Temas de Actualidad BALANCE PRELIMINAR DE LAS ECONOMIAS DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE 1998(1)

El año 1998 será recordado como uno de los años más complejos que ha conocido América Latina y el Caribe en los últimos tiempos. Los efectos de la crisis financiera internacional que comenzó en Asia a mediados de 1997 fueron severos y restringieron el acceso al financiamiento externo. La caída de los precios de las exportaciones se tradujo en una disminución del valor de las ventas externas de los países de la región por primera vez en el presente decenio, que provocó un nuevo deterioro de la cuenta corriente del balance de pagos. Ante este panorama externo sombrío, las autoridades económicas demostraron una gran determinación para enfrentar la crisis y despertar confianza, aplicando políticas decididas en los ámbitos monetario, fiscal y cambiario.

El año deja también el recuerdo de condiciones climatológicas adversas, quizás sin precedentes, primero el fenómeno del El Niño, que afectó a toda la región, y luego los huracanes que golpearon duramente a varios países de Centroamérica y el Caribe.

A pesar de estas conmociones, las economías de América Latina y el Caribe mostraron un desempeño razonable, si se considera que el manejo macroeconómico ha tendido a privilegiar la estabilidad. La tasa promedio de crecimiento se redujo a cerca de la mitad, de 5,2% a 2,3%. El desempleo se acentuó, aunque en forma moderada, mientras la inflación se estabilizaba en un promedio regional de poco más del 10%. Este manejo prudente ha permitido evitar los desordenados procesos de ajuste cambiario que afectaron a algunas economías emergentes de Asia en 1997 y nuevamente a Rusia en 1998. No obstante, una lección importante de este año tan rico en acontecimientos es que, pese a las virtudes de las reformas estructurales y de las medidas de manejo macroeconómico adoptadas a lo largo de la década, se ha avanzado poco en la reducción de la vulnerabilidad externa de la región. Asimismo, la volatilidad continúa y muchos de los shocks operan con un largo rezago, por lo que la situación a fines de 1998 y las perspectivas para 1999 siguen siendo muy delicadas.

La tasa promedio de crecimiento se redujo sustancialmente, de 5,2% en 1997 a 2,3% en 1998, pero este desempeño siguió siendo superior al promedio de la economía mundial en su conjunto, estimado en menos de 2%. Por tratarse de promedios anuales, sin embargo, estos datos no reflejan el agravamiento de los problemas económicos en el transcurso del año. En la mayoría de los casos, el primer semestre se caracterizó por un alto crecimiento, como prolongación de la tendencia observada en 1997, en tanto que en la segunda mitad del año se produjo una muy baja expansión o incluso una contracción.

Los datos sobre empleo mostraron una trayectoria parecida, ya que la tasa regional de desempleo registró pocos cambios durante el primer semestre pero aumentó en el segundo. El elemento más positivo del desempeño es la inflación, que se ha estabilizado en alrededor de 10% durante los dos últimos años, el nivel más bajo desde 1949. El déficit de la cuenta corriente aumentó notablemente, de u$s 64.000 millones en 1997 a 84.000 millones en 1998, lo que coincidió con una disminución de la entrada de capitales de u$s 80.000 a 62.000 millones. Sin embargo, las elevadas reservas internacionales permitieron cubrir el déficit global del balance de pagos, que ascendió a u$s 22.000 millones (correspondientes en su mayor parte a Brasil). Es importante señalar que la afluencia de capitales de largo plazo fue casi tan alta como la del año anterior, que alcanzó un nivel sin precedentes; fueron los capitales de corto plazo los que abandonaron la región.

Es interesante observar que en 1998 las subregiones presentan marcadas diferencias en cuanto a las características de los problemas y sus consecuencias. Los más afectados fueron los países de América del Sur, aunque por razones que varían de un caso a otro. En la mayoría de los casos, con la importante excepción de Brasil, los precios de sus productos de exportación disminuyeron drásticamente; en Chile y Perú, la caída de los precios fue exacerbada por la pérdida de mercados en Asia. En el plano financiero, varios de estos países (especialmente Brasil, Argentina y Chile) tienen mercados de valores bien desarrollados, que son vulnerables a la volatilidad de los flujos internacionales de capital. Por último, los efectos secundarios de la difícil situación económica de Brasil se han hecho sentir con especial intensidad en los países del Cono Sur.

En cambio, México y Centroamérica aprovecharon la expansión de la economía de los Estados Unidos para incrementar el volumen de exportaciones a ese país. Además, en la mayor parte de Centroamérica los términos del intercambio mejoraron en comparación con 1997, a diferencia de lo sucedido en la región en su conjunto, en la que registraron un deterioro.

Todo esto demuestra que, pese a haber encarado con relativo éxito la crisis internacional, no puede ignorarse la gravedad de los problemas que afectan a América Latina y el Caribe. La vulnerabilidad externa de la región, que ha llevado a la CEPAL a expresar una preocupación cada vez mayor en los últimos años, sigue reflejándose tanto en el plano financiero como en el comercial. Los precios de los productos de exportación siguen siendo muy bajos y no hay que descartar la posibilidad de que no se recupere el nivel de las reservas. El costo de financiar el creciente déficit de la cuenta corriente de los países es muy alto, dado que los márgenes (spreads) sobre las tasas de interés de los países industrializados en las emisiones de bonos se han acrecentado en varios puntos porcentuales y ha habido una pronunciada baja del valor de las acciones transadas en la bolsa.

Al mismo tiempo, los gobiernos se enfrentan a una difícil disyuntiva en el terreno macroeconómico, puesto que deben optar entre un alza de las tasas de interés para proteger el tipo de cambio y evitar un retroceso en materia de inflación, lo que limita la expansión del producto y del empleo, o devaluar la moneda para no perder competitividad internacional, lo que acentúa el riesgo de inflación, aumenta la carga del servicio de los préstamos externos y puede producir una disminución de los salarios reales. En la práctica, hasta ahora, la mayoría ha optado por la primera alternativa.

