Las instituciones financieras internacionales

Cuestionario

1. Frente a la crisis actual, ¿considera usted que el FMI y el Banco Mundial -tanto por sus recursos de capital como por los programas de ajuste que proponen- están en condiciones de contribuir a superar la desestabilización de las economías emergentes?

2. ¿Qué impacto puede tener sobre la crisis mundial la reciente baja de la tasa de interés decidida por la Reserva Federal de los Estados Unidos?

3. ¿Entiende usted que las instituciones financieras internacionales deben ser modificadas para adecuarlas a las nuevas condiciones que impone la globalización?


Dr. Eduardo A. Zalduendo

1. Tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial (y también todos los otros organismos financieros multilaterales regionales: BID, BAfD, BAD, etc.) seguramente no cuentan actualmente con suficientes fondos no comprometidos para atender las demandas de sus países miembros.
Sin embargo, estimo que los apoyos que están implícitos en sus operaciones deberían revisarse.
En el caso del FMI, no debe alejarse tanto de sus fines con condicionalidades en campos de políticas que deben ser decisiones propias de cada país miembro, sobre todo en momentos en que la sabiduría de sus propuestas está tan desacreditada.
En el caso del Banco Mundial no parece aconsejable encaminar una proporción tan grande de sus operaciones a operaciones de ajuste estructural cuyos resultados son, por lo menos, muy dudosos.
De todos modos, el papel de ambas instituciones es positivo en su papel de catalizadores y orientadores de los medios financieros.
En este sentido cumplen su papel exigiendo que muchos programas de ayuda a regiones o países que encaran los países industrializados sean financiados en partes sustanciales por la banca privada, que es corresponsable de muchas situaciones (como ocurre con el permanente problema de la deuda externa pública y privada).

2. La reducción de la tasa de interés recientemente dispuesta por la Reserva Federal en los Estados Unidos ( y que también se ha registrado en otros países industrializados) seguramente alentará inversiones directas en ellos, pero paralelamente, los inversores que colocan sus fondos en papeles financieros del Tesoro de Estados Unidos evaluarán la alternativa “menor riesgo vs.
menor renta”.

3. La respuesta a esta muy importante pregunta merece una breve introducción.

Primero: Los Convenios Constitutivos de los organismos financieros multilaterales no son modificables con facilidad, pues debe discutirse largamente en su seno la necesidad, precisar los nuevos textos, seguir un largo camino ascendente de aprobaciones para culminar con ratificaciones legislativas que, en conjunto, pueden requerir años para lograr las altas mayorías exigidas.

El Convenio Constitutivo del FMI ha sido modificado en tres oportunidades: la primera enmienda entró en vigencia en 1969 para incorporar la facultad de crear un nuevo activo de reserva internacional: los derechos especiales de giro; la segunda enmienda, vigente desde 1978, para ampliar las alternativas de sistemas de tipo de cambio admitidos, incluyendo si bien implícitamente la posibilidad de tipos fluctuantes; la tercera -vigente desde 1992- se refiere a la suspensión del derecho a votar en caso de incumplimiento de las obligaciones financieras con el FMI.

Del mismo modo, el Convenio del Banco Mundial ha sido modificado para aumentar el capital autorizado y establecer requisitos para aumentos futuros, para autorizar préstamos a la Corporación Financiera Internacional y para condiciones de enmiendas futuras.

Segundo: El análisis de los fines establecidos en ambos Convenios Constitutivos muestra que los fines asignados a esos organismos son suficientemente amplios y sabios como para admitir operaciones y proyectos que tiendan al desarrollo, el aumento de la productividad, la elevación del nivel de vida, la mejora de las condiciones de trabajo, la expansión del comercio internacional, cooperar en los problemas monetarios y cambiarios de sus miembros, etc.
Nada obsta, entonces, desde el punto de vista estatutario, para que adopten o apoyen las propuestas más adecuadas para cuidar a las economías de los países miembros, afectadas por problemas propios o transferidos por los especuladores de la comunidad internacional.

Tercero: Las cláusulas del Convenio Constitutivo del Banco Mundial han permitido la creación de los otros organismos que forman “su” Grupo: la Asociación Internacional de Fomento, que realiza operaciones en términos concesionales a los países menos desarrollados; la Corporación Financiera Internacional, que se ocupa preferentemente de las operaciones con el sector privado, y la Agencia para la Garantía Multilateral de Inversiones, para emitir garantías, coseguros, reaseguros contra riesgos no comerciales de inversiones realizadas en un país miembro, así como actividades complementarias que promuevan la inversión a y entre países en desarrollo.

Cuarto: En varias oportunidades se ha intentado introducir la modificación de los fines y estructura de capital del Banco Mundial bajo el atractivo título de “Nuevo papel del Banco”, pero las dudas sobre las verdaderas intenciones de estas iniciativas no permitieron que prosperaran (restringir las facultades del Directorio, limitar su capital, incorporar otros sectores al Directorio, etc.).

En conclusión: entiendo que no es necesario y tampoco oportuno modificar los Convenios Constitutivos de los organismos mencionados.
Las facultades enunciadas muy someramente muestran que cuentan con las capacidades suficientes para encarar la consideración de los problemas actuales.


