ANALISIS GLOBAL


Evolución del desempleo

Los datos recientemente difundidos por el INDEC sobre la evolución del mercado laboral -con información correspondiente al mes de mayo de 1999 y recogidos por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH)- revelan que la desocupación pasó de 13,2% en mayo de 1998 a 14,5% en mayo último.

El incremento de la tasa de desocupación es el reflejo, sin duda, del proceso recesivo que la economía argentina padece desde la segunda mitad del año pasado e interrumpe un sendero de disminución del problema ocupacional, que había permitido disminuir la tasa de desocupación desde un máximo de 18,4% en mayo de 1995 a 12,4% en octubre pasado.

Simultáneamente, también se observó un aumento de la subocupación -personas que trabajan menos horas de las que desearían-, de manera que entre desocupados y subocupados están afectados alrededor de 3,8 millones de personas, que viven en los principales centros urbanos del país que son relevados por la EPH. Por cierto, las personas con problemas laborales exceden a esta cifra, ya que una proporción muy elevada de los ocupados está en el sector informal (sin protección social) y con bajos salarios. Esto explica el número creciente de personas ocupadas que la última EPH detectó con intenciones ciertas de cambiar de trabajo.

Un análisis más detallado de las cifras del mercado laboral permite encontrar algunas explicaciones de interés sobre lo acontecido en el último año. En primer lugar, señalar que se ha producido un incremento significativo de la población económicamente activa (PEA) -o sea, el número de personas que trabaja más los que buscan trabajo-, que alcanzó a 42,8% de la población total en mayo último, proporción que es récord histórico.

En consecuencia, y a pesar de que se verificó un pequeño aumento del empleo en valores absolutos -de alrededor de 140.000 nuevos puestos de trabajo-, la desocupación se expandió en términos relativos como proporción de la PEA.

Las causas que pueden explicar el incremento de la PEA posiblemente radiquen, por una parte, en la gradual pero persistente disminución de la tasa de desempleo registrada entre 1996 y 1998, comportamiento que puede motivar a una mayor incorporación de personas al mercado de trabajo. Por otra parte, los bajos salarios y el aumento de la cantidad de jefes de hogar desocupados, también puede impulsar a otros miembros del grupo familiar a buscar un empleo.

Otra conclusión que se extrae del análisis de las cifras es el menor impacto sobre la destrucción de puestos de trabajo de la actual crisis recesiva, comparada con la crisis del tequila. Es que en aquel momento -año 1995- la contracción productiva se verificó en medio de un proceso de fuertes cambios estructurales al interior de las empresas, especialmente a través de la sustitución de mano de obra por bienes de capital y por lo tanto, se sumaron ambos efectos.

En la actualidad, en cambio, dicho proceso de reconversión productiva ha perdido dinamismo, en el contexto de condiciones económicas menos favorables, y también porque el ajuste en términos de reducción de personal ya se ha verificado en buena medida. En consecuencia, el comportamiento del producto interno bruto tiene hoy más incidencia relativa sobre los indicadores laborales, que el proceso de reconversión productiva de las empresas.

Es por ello que la economía argentina debe recuperar lo antes posible el sendero de crecimiento que, entre otros efectos positivos, ayude a disminuir la tasa de desocupación. Tal recuperación exige una mejora de las variables internacionales que más nos perjudican -acceso al crédito, tasas de interés, precios de productos básicos, etc.-, un reordenamiento en el plano fiscal y muy especialmente, un salto de competitividad de la economía que permita recuperar el dinamismo productivo y exportador.

Contracción de la actividad industrial

La producción manufacturera continúa presentando un comportamiento decreciente según las últimas estimaciones disponibles. El INDEC calculó para junio una caída de 12,4% -respecto de igual mes de 1998-, la mayor en los últimos años, a la vez que con relación al mes precedente registró una baja de 1,2% en términos desestacionalizados.

Se acumuló así en el primer semestre una reducción de la actividad de 10,0%, correspondiendo a disminuciones de 8,4% en el primer trimestre y de 11,4% en el segundo, siempre en comparación con los mismos lapsos de 1998.

A nivel desagregado, las ramas que mostraron mejor desempeño en el primer semestre fueron las de aceites y subproductos (33,0%), favorecidas por las mayores cosechas de soja y girasol; agroquímicos (28,9%), mediante la introducción de nuevas variedades de productos; lácteos (20,1%), merced a la mayor producción primaria; carnes blancas (8,8%) y carnes rojas (7,9%).

Asimismo, las ramas con menor nivel de actividad en el período fueron las de automotores (-48,3%), afectada por la caída de las exportaciones a Brasil y la decaída demanda interna; azúcar (-47,8%), por un retraso de la zafra y restricciones financieras; neumáticos (-29,3%), ante la menor demanda de las automotrices y de la reposición; metalmecánica restante (-27,6%), y acero crudo (-19,8%).

Como puede observarse, existe una fuerte asimetría en el comportamiento intrasectorial a nivel de ramas, ya que de los 28 rubros considerados por el INDEC, 16 presentaron una evolución positiva y 12, negativa, destacándose que las variaciones porcentuales más amplias se registraron entre los rubros en retroceso.

Con respecto a la actividad de la construcción -de significativa influencia sobre diversas producciones manufactureras-, el último relevamiento efectuado por el INDEC presentó un panorama ambiguo. Por un lado, dicha actividad exhibió incrementos de 1,6% en junio y de 1,0% en el segundo trimestre, respecto de iguales períodos de 1998. Pero por otro, las expectativas empresariales mayoritarias apuntaron a un tercer trimestre del año con un nivel de actividad inferior al del segundo trimestre.

En lo referente al tercer trimestre del año -con relación a igual lapso de 1998-, las expectativas detectadas por el INDEC fueron principalmente las siguientes:

De lo anterior puede deducirse que de cumplirse las expectativas prevalecientes entre los productores -83 empresas líderes-, el nivel de actividad manufacturera en el tercer trimestre del año sería inferior al del mismo período de 1998.

Sin embargo, ello no aporta elementos sobre la cuestión relevante, esto es, si el tercer trimestre presentará -en términos desestacionalizados- un mejor desempeño productivo que el segundo, lo cual equivale a preguntar sobre el momento correspondiente al punto de inflexión del ciclo industrial, cuándo la recesión llega a su mínimo y comienza la recuperación.

Estimador mensual industrial (EMI)
Variación porcentual
Período respecto al mes anterior respecto a igual mes del año anterior del acumulado desde enero hasta cada mes del mismo año, respecto a igual acumulado del año anterior
con estacionalidad desestacionalizado
1998
Junio 3,0 0,5 7,3 6,9
Julio 3,4 -2,0 0,9 5,9
Agosto -2,4 0,3 0,6 5,2
Setiembre -0,9 -0,7 -1,4 4,4
Octubre 0,6 -2,1 -6,4 3,1
Noviembre -5,6 0,3 -2,5 2,6
Diciembre -9,5 -3,0 -7,0 1,8
1999
Enero -6,3 2,1 -6,1 -6,1
Febrero -2,1 -1,8 -8,0 -7,1
Marzo 11,7 -3,4 -10,9 -8,4
Abril -1,1 -0,3 -11,3 -9,2
Mayo -0,2 0,2 -10,5 -9,5
Junio 0,9 -1,2 -12,4 -10,0

Fuente: Indec