La crisis bursatil y el financiemiento externo

Cuestionario

1. ¿Considera usted que las fuertes fluctuaciones bursátiles que se registran a escala mundial, pueden afectar —y en qué medida— el financiamiento externo que requiere la economía argentina?

2. ¿Cuáles podrían ser las eventuales consecuencias sobre la economía real?

3. ¿Cuáles son las principales enseñanzas para nuestra política económica que expone el presente shock externo?


Dr. Arturo O’Connell

1. En la medida que la fluctuación de las bolsas expresa algunas dificultades en la evolución de la economía mundial que afectan asuntos decisivos, entre otros, el papel financiero mundial de Japón o el ingreso masivo de la producción de China en el mercado internacional, su efecto estaría relacionado con las consecuencias de esas dificultades que pueden ser de gran envergadura y, por lo tanto, afectar no sólo el financiamiento externo sino todo el cuadro internacional en el que se desempeña la economía argentina.
Por ejemplo, el dinamismo de los mercados, específicamente del Sudeste de Asia o de otras áreas, podría deteriorarse para las exportaciones argentinas con lo que se agravaría la necesidad de financiamiento externo.
A su vez, un deterioro en las perspectivas de crecimiento de la Argentina podría afectar algunos planes de inversión extranjera, con lo que el problema sería más severo aún.
La fluctuación de las bolsas, de por sí, ya ha redundado en dificultades para la colocación de papeles de los "mercados emergentes" y un violento aumento de los márgenes exigidos en relación con las tasas de interés de referencia.
Si bien el mercado financiero internacional se ha vuelto más discriminatorio, tal circunstancia no puede sino afectar a la Argentina que, por otra parte, tiene una cuenta corriente crecientemente deficitaria lo que la hace pasible de preocupación, aunque otros elementos le otorguen mayor fortaleza que a países en circunstancias similares.
Esas dificultades pueden prolongarse en el tiempo aunque no necesa- riamente sean definitivas como pudo experimentarse a raíz del efecto "tequila".
Eso sí, habría que tener en cuenta que la economía de los EE.UU.
está operando cerca de su capacidad plena y que, por lo tanto, lo más esperable es que en un futuro no tan lejano se produzca, además, un alza de tasas de interés internas, lo que agravaría lo anterior.

2. Al respecto considero que se debe discriminar entre dos efectos diferentes de la disponibilidad de financiamiento externo.
Por un lado, su efecto "oferta", esto es, su papel en satisfacer un "bache" de divisas o de "ahorro".
Por el otro, su efecto "demanda", esto es, su papel en la alimentación de la demanda, en particular, la demanda de bienes durables de consumo, vivienda e inversión productiva.
Bajo las circunstancias de estos últimos años, el segundo efecto ha sido el más importante y de por sí ha determinado que otras variables económicas se hayan ajustado de modo tal que el primero haya cumplido su papel.
En efecto, bajo la restricción de financiamiento externo de principios de 1995 lo que ocurrió es que la demanda de aquel tipo de bienes se redujo fuertemente, lo que redundó en una caída de la actividad económica y, por ende, de las importaciones, con lo que el financiamiento externo requerido fue mucho menor ya que el país pudo tener un superávit comercial.
Resumiendo, considero que el efecto sobre la economía real va a ser el de una reducción de la actividad económica que afectará especialmente aquellos sectores, lo que se agudizará por la caída de la demanda brasileña que se concentrará, precisamente, en este tipo de productos.

3. Uno: no hay que tener déficit comercial abultado para lo que se requiere una política de comercio exterior, tributaria, cambiaria, etc., que cuide este saldo.
Dos: hay que revisar la política con respecto a transacciones "invisibles" del balance de pagos, para verificar y ordenar las remesas, en particular, en aspectos que no afecten la capacidad productiva (turismo al exterior, etc.).
Tres: hay que poner en acción mecanismos de amortiguación de los movimientos de capital que no tengan que ver con inversión directa, como la ha hecho, entre otros, Chile.
Cuatro: se debe fortalecer la capacidad de respuesta del sistema financiero frente a shocks externos.


Dr. Martin Redrado

1. La desaceleración de la tasa de crecimiento económico en la Argentina, derivada de esta presente crisis internacional de mercados, desactivará el peligroso aumento que el déficit de nuestra cuenta corriente venía registrando.

Sin embargo, el sector público nacional, en el mejor de los casos (con déficit fiscal del 1% del PIB), tiene necesidades de financiamiento externo (sin incluir organismos internacionales) por 7.500 millones de dólares.
Más allá de que en primera instancia esta suma debería ser factible de conseguir, considero prudente y conservador que el Gobierno nacional instrumente una antigua propuesta de la Fundación Capital, esto es, la creación del Fondo Público Anticrisis, cuyo principal componente debiera ser un Seguro de Liquidez contratado con bancos de inversión del exterior a través del pago de una prima (por el seguro) y caucionando activos estatales (20% de YPF, el valor presente de la privatización del Correo, el Banco Hipotecario Nacional, el Banco Nación, acciones remanentes, etc.) para así poder acceder a recursos si no se consiguen en el mercado internacional de deuda voluntaria.