Ing. Vittorio Orsi

(una respuesta general)

El desorden económico

Interpreto el actual desorden económico como lenguaje y expresión de competiciones que mueven hacia futuras confrontaciones.
Las “devaluaciones competitivas”manifiestan a través de la exportación del trabajo de la gente, tentativas de agresión vía los precios de los productos: invasión de comunidades a otros territorios.
Las amplitudes de la banda en la relación GDPcp/GDPppp (producto bruto doméstico a precios corrientes “versus” producto bruto doméstico a precios de paridad de poder de compra), en las distintas regiones son expresiones manifiestas del desorden y (cuando la relación es decididamente menor que “uno”) de la voluntad política de las “elites” de cada nación en búsqueda de una agresiva afirmación política.

El proteccionismo y el autoritarismo: los dos fenómenos que a pesar de las canciones dominantes percibo se insinúan y emergen después del retórico “fin de la historia”, un idealizado orden mundial consolidado, vía la globalización, que ha prometido dar alivio a casi todos superando la “centrifugación” entre naciones y entre individuos.

Parece evidente, en la crisis del Asia, a la cual se han acoplado muy recientemente la de Rusia, la siempre presente de Africa, y la fragilidad de América Latina, la tentativa del poder global de EE.UU.
de imprimir al proceso en curso en los próximos meses, directamente y/o a través de las instituciones internacionales, una gradualidad de evolución hacia la recuperación vía financiaciones amplias: principalmente mediante la intervención del Fondo Monetario, del Banco Mundial y de otros bancos internacionales.

Parece claro el intento de evitar y controlar las transiciones violentas: una maniobra de tremendas dimensiones, al límite de sus reales posibilidades y de gran riesgo político.

Como un objetivo más limitado: Brasil, Argentina y América Latina, creo recibirán un tratamiento preferencial de asistencia financiera.

La globalización

El fenómeno de la “globalización” no es nuevo.
Se ha repetido cíclicamente con diversos ímpetus en el pasado.
Todas las veces, como la actual, cuando están en curso modificaciones sustantivas en el equilibrio de fuerzas entre distintas empresas y entre distintas comunidades en búsqueda de nuevas afirmaciones, algunas de poder hegemónico regional.

Estas son expresiones naturales de vigores excesivos, deseosos de afirmación.
Los momentos “vandálicos” que rítmicamente se han desarrollado en la historia determinando la ruptura de osificaciones que espera la liberación para la consolidación de “nuevos órdenes”.

Demografías desiguales y tecnologías emergentes utilizadas masivamente empujan los precios y al costo del dinero hacia abajo, sustituyendo viejos productos y servicios por otros nuevos en un mercado de relaciones de cambio entre monedas desordenado, exaltado por subvaluaciones y devaluaciones competitivas.

En los mercados así globalizados, los movimientos financieros, poco controlables por la velocidad de su dinámica en búsqueda de la maximización del lucro inmediato, tienden a generar presiones puntuales.
Particularmente en las comunidades más frágiles.

La globalización es sin duda “también” una forma de dominación de los más fuertes sobre los más frágiles.

En cada una de las naciones donde los fenómenos de globalización han generado una gran exclusión, la dialéctica de la sociedad es cómo asegurar la gobernabilidad en democracia.
En las situaciones límites el “orden” se impone como prioritario con respecto al ejercicio de las libertades individuales.

Frente a una agresión competitiva intencional, los EE.UU.
se verán probablemente inducidos a una política de concentración de sus intereses en Latinoamérica, Europa y vía Europa posiblemente en Rusia.

La percepción de la situación futura parece sugerir la reaparición de presiones proteccionistas en los continentes y en las regiones, lo cual hará los vasos comunicantes muy imperfectos.

Argentina

Cuando me acerco a la situación argentina “en la esfera puramente económica”, la gran preocupación de hoy, sigo percibiendo su mayor vulnerabilidad en:

- la inflexibilidad del tipo de cambio; esto obliga a encontrar en el aumento de la productividad y en la reducción de los salarios, la vía a la competitividad en tiempos breves; por otro lado, la convertibilidad uno a uno no puede abolir, en la situación presente, los “bolsones” de privilegio y las alianzas políticas que vienen del pasado, y los pactos corporativos sindicales;

- la alta dependencia de capitales extranjeros (nuestra escasa capacidad de ahorro), que fuerza un sistema que no puede interferir en el necesario libre ingreso de estos capitales;

- la gran importancia de Brasil para el desarrollo total de la región;

- los desequilibrios fiscales y de cuenta corriente.

Hasta ahora no se han podido desarrollar “instituciones” entre los socios del MERCOSUR (incluyendo Chile y Bolivia) que garanticen una convivencia estable aún en los momentos de posible exasperación, inducidos por la necesidad o emergencias de los países más grandes.
¡Peligros a la vista!

En el sub-continente, la permanencia en el poder de Fernando Henrique Cardoso, que renueva la tentativa del difícil equilibrio entre compasión y progreso económico, constituye el elemento de mayor peso y duda para el futuro de la región.

El pragmatismo cultural propio de la idiosincracia brasileña, el aporte de la diligencia e intensidad empresarial de Chile, la contribución de una nueva generación de argentinos con una visión superadora del pasado, constituyen hoy los elementos de esperanza para el rechazo de la hipótesis algo pesimista expuesta anteriormente de un período de mayor confusión y de graves disputas internas.

La presencia en muchas áreas de producción y servicios de capital externo, constituye también, en un balance total, un elemento de mitigación del riesgo y un cierto re-aseguro al rechazo, en la vida política, de posiciones radicalizadas que representan en el corto término, el mayor de los peligros.