Las cuentas fiscales y el balance comercial

Aun si no correspondiera en el mes de julio la revisión técnica de las metas pactadas con el FMI en el vigente acuerdo de facilidades extendidas, la actual volatilidad de los mercados financieros internacionales constituye una razón suficiente para que la economía argentina presente un comportamiento adecuado de sus variables macroeconómicas básicas.
Entre esas variables, las relativas a la evolución de las cuentas públicas revisten un interés especial para la misión del FMI y para los acreedores e inversores externos.
En este sentido y en el contexto del acuerdo suscripto con ese organismo internacional, las autoridades económicas han expresado que se cumplió en exceso la meta de déficit fiscal del sector público nacional.
El desequilibrio fiscal acumulado en el primer semestre del año sumó $ 1.595 millones, frente al tope de 1.800 millones comprometido con el Fondo.
En el cómputo oficial no se incluyó la recaudación de fondos con afectación específica (tabacos, energía eléctrica, asignaciones familiares) ni la menor recaudación del impuesto a los combustibles (adelantada a diciembre último), pero sí fueron incluidos los anticipos de los impuestos a las ganancias y a los bienes personales, adelantados al mes de junio.
La meta de déficit fiscal para el primer semestre fue así alcanzada a pesar de no lograrse llegar al mínimo comprometido en materia de ingresos -$ 26.700 millones-, explicándose el logro por una significativa subejecución del total de gastos presupuestados.
A fin de alcanzar en el año la meta de $· 3.500 millones de déficit fiscal (en 1997 fue de unos 4.000 millones), para el segundo semestre se estableció un límite máximo de 1.700 millones.
Dada la desaceleración de la actividad económica prevista -y sin un cambio significativo del comportamiento de la recaudación--, puede resultar difícil lograr respetar ese límite de déficit.
Por esa causa y enviando una señal de austeridad fiscal a los agentes económicos, el Gobierno dispuso reducir en unos $ 1.000 millones el gasto presupuestado para el corriente año.
En otro orden, también reviste especial interés la evolución del sector externo de la economía y, dentro de éste, el intercambio comercial de mercaderías.
Al respecto, en el acuerdo con el FMI se ha fijado un límite máximo de u$s 5.000 millones como déficit del balance comercial en 1998, previéndose consultas para el caso de que se supere ese límite en el cómputo -en cualquier mes del año- correspondiente a los últimos doce meses.
La reciente revisión de las cifras de comercio exterior efectuada por el INDEC ha mostrado un cuadro bastante menos desfavorable que el anterior, con respecto al cual se han computado exportaciones adicionales por casi u$s 1.400 millones (700 millones en 1997 y 700 millones en el primer cuatrimestre de 1998).
De esta forma, el déficit comercial acumulado en los doce meses últimos -a mayo pasado-- alcanzó, según cifras provisionales, a unos u$s 5.400 millones.
Esta cantidad se halla sólo 8,0% por encima del tope comprometido con el FMI.
Considerando los primeros cinco meses del año -respecto de igual lapso de 1997-, las exportaciones se incrementaron 1%, en tanto que las importaciones aumentaron 12%.
El escaso dinamismo de las ventas externas se origina en medida sustancial en los efectos directos e indirectos de la crisis asiática: reducción de los precios externos de productos básicos (granos, petróleo, etc.), revaluación internacional del dólar -y por tanto, del peso argentino- y retracción de la demanda brasileña.
Dado que puede esperarse para el segundo semestre del año una moderada desaceleración de la actividad económica interna -con relación al primer semestre--, ello acarrearía una cierta reducción del déficit comercial, principalmente por la vía de menores importaciones.
De ese modo, el resultado anual del balance comercial podría no alejarse demasiado de la meta comprometida en el acuerdo de crédito con el FMI.
Puede observarse así la conocida asimetría de los efectos que tiene el nivel de actividad económica sobre las cuentas públicas y el intercambio comercial.
En este caso, una desaceleración de la actividad dificulta el logro de las metas fiscales a través de una menor recaudación tributaria, mientras que por otro lado mejora el desempeño del balance comercial al reducir las importaciones y, también, liberar mayores saldos exportables.
El comportamiento de las inversiones Las inversiones en la Argentina han tenido un comportamiento sumamente positivo a lo largo del decenio de los ´90 y son, en la actualidad, el factor más dinámico entre los componentes de la demanda global del sistema económico.
Desde el inicio del plan de convertibilidad y hasta que se produjo el efecto tequila, el consumo interno fue la variable principal que motorizó el crecimiento de la economía.
Con posterioridad a tal shock externo, en cambio, fueron las inversiones y las exportaciones quienes lideraron el crecimiento.
Más recientemente, la contracción de los precios internacionales de algunos de nuestros más importantes productos de exportación impactó negativamente sobre las ventas al exterior, en tanto las inversiones mantuvieron un fuerte ritmo expansivo.
En el primer trimestre del año en curso, mientras el consumo creció un 6,6% y las exportaciones cayeron 4,7% --siempre con respecto a igual período del año anterior-- las inversiones experimentaron un incremento del 21,5%.
Una visión estadística más retrospectiva permite observar que en el lapso 1990-97 la inversión bruta interna fija -tal su denominación en el sistema de cuentas nacionales-creció a una tasa acumulativa anual del 15,7% (ver cuadro adjunto), cifra que, a no dudar, califica favorablemente el ritmo de expansión de la capacidad productiva.
También puede observarse que la inversión en "equipo durable de producción" (léase maquinarias, equipos y material de transporte) se incrementó a una tasa (22%) que prácticamente duplica la expansión de las inversiones en construcciones (11,7%).
Las razones de este desigual comportamiento deben ubicarse en el fuerte proceso de reconversión productiva que experimentaron buena parte de las empresas argentinas, frente a las exigencias planteadas por el nuevo encuadre macroeconómico y, en particular, por la mayor apertura al comercio internacional.
La adquisición de bienes de capital importados --favorecida, además, por la reducción de aranceles-- ha constituido un factor clave en el reordenamiento de la estructura productiva argentina frente a la competencia externa.
En el cuadro adjunto se verifica que dichas adquisiciones se incrementaron a una tasa acumulativa anual del 43,4%, mientras que las compras de bienes de capital de origen nacional sólo crecieron al 3,7% anual.
Cabe consignar, además, que la dinámica del proceso de inversiones no sólo obedeció a las exigencias de reconversión productiva, sino también a otros factores igualmente ponderables, tales como la privatización de empresas públicas, la gestación del mercado regional ampliado y la mayor previsibilidad a largo plazo de la economía argentina.
Este conjunto de factores impulsó, muy especialmente, los flujos de inversión extranjera directa hacia la Argentina, a punto tal que nuestra economía se ha convertido en una de las mayores receptoras de este tipo de inversiones a lo largo de la década de los ´90.
En la actualidad se estima que más del 15% de la inversión bruta interna fija del país tiene su origen en la inversión directa extranjera.
Inversión bruta interna fija (1) (Tasas de variación porcentual anual acumulativas) Concepto 1990-97 (2) Inversión bruta interna fija 15,7 I.
Construcción 11,7 II.
Equipo durable de producción 22,0 - Nacional 3,7 - Importado 43,4 (1) A precios constantes de 1986.
(2) Estimación preliminar.
Fuente: Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos - Dirección Nacional de Cuentas Nacionales.