La competitividad de la economía argentina

Cuestionario

1. ¿Cuál es, a su juicio, la situación de la economía argentina en materia de compe- titividad, en el contexto de la crisis asiática?

2. ¿Cómo interpreta que será el comportamiento del comercio exterior argentino durante el segundo semestre del corriente año?

3. En caso de agudizarse la crisis asiática y continuar la revaluación del dólar, ¿qué medidas de política comercial externa considera adecuado adoptar?


Lic. Alejandro Mayoral

1. La crisis asiática reconoce distintas causas pero se inició con fuertes devaluaciones y problemas de solvencia en el sistema financiero.
Sus impactos han sido de orden financiero en primera instancia, para añadirse luego problemas de nivel de actividad y efectos sobre el comercio.
Desde el punto de vista financiero han introducido una fuerte volatilidad en los mercados de capitales, con el consecuente impacto sobre la valorización de los activos financieros, particularmente de los países emergentes.
Desde ese punto de vista, ha colaborado a aumentar la percepción negativa sobre el riesgo soberano de distintos países en los inversores internacionales.
La Argentina ha sufrido en parte el efecto, pero ha logrado una cierta diferenciación, en contraposición con lo que fuera el efecto tequila.
No obstante, la volatilidad está lejos de haber terminado.
Desde el punto de vista comercial, la caída de los precios sobre todo de los insumos difundidos y el exceso de capacidad excedente, tiene y tendrá impacto ya que veremos deprimirse precios de nuestros "commodities" y agresiones en sectores que antes no sufrían de tanta competencia.
Particularmente, por la relación entre la capacidad instalada en aquellos países y la dimensión de nuestro mercado.
En otras palabras, desde el punto de vista de las importaciones, el efecto precio podrá afectar la competitividad en sectores específicos.
Desde el punto de vista de nuestras importaciones, se han producido caídas de precios y aumento de competencia en destinos tradicionales, así como probablemente observaremos un retraso en el desarrollo de mercados que estaban creciendo, por efecto de la caída de los ingresos en el Asia Pacífico.

2. Hasta ahora el saldo comercial negativo ha venido creciendo, como producto del aumento del nivel de actividad en nuestro país y del ingreso de capitales, a lo que por supuesto se ha sumado una caída de los precios que ha influido tanto en las importaciones como en las exportaciones.
Aparentemente el nivel de actividad para el segundo semestre, si bien alto en términos internacionales, puede resultar bajo comparado con los últimos trimestres, lo que podría hacer que el saldo comercial negativo no siguiera aumentando en forma tendencial.

3. Si el efecto de la crisis asiática continuara creciendo, lo que sería probable, y a ello se le sumara una adicional revaluación del dólar, no cabe la menor duda de que la suma de ambos efectos podría tener un resultado negativo sobre el sector industrial argentino.
En este escenario, hay tareas de orden macroeconómico que de cualquier forma deberían realizarse, tales como una mejor estructura fiscal y mayor flexibilidad en el mercado laboral.
Existen a su vez políticas micro, tanto a cargo de las empresas como responsabilidad del sector público, que deberían instrumentarse o perfec- cionarse.
Desde el punto de vista estatal, el desarrollo de la infraestructura para la exportación, a los efectos de seguir bajando costos y evitar rupturas de carga en el proceso exportador, así como una mejor administración de algunos instrumentos de promoción del comercio exterior tales como la legislación de "trading" y consorcios, la reglamentación de la admisión temporaria, los cambios en sistemas de administración aduanera para empresas exportadoras y los sistemas de devolución de impuestos.
Un capítulo aparte merece la organización para la promoción comercial, que hoy se encuentra dispersa y la política de negociaciones y acceso a mercados, que debería tener un aspecto más focalizado y realizado en coordinación con el sector privado.
Ahora bien, desde el punto de vista del control de las importaciones, la Argentina como país miembro de la OMC tiene a su disposición instrumentos tales como los que está usando la Unión Europea o México, entre otros países y que consisten en medidas tales como rangos de valor, licencias automáticas y no automáticas, cláusulas de salvaguardias, investigaciones por antidumping y antisubsidio, modificaciones arancelarias en el marco del MERCOSUR, mejora en los controles de certificación de origen tales como el dictamen de origen, trato diferencial a países no miembros de la OMC, etc.
En resumen, dentro del espíritu y las normas de la OMC, hay un amplio rango de instrumentos que permitiría una mejor administración de las importaciones, sin renunciar a la política general de apertura.