2. Existen dos escenarios posibles.
El primero supone que la actual crisis de mercados es acotada (con una duración próxima a los 2 meses), manteniéndose la convertibilidad tanto en Hong Kong como en la Argentina y respetando Brasil su actual sistema cambiario.
Las implicancias de este escenario (para la Argentina) serían mayores tasas de interés y desaceleración (sin recesión) del crecimiento económico, con una tasa de variación real cercana al 4% anual durante 1998.

El segundo escenario supone iguales características que el anterior, aunque aquí Brasil abandonaría su presente régimen cambiario.
Las consecuencias domésticas, en este caso, serían más traumáticas pudiendo no sólo mermar el stock de depósitos bancarios, sino adicionalmente el crecimiento económico sería prácticamente nulo.

3. Sin duda que la Argentina debe promover un fortalecimiento del ahorro interno.
Para ello, el sector público (Nación y provincias) deben dejar de contribuir negativamente, puesto que en la actualidad existe déficit fiscal.
Adicionalmente, la política económica debería focalizar la atención en el frente externo recuperando el dinamismo de las exportaciones, no sólo a través del aumento de su participación en el producto bruto, sino también diversificando el destino de las mismas.


Lic. Héctor Walter Valle

1. Las perturbaciones desatadas en los mercados de capitales ya afecta al financiamiento externo de nuestro país; si se prolongan pueden tener consecuencias recesivas importantes.
Por ahora sufrimos el impacto de la caída en la cotización de los títulos argentinos y la suba de las tasas para los préstamos, reflejando la tendencia natural del capital a buscar refugio en los bonos de los Estados Unidos.
Para una economía tan dependiente del financiamiento externo como la Argentina, estas señales son condicionantes decisivas para su destino.
En las actuales condiciones la Argentina debe postergar su toma de nuevos préstamos en el mercado internacional del dinero.
Pero no se encuentra en condiciones de esperar mucho tiempo un cambio en las condiciones, debido a las elevadas necesidades de financiamiento a corto plazo que tiene el Estado.
Como es obvio quedan también en suspenso las emisiones del sector privado para desenvolver proyectos de inversión a mediano plazo.
El escenario puede ser más grave si la crisis se extiende en el tiempo, si afecta a zonas vitales —como el sistema bancario del Japón o las actividades productivas del Brasil— o si obliga a masivas operaciones de socorro por parte de los organismos multilaterales de crédito.

2. En las actuales circunstancias hay dos grandes factores de preocupación sobre el destino de la economía argentina.
En primer lugar, con el paso a una situación de menor liquidez internacional para nuestros países, inmediatamente deja de ser financiable nuestro déficit de pagos externos y resulta problemática la viabilidad del desequilibrio fiscal.
En segundo término, una eventual recesión en el Brasil no solamente afectaría el nivel de nuestras exportaciones, sino que obligaría a abrir un paréntesis en algunos importantes proyectos de inversión orientados a producir con destino a ese mercado.
Ambos factores son fuertemente recesivos y como efecto inmediato obligarán a revisar los objetivos en materia de empleo, siendo éste el principal problema de la economía argentina.
En este sentido, la experiencia del "tequila", y el post "tequila" es aleccionadora.

3. La Argentina está pagando el duro precio del modelo que adoptó en 1991 y ésa es la principal experiencia que debe recogerse.
En este contexto, todas las perturbaciones externas resultan sobre- actuadas y si no se modifican, los condicionantes reaparecerán periódicamente.
La sobrevaluación cambiaria y la brusca e indiscriminada reducción de aranceles, primero generaron un proceso de apertura unilateral de nuestra economía, con sustitución negativa de importaciones y acotando la capacidad expansiva de las exportaciones a las ventas al Brasil; en segundo término, orientó las inversiones hacia funciones de producción con elevada elasticidad de importaciones.
En consecuencia, la capacidad de compra evoluciona a un ritmo notablemente inferior al de las importaciones y cualquier problema para financiar la brecha hace que reaparezca nuestra tradicional restricción externa.
Por otra parte, la combinación del seguro cambiario gratuito que implica el tipo de cambio fijo y la ausencia de controles a los movimientos de capital a corto plazo, estimulan fuertemente los movimientos especulativos.
Por último, la cada vez mayor ponderación de las remesas de utilidades y dividendos, más los intereses de la deuda externa, aumentan la dimensión del rojo dentro de la cuenta de servicios.
Esta conjunción de factores —inevitablemente vinculados con el funcionamiento del modelo de la convertibilidad— lleva a una situación clara de inviabilidad de las cuentas externas.