La Creación del Euro

Recientemente se efectuó en Bruselas la reunión en la cual once de los países integrantes de la Unión Europea (UE) decidieron crear la moneda única –el euro-a partir del lº de enero de 1999.
Otros países integrantes de la UE –el Reino Unido, Dinamarca y Suecia-- pospusieron, al menos momentáneamente, su incorporación al sistema unificado, mientras que Grecia no cumplió con las exigencias macro- económicas requeridas.
El proceso de adopción de la moneda única tendrá un período de transición de tres años –lapso en el cual desaparecerán las monedas nacionales-- e implica, por cierto, la instauración de un Banco Central Europeo (BCE) unificado.
La decisión adoptada significa un histórico desafío para los países integrantes de la UE, por cuanto cada uno de ellos resigna la posibilidad de modificar la paridad cambiaria para mejorar las condiciones de competitividad, al tiempo que deberán someterse a una estricta disciplina fiscal.
Por otro lado, también es cierto que la adscripción a un sistema unificado facilita, desde el punto de vista político, la aplicación de medidas de ordenamiento macro- económico que deberán adoptar los gobiernos nacionales.
Las razones que explican la conveniencia para la UE de adoptar el euro deben buscarse en la intención de asegurarse una presencia preponderante en la economía y las finanzas internacionales, en el contexto de un capitalismo globalizado.
Cabe suponer que a mediano y largo plazo, la moneda única debería garantizar mejor la estabilidad monetaria, disminuir el riesgo devaluatorio y por lo tanto, reducir las tasas de interés, estimulando la inversión productiva.
De alguna manera, el sistema monetario unificado guarda vinculación con el régimen de convertibilidad adoptado por nuestro país, en la medida que restringe fuertemente o anula la discrecionalidad de las autoridades económicas en el manejo de las variables cambiarias, monetarias y fiscales.
Por la misma razón, también impone severas exigencias en la búsqueda de una creciente competitividad, sin la posibilidad de apelar al instrumento devaluatorio.
En tal circunstancia, seguramente se profundizará el debate, entre otros, sobre los regímenes de flexibilización laboral y las políticas compensatorias a nivel sectorial y regional.
Cabe plantearse, además, el interrogante sobre si el euro logrará posicionarse como moneda de reserva, junto al dólar, a escala internacional.
La dimensión económica de la UE, que genera el 20% del PBI mundial -Estados Unidos aporta alrededor del 25%-, sugiere que ello podría ser factible, pero antes debería dar pruebas fehacientes de disciplina macroeconómica y alcanzar altos niveles de competitividad genuina.
Finalmente, la experiencia que inicia la UE podría señalar importantes lecciones de política económica para los países del MERCOSUR, en la medida que se profundice este proceso de integración regional con la intención de constituirse en un actor significativo de la competencia global.
Transformaciones en el sistema financiero En los últimos dos años, aproximadamente, se ha observado un importante proceso de con-centración y extranjerización en el sistema financiero argentino, el cual respondió a diversos factores: la creciente diversificación de los servicios ofrecidos por los bancos (tarjetas de crédito, fondos comunes de inversión, seguros, jubilación privada, etc.), más allá de la tradicional oferta de préstamos, con lo cual el negocio financiero se apoya –más que en el margen de beneficio- en el volumen de las operaciones; el incremento de las relaciones técnicas exigidas a las entidades financieras por el Banco Central -capitales mínimos, requisitos mínimos de liquidez, clasificación de deudores, etc.-, que son más estrictas que las recomendadas internacionalmente por el Comité de Basilea; la recesión económica de 1995, que afectó significativamente la calidad de las carteras de préstamos y consecuentemente –vía mayores previsiones por incobrabilidad-, los niveles de beneficios y de solvencia de las entidades.
Las mayores exigencias dispuestas por el Banco Central, si bien tienen su repercusiòn sobre el nivel de las tasas de interés, han redundado en un fortalecimiento del sistema financiero, lo cual fue reconocido por los directores ejecutivos del FMI, que "encomiaron los planes de las autoridades de establecer una reglamentación y supervisión prudencial más rigurosa".
Despuès de algunas críticas a la capacidad de supervisión del Banco Central, con motivo de la suspensión de dos entidades financieras, la autoridad monetaria ha dictado diversas normas que redundarían en una mayor protección a los depositantes, un aumento de la solidez del sistema y una aceleración del proceso de concentración: los bancos deberán obtener y publicar trimestralmente una calificación efectuada por una evaluadora internacional autorizada por el Banco Central, sobre su capacidad de cumplir sus compromisos con los depositantes, constituyendo este requisito un caso único a nivel internacional; las entidades estarán obligadas a cumplir con los requisitos mínimos de liquidez respetando las nuevas formas de computar activos y pasivos, dispuestas a fin de evitar irregularidades; los bancos deberán hacer públicas las tasas de interés –nominales y efectivas anuales- mínimas y máximas de todas sus operaciones de préstamo, y el valor de las cuotas de planes de créditos a mediano y largo plazo, incluyendo todos los conceptos a cargo de los prestatarios.
Por otra parte, la importante reducción de los niveles de morosidad que viene registrando el sistema financiero –desde el máximo observado hacia mediados de 1995-, si bien aún son relativamente elevados, ha facilitado una progresiva recuperación de las ganancias de las entidades en 1996 y 1997.
A su vez, la ampliación del pago de sueldos a través de cajeros automáticos ha contribuido al proceso de bancarización, el cual presenta aún un largo camino por recorrer.
Más allá del corto plazo, se podrá observar si este conjunto de transformaciones en el sistema financiero se refleja también en un generalizado acceso al crédito para los distintos tipos de empresas y en más adecuados niveles de las tasas de interés.