Lic. Jorge Remes Lenicov (Diputado de la Nación)

1. Las fuertes devaluaciones y el derrumbe financiero en buena parte de Asia, al frenar el crecimiento global y afectar además la competitividad del resto del mundo, impactan también en nuestro país.
El fuerte proceso de apreciación del dólar ya venía incidiendo en nuestro intercambio con las restantes áreas monetarias, así como la caída de los precios de las exportaciones primarias -acentuada por la crisis mundial- erosionó el valor de nuestras ventas.
Estamos, sin embargo, beneficiados en términos relativos por cuatro razones: nuestro reducido intercambio con Asia, la fortaleza del proceso de estabilización, la consolidación del sector financiero y la pujanza del flujo de inversiones directas externas.
Si la crisis global no se agrava y el Brasil supera con éxito el doble desafío de la transición política y los posibles ataques especulativos, no veo alternativas económicas que no podamos superar sin dramas.
Pero aun cuando se verificase un escenario relativamente benigno, no podemos permanecer pasivos.
Frente a la crisis asiática debemos actuar con rapidez e inteligencia.
Recordando que, para los chinos, crisis significa oportunidad.
Oportunidad que debemos aprovechar para concretar ya una reforma tributaria que cierre caminos de elusión, fortalezca la solvencia estatal y estimule la creación de empleos.
Para sancionar también una reforma laboral equilibrada, que otorgue la flexibilidad necesaria para competir sin desproteger a los trabajadores.
Para impulsar, después, la reforma del sistema fiscal federal, acordando la redistribución de potestades tributarias y un nuevo régimen de coparticipación.
Para dar nuevo impulso, mientras tanto, a las mejoras necesarias de la gestión estatal, que nos permitan poner en marcha políticas activas eficaces de apoyo a las PyMEs y a las economías regionales.
Para dinamizar el MERCOSUR, de modo de aprovechar del mejor modo sus energías y su potencial para coordinar esfuerzos regionales, preventivos y reactivos, de cara a la crisis.

2. Por todo lo recién señalado, no puede esperarse que se cumplan los pronósticos previos a la crisis.
Sin embargo, la fortaleza de los flujos de capital y la política previsora del Gobierno nacional en materia financiera y de colocación de deuda pública pueden facilitar el tránsito del segundo semestre del año.
Las expectativas de cierta desaceleración del ritmo de crecimiento pueden, además, moderar las importaciones, que suelen decidirse entre 3 y 6 meses antes del efectivo arribo de los embarques.
Estas mismas expectativas acentuarán el esfuerzo exportador de aquellas empresas con posibilidad de diversificar sus colocaciones.
En este contexto, hay que asegurar el adecuado funcionamiento de todos los resortes públicos ligados al comercio exterior: pago oportuno de los reembolsos, vigilancia de los factores de costos ligados a los servicios y la infraestructura pública, y diseño tributario que no discrimine a los exportadores, ni estimule las importaciones.

3. Es muy difícil contestar con la debida precisión, porque para ello habría que saber "cuánto" y "cómo" se agudizaría la crisis asiática y "cuáles" serían los concretos mecanismos de propagación al resto del mundo, así como la magnitud de los impactos remotos.
Además, se requiere plantear una hipótesis respecto de la duración del proceso de crisis.
Lo mismo vale para la cuestión de la eventual continuidad del proceso de revaluación del dólar.
De todos modos, si descartamos las opciones apocalípticas, los analistas externos más respetados estiman un período de dos años para la superación de lo peor en Asia.
En cuanto al dólar, parecen estar tocándose los límites tolerables respecto al yen, si uno se atiene a la versión acerca de la advertencia china realizada a los EE.UU.
-inmediatamente antes del viaje de Clinton- acerca del muy próximo "techo" de la cotización yen/dólar, a partir del cual se vería obligada a devaluar el yuan.
El euro -por otra parte- puede valorizarse a mediano plazo, si se confirman los pronósticos de éxito para la apuesta monetaria europea.
Ambos procesos, de verificarse, revertirían las actuales tendencias y mejorarían la competitividad de nuestras exportaciones.
En un escenario de este tipo, las medidas pro-comercio razonables deberían consensuarse a nivel regional, más allá de las asignaturas locales pendientes que habría que superar lo antes posible, tales como las relacionadas con el financiamiento competitivo para las exportaciones no tradicionales, con la implantación del necesario seguro de crédito para las operaciones externas, con la extensión de los programas de subsidio de la tasa de interés para PyMEs y con el auxilio oficial en información sobre mercados y en promoción comercial para estas mismas empresas.


