del Asia-Pacífico se ha más que duplicado en el período 1996/1991, destacándose la expansión del comercio con países como Taiwan, Corea y Hong Kong.
También se presentan tasas muy elevadas de crecimiento en las transacciones con países como Dinamarca, India, Líbano, Sud Africa y Grecia, entre otros, lo cual constituye un indicador de la diversificación que están alcanzando nuestras ventas externas.

La composición de las exportaciones por rubros, muestra la competitividad de nuestro país en la producción primaria y de alimentos, como consecuencia de su amplia dotación de recursos naturales.
Pero no puede dejar de destacarse el crecimiento que observan las exportaciones de manufacturas de origen industrial, en especial el de las PyMEs de nuestro país, las cuales encuentran en la región un mercado muy favorable para su desarrollo.

2. El aumento de la tasa de crecimiento de las exportaciones, conlleva que la Argentina siga avanzando con el proceso de transformación económica que ha encarado, profundizando la desregulación de los mercados y promoviendo la competitividad de su sector productivo.
En este sentido adquiere un papel relevante la incorporación de tecnología y la capacitación de los niveles gerenciales, en especial en lo relativo al management empresarial.
Asimismo, resulta relevante la difusión de información, acerca de la dinámica y características de los mercados internacionales, y de los instrumentos de política comercial con que cuenta el empresario argentino para aprovechar las oportunidades que se generan en el contexto mundial.

Por otra parte se debe continuar aumentando la diversificación de los destinos, buscando aumentar en especial la participación de los productos argentinos en mercados de gran potencial, donde nuestra presencia resulta aún muy baja, tal el caso de los países de la región del Sudeste Asiático.

3. La mayor inserción de la economía argentina en el contexto internacional resulta un aspecto fundamental en el proceso de transformación económica y sienta las bases para el desarrollo productivo y la mejora del nivel de vida de la población.
En este sentido, se registra a partir de 1990, un fuerte incremento de las inversiones en nuestro país, las cuales se han dirigido hacia aquellos sectores que cuentan con mayores ventajas competitivas.
Este flujo de inversiones ha contribuido a la incorporación de tecnología y al aumento de las exportaciones y de la actividad económica.

Por otra parte, cabe señalar que se observa la participación de un conjunto mucho más amplio de empresas exportadoras en todo el país, lo cual refleja una mayor diversificación sectorial y regional.
Al respecto, cabe señalar que su número se elevó de 6.500 empresas en 1988 a más de 11.000 en la actualidad.

A su vez, se vienen registrando aumentos de las exportaciones provinciales.
Ello indica un fortalecimiento de las economías regionales, las cuales tienen un importante efecto multiplicador sobre la actividad económica del interior del país.


Lic. Daniel E. Novak

1. A nivel de productos, en los últimos años no ha habido una mejora sino un deterioro en la composición de las exportaciones.
En 1996, las manufacturas de origen industrial (MOI) volvieron a representar el 27% del total de exportaciones, al igual que en 1990, luego de haber alcanzado el 31% en 1995 como lógica consecuencia de la recesión post-tequila.

En el mismo lapso, las manufacturas de origen agropecuario (MOA) cayeron de 38% a 35%, y en los primeros cinco meses de este año descendieron a 31% del total de exportaciones.
Mientras tanto las exportaciones de combustibles pasaron del 7% al 13% entre 1990 y 1996 y las de productos primarios se acercaban al 30% en los primeros cinco meses de este año, cuando en 1990 fueron el 28% del total.
Este proceso de “reprimarización” de las ventas externas pone en duda la utilidad que este estilo de apertura económica tiene para la generación de mayor valor agregado interno.

Por el lado del destino de nuestras exportaciones, también surge un fuerte interrogante sobre los avances de competitividad derivados de este proceso de apertura.
En 1996 el 33% de las exportaciones se dirigió hacia los socios del MERCOSUR, a la Unión Europea fue el 19% y hacia los países del NAFTA el 10%.
Sin embargo, por el lado de las importaciones las participaciones relativas fueron 24, 29 y 23% respectivamente.
Por eso el déficit anual con el NAFTA fue de u$s 3.240 millones y con la Unión Europea de 2.330 millones.
El déficit comercial con EE.UU.
fue muy similar en valor absoluto al superávit que mantenemos con Brasil y Chile juntos.

De ninguna manera es malo que una parte importante de nuestras exportaciones se destine al MERCOSUR y otros países latinoamericanos.
Lo que no resulta tan claro todavía es que estemos en condiciones de competir en igualdad de condiciones con las economías más industrializadas, ya que a pesar de nuestros esfuerzos de integración, no parece que se nos hayan “contagiado” aún los niveles de productividad de esos países.

2. Si vamos a hablar de las exportaciones “brutas”, no se aprecian muchas posibilidades de incrementar la tasa de crecimiento de los últimos años, toda vez que entre 1990 y 1996 aumentaron a una tasa anual acumulativa superior al 11%, duplicando prácticamente su valor en ese lapso.

Prescindiendo de su composición, el problema mayor de la Argentina son las exportaciones “netas” y no las brutas, siendo aquéllas la diferencia entre las exportaciones brutas y las importaciones.
Desde el punto de vista macroeconómico la categoría relevante es la de las exportaciones netas y sólo el crecimiento de éstas puede constituir un factor de expansión económica interna.
En nuestro país, el estilo de apertura adoptado desde 1991 ha significado un descenso permanente de las exportaciones netas, sencillamente porque las importaciones han crecido mucho más que las exportaciones brutas.Esto remite nuevamente al problema de la composición de las exportaciones y su perfil.
El hecho de que las importaciones hayan crecido más que las ventas externas induce a concluir que aun las que no son productos primarios tienen un contenido importado mucho mayor que antes, con lo cual el solo hecho de mejorar la participación de manufacturas no garantiza que se traduzca en un mayor valor agregado interno en las exportaciones.

Entonces, la manera de aumentar la tasa de crecimiento de las exportaciones netas implica definir una estrategia de política que estimule aquellas ventas externas con mayor valor agregado interno.
De lo contrario podríamos correr el riesgo de caer en la visión ilusoria de los países “maquiladores” de mirar sólo el aumento del valor de las exportaciones brutas creyendo que con eso sólo basta para mejorar la economía.

3. Sin políticas explícitas de fomento al valor agregado interno y con una apertura irrestricta, los sectores exportadores más dinámicos a mediano y largo plazo terminarán siendo los que se dediquen a aprovechar ventajas naturales (las viejas ventajas comparativas estáticas) y los que importen la mayor parte de los insumos a precios internacionales.
Si éste es el perfil que seguirán desarrollando las ventas externas, muy poca contribución harán a la resolución del problema del desempleo, tal como ha sucedido en los últimos años.
No sólo eso, sino que además casi toda la inversión productiva que se haga será, como lo fue hasta ahora, para sustituir progresivamente mano de obra en la función de producción.

En estas condiciones, seguiremos con un proceso en que los beneficios de la apertura continuarán sin derramar sus pretendidas ventajas en el conjunto de la población.