Las proyecciones para 1999 hacen suponer que los problemas del segundo semestre de 1998 seguirán afectando a la región, por lo menos en la primera mitad del año entrante. La adopción de medidas de austeridad para hacer frente al déficit en las cuentas fiscal o externa, o ambas, limitará las posibilidades de expansión, aunque los gobiernos que opten por una importante devaluación, con todos los peligros que supone, podrían estimular sus economías gracias a un incremento de las exportaciones. En términos generales, las estimaciones de la CEPAL permiten suponer que el crecimiento anual ascenderá apenas a alrededor de un 1%, en tanto que la inflación no superará el 10% en la mayoría de los países.

AMERICA LATINA Y EL CARIBE:
PRINCIPALES INDICADORES ECONOMICOS
 199619971998ª
Actividad económica y preciosTasas de variación anual
Producto interno bruto3,65,22,3
Producto interno bruto por habitante1,93,50,7
Precios al consumidor18,410,310,2
Relación del intercambio-0,93,8-4,1
Sector externoMiles de millones de dólares
Exportaciones de bienes y servicios296,5327,4327,3
Importaciones de bienes y servicios304,4359,0377,7
Balance de bienes6,0-12,3-32,9
Balance de servicios-13,9-19,4-17,5
Saldo de renta de factores-43,1-46,8-49,8
Saldo en cuenta corriente-36,7-63,7-83,9
Cuenta de capital y financiera62,480,462,3
Balance global25,816,8-21,6
Deuda externa total desembolsada627,0650,0697,8

(ª) Estimaciones preliminares.

Estas estimaciones dependen en buena medida de la evolución del contexto económico internacional, que, desde luego, resulta difícil de prever en la cambiante situación actual. Varia-ble clave de esta evolución será el desempeño de las economías de Estados Unidos y Europa, que está sujeto a un conjunto de factores -como la orientación futura de la política monetaria y el comportamiento de las bolsas de valores, por citar sólo algunos-, sobre los que existe cierta incertidumbre. Además, no se puede descartar la posibilidad de que surjan nuevos problemas en Asia, mientras que la evolución de la economía de Brasil tendrá repercusiones particularmente importantes en los demás países que integran el MERCOSUR. En el mejor de los casos, es poco probable que la región comience a dar muestras de recuperación antes de fines de 1999.

En 1998 la política macroeconómica ha mostrado una tendencia general a una mayor austeridad, y hay por lo menos dos factores que lo explican. En primer término figuran los efectos de la crisis asiática y su recrudecimiento en el segundo semestre del año, después de que Rusia devaluara el rublo y declarara una moratoria parcial del servicio de la deuda externa. Ante las nuevas dudas de los inversionistas con respecto al riesgo que representan los mercados emergentes, los gobiernos latinoamericanos, con pocas excepciones, decidieron enviar señales muy claras de que se otorgaría prioridad a la estabilidad del tipo de cambio y, por consiguiente, a la austeridad.

El segundo factor que influyó en la tendencia mencionada, relacionado con el anterior, fue la profundización de los desequilibrios externos, iniciada hace varios años pero que se ha agravado notablemente debido al deterioro de los términos del intercambio en 1998. Además, los mercados mostraron una menor disposición a financiar los déficit externos y el costo del escaso crédito disponible aumentó progresivamente, sin que aparecieran indicios de una rápida recuperación de la tendencia decreciente de los tipos de interés y de la abundante oferta de créditos, predominantes a lo largo de casi todo 1997.

Por lo tanto, la política económica reciente ha sufrido dos cambios importantes. El primero fue producto del golpe de timón dado en octubre de 1997, cuando comenzaron a observarse los primeros efectos graves de la crisis asiática en los mercados financieros de América Latina, y algunos gobiernos empezaron a adoptar medidas monetarias y fiscales preventivas. En otros países, estos efectos se dieron con rezago, afectando a los mercados de divisas y forzando a tomar al inicio de 1998 una postura más austera en el manejo macroeconómico. Los vaivenes de la coyuntura internacional, en particular la caída de los precios del petróleo en el caso de los países exportadores de dicho producto, obligaron a reforzar estas medidas de ajuste en el segundo trimestre. El otro cambio fue la profundización y el fortalecimiento de la nueva línea de manejo de la política económica, en respuesta a la expansión de la crisis financiera internacional en agosto y setiembre de 1998.

El crecimiento de la oferta monetaria y del crédito había facilitado la expansión económica en 1996 y la mayor parte de 1997, y permitido responder a la mayor demanda de moneda nacional derivada del restablecimiento de los balances monetarios reales una vez recuperado su poder adquisitivo con la baja de la inflación. En octubre de 1997 esta tendencia sufrió un viraje brusco. Después de alcanzar un nivel sin precedentes de alrededor de un 18% en términos reales, la tasa de incremento del dinero (M1) comenzó a descender en forma progresiva. En junio y julio de 1998 disminuyó casi a cero y a partir de entonces se ha mantenido negativa.

En 1998 esta variable ha registrado un crecimiento más lento o negativo a raíz de la disminución de los activos externos en la mayoría de los países de la región, que no se vio compensada por mejores condiciones crediticias internas, dado que se ha recurrido a alzas de tasas de interés para atraer capitales foráneos y proteger el valor de la moneda en casos de ataques especulativos. El mayor costo del crédito también contribuyó a limitar la expansión de la demanda interna y a adaptarla al menor crecimiento económico.

(1) Extracto del estudio homónimo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL), Santiago de Chile, 1998.