Dr. Adolfo Sturzenegger

1. La economía del este asiático, en virtud de la crisis, ha dejado de ser una región de alto crecimiento.
Mientras que países como China, Singapur y Taiwan han debilitado sig- nificativamente su crecimiento, Japón, Corea, Hong-Kong, Tailandia, Malasia e Indonesia, están experimentando, aunque en distinto grado, fuertes procesos recesivos.
Tal deterioro de la performance económica de la región ha significado un visible debilitamiento de la demanda mundial de "commodities" internacionales, en particular porque esta área es comparativamente muy pobre en recursos naturales.
En el corto plazo son las fuerzas de la demanda las que determinan los niveles de precios, y por lo tanto aquel debilitamiento derivó en una significativa caída de éstos.
Así, según el índice de "commodities" de "The Economist", el precio promedio de las mismas expresado en dólares, ha descendido un 22,1% en los doce meses pasados.
Es conocido que nuestro país es un importante exportador de "commodities", como petróleo, trigo, maíz, soja, aluminio, madera, lana, y, por lo tanto, hemos experimentado, como efecto de la crisis asiática, una caída visible en los precios internacionales en dólares de la mayoría de nuestros productos exportables.
En cuanto nuestros costos de producir esos bienes, medidos en dólares, no han bajado, aquella caída de precios combinada con esta no reducción de costos ha implicado una pérdida de competitividad.
Sin embargo esta menor competitividad no implica riesgos para el sostenimiento de la convertibilidad.
La caída de precios de las "commodities" no debe considerarse como permanente, sino como una circunstancia transitoria que irá gradualmente revirtiéndose.
Si bien en el corto plazo los precios se rigen por las condiciones de demanda, en plazos más largos predominan los factores de oferta, y como no han caído los costos medidos en dólares, ni en los Estados Unidos ni en Europa, de producir esas "commodities", los precios en dólares de estos bienes deberían ir gradualmente subiendo.
Además, mientras en nuestro país los costos de producción en dólares se mantienen constantes, en el resto del mundo, con excepción del este asiático y algún otro caso menor, están subiendo a una tasa de entre el 2% y el 3% anual, lo que gradualmente, por sí mismo, va mejorando nuestra competitividad.

2. Las cifras disponibles para este año corresponden a los primeros cinco meses.
Fueron publicadas hace unos días, donde nos enteramos de las inesperadas correcciones de las cifras publicadas con anterioridad.
De acuerdo con esa información, de enero a mayo hemos acumulado un déficit comercial en bienes de u$s 2.079 millones, lo cual representa un aumento de 148,4% con relación al mismo período del año anterior, para el cual el déficit fue de u$s 837 millones.
Teniendo en cuenta que los déficit comerciales externos en nuestro país tienen una estacionalidad hacia arriba en el segundo semestre del año, estimo que para los siete meses que faltan se acumulará un déficit adicional de alrededor de u$s 5.000 millones, con lo cual el nivel para todo el año estará alrededor de u$s 7.000 millones, lo cual significará un crecimiento del 68,3% con relación al déficit comercial de 1997, que alcanzó un nivel de u$s 4.160 millones.

3. No será necesario, ni tampoco conveniente, adoptar ninguna medida de política comercial externa.
Menos aún, intentar alguna modificación cambiaria.
Lo que sí puede comentarse es que, ante una agudización de la crisis, se haría más perentorio adoptar medidas de política económica dirigidas a aumentar la flexibilidad y la productividad en la economía y a disminuir los costos de producción en dólares.
Hacia ello tendería la mayor flexibilidad laboral, la profundización de la desregulación económica, la reducción y mejora en la eficiencia del gasto público, la reducción de la evasión fiscal acompañada de reducciones de tasas impositivas, la profundización del proceso privatizador a niveles provinciales y municipales, la simplificación normativa para la gestión laboral, productiva y comercial de las PyMEs, la adecuada regulación de los monopolios naturales, una mejor política de desarrollo del sistema científico-tecnológico tanto privado como público y muchas otras políticas orientadas en la misma dirección de mayor productividad y flexibilidad y de menores costos de producción.


Lic. Jorge A. Todesca

1. En los últimos años la Argentina ha experimentado una notable mejora en las condiciones generales de competitividad de la economía.
La estabilidad económica, la reforma del Estado y un funcionamiento pleno de la libertad del mercado han dado como resultado un aumento importante de la productividad, que es un indicador básico de competitividad.
Sin embargo, luego de un fuerte impacto inicial, este proceso está relativamente estancado y algunos de los desequilibrios que se generaron debido a la velocidad del cambio parecen convertirse en problemas estructurales.
Así, por un lado entre 1991 y 1997 las exportaciones crecieron un 112%, pero el valor de los bienes importados y exportados muestra fuertes asimetrías.
El valor FOB de cada tonelada exportada por la Argentina el año pasado fue de u$s 333, mientras que el de cada tonelada importada (también a valor FOB) alcanzó u$s 1.344.
En otras palabras, la Argentina exporta predominantemente bienes de bajo valor agregado e importa productos de alto grado de elaboración.
Si se examina este mismo indicador por área de comercio, los resultados son más dramáticos.
Con Europa, la relación entre el valor de cada tonelada exportada e importada es de u$s 363 a 2.643, con Estados Unidos u$s 468 a 2.443 y con Japón u$s 318 a 11.301. Una conclusión similar se obtiene si se analizan las corrientes comerciales por sectores o secciones del nomenclador aduanero.
La Argentina sólo tiene superávit en aquellos sectores vinculados con la producción primaria o primeros grados de elaboración y el comercio es deficitario en virtualmente todos los demás sectores.
Este perfil de intercambio genera una alta vulnerabilidad externa, porque al producirse una crisis internacional con efectos recesivos a nivel mundial, los precios más afectados son los de los "commodities" y por lo tanto el valor de las exportaciones tiende a deteriorarse.

2. En 1996 las exportaciones crecieron 13,6%, en 1997 el aumento fue de 7% y para este año prevemos una expansión de 2%.
Dado que en los cinco primeros meses el aumento fue de 1%, esto supone una expansión ligeramente mayor en el segundo semestre, como producto de la estacionalidad en las ventas externas de algunos productos agropecuarios y los aceites.
En otros renglones, como es el caso de las exportaciones de vehículos, se espera una desaceleración importante como consecuencia de las menores compras del Brasil.
En el caso de las importaciones, estas crecieron 18,1% en 1996 y 26% en 1997 y esperamos una expansión de 11% este año, acorde con un menor crecimiento de la economía, que estamos calculando en 5,5% para todo 1998.
Si estos pronósticos se cumplen, este año el saldo de la balanza comercial será deficitario en u$s 7.786 millones.

3. En los cinco primeros meses de este año, se aprecia un deterioro del saldo comercial con los países del Sudeste Asiático, Corea y Japón.
Entre enero y mayo el resultado del intercambio fue negativo en u$s 650 millones, cuando para todo 1997 el déficit había alcanzado los u$s 940 millones.
En este período se observa, asimismo, que las importaciones provenientes de Japón crecieron 86%, las de China 32% y las del conjunto ASEAN (Filipinas, Brunei, Indonesia, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam) aumentaron casi 33%.
Las exportaciones a esos mismos destinos presentan crecimientos en general menores a los aumentos de las importaciones o bien fuertes caídas, como en el caso del Sudeste Asiático, donde la contracción es del 42%.
Aparentemente, la pérdida de competitividad de las exportaciones argentinas es mayor respecto de aquellos países que han experimentado devaluaciones más pronunciadas de sus monedas.
La Argentina no debe permanecer inmóvil frente a estos fenómenos.
Por un lado se requiere mantener muy activo el mecanismo antidumpIng. Pero si el problema se profundiza, habría que pensar en un alza más general de la protección arancelaria, concentrando tal tipo de medidas en los mercados más susceptibles de recibir un daño.
Estas acciones se encuadran dentro de lo admitido por la Organización Mundial de Comercio, en tanto no se exceda el nivel de protección del 35%, pero por otra parte también existen medidas transitorias para proteger la balanza de pagos que están admitidas y a las que llegado el caso la Argentina podría apelar.