Temas de Actualidad

Los subsidios al sector agrícola en los países de la OCDE (l)

(1) Extracto del trabajo publicado en “Notas de la economía real”, revista del Centro de Estudios para la Producción, Secretaría de Industria, Comercio y Minería de la Nación, Nº 11, Buenos Aires, junio de 1999.

En julio de 1997 la devaluación del baht tailandés inauguró una serie de shocks económicos que en forma contagiosa fueron propagándose al resto de los países del Pacífico Asiático y que luego desencadenaron crisis en Rusia y América Latina. A casi dos años de aquel momento, ya se han evidenciado algunas de las consecuencias de alcance global. Entre ellas, la reducción en el ritmo de crecimiento de la economía mundial y de los flujos de comercio.

Paralelamente, durante los últimos dos años los precios de las principales commodities tanto industriales como agropecuarias sufrieron fuertes declinaciones. Entre los productos más perjudicados se encuentran los pellets (de girasol y soja), el cobre, el petróleo y el maíz. El precio de los combustibles se redujo en promedio un 30%, mientras que para el resto de las "commodities" la caída de los precios fue de alrededor del 20%.

Entre los factores determinantes de la caída generalizada de los precios se incluyen la retracción en la demanda de algunos países -producto de la crisis asiática-, el efecto de las devaluaciones sobre los precios en países que son importantes exportadores y la caída cíclica de los precios, producto del exceso de oferta que tuvo lugar como consecuencia de las inversiones en capacidad productiva y aumento de la productividad global.

En este contexto de caída generalizada de precios, reducción de la demanda y reducción de las tasas de crecimiento de los flujos de comercio, la existencia de subsidios a la producción agrícola profundiza la brecha entre los precios y condiciones que enfrentan los productores de aquellos países que subsidian su producción y aquellos que operan de acuerdo con las condiciones del mercado.

El comercio mundial de alimentos: exportadores e importadores netos

Entre los países que subsidian su producción agrícola existen profundas diferencias. En particular, entre aquellos países (o regiones) que son exportadores netos de productos agrícolas y alimentos y aquellos que presentan un déficit.

Entre los países de la OCDE que subsidian la producción se incluyen grandes exportadores netos como EE.UU., Canadá y -en menor medida- los países de Oceanía y por otra parte, Europa -especialmente aquellos países que no forman parte de la UE- y economías como la japonesa y la coreana que presentan grandes déficit en su comercio de alimentos.

El comercio mundial de alimentos ha sufrido profundos cambios en lo que va de la década. Comparando las cifras de 1990 con las de 1997, surge un panorama que permite definir tendencias en las distintas regiones.

Asia se perfila como el mercado importador de alimentos de mayor dinamismo, con Japón como principal importador regional y China en un proceso de reversión de su rol de exportador neto a importador neto de alimentos. Hong Kong, Corea y Singapur también han aumentado sus compras de alimentos, mientras que Malasia aumentó sus ventas de este tipo de productos. En conjunto, se trata de una región que acumula un déficit en el comercio de productos agrícolas y alimentos de más de 50 mil millones de dólares.

Así, el crecimiento de casi 53% en las importaciones de alimentos de la región Asia Pacífico -que pasaron de 85,6 en 1990 a 130,6 mil millones de dólares en 1997- la convierten en la región más atractiva para el destino de la producción agropecuaria. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que se trata de un mercado complejo, fuertemente diferenciado según países, poder adquisitivo y nivel de occidentalización, mecanismos de comercialización, preferencias de consumo por grupos étnicos, etc.

En la Unión Europea se presenta el proceso inverso: el déficit de casi 17 mil millones de dólares en su comercio de productos agrícolas y alimentos en 1990 se redujo a un poco más de 2 mil millones en 1997, con una mayor tendencia al autoabastecimiento por una parte, y al fomento de su producción exportable por la otra. El resto de los países de Europa en cambio, aumentaron fuertemente las importaciones de este tipo de productos.

De esta forma, las tres regiones tradicionalmente abastecedoras de alimentos son Latinoamérica y el Caribe, América del Norte y Oceanía. Estas regiones han aumentado sus exportaciones durante la presente década, con una mayor presencia de EE.UU. y Canadá en los nuevos mercados y un mayor dinamismo de Oceanía.

Conclusiones

La reactivación del comercio mundial de alimentos y la evolución de sus precios está en buena medida en manos de los importadores y de la evolución de sus políticas de reposición de stocks a los niveles pre-crisis. En este sentido, la evolución de la brecha que existe entre los precios que enfrentan los productores que reciben apoyo y aquellos que operan de acuerdo con las condiciones del mercado depende de las perspectivas de la producción y de los precios de las "commodities".

Sin embargo, gran parte de esta discusión depende de los alcances de las negociaciones en materia de liberalización comercial en el sector agrícola y en la aceptación o no de la multifuncionalidad de este tipo de políticas. Los sistemas de apoyo a la producción agrícola y de alimentos son presentados por los países que los aplican como políticas, que si bien suponen grandes disparidades entre aquellos que subsidian y los que aceptan las condiciones del mercado, deben sostenerse porque cumplen múltiples objetivos, como el mantenimiento del nivel de empleo, las condiciones de utilización del territorio, el cuidado del medio ambiente, entre otros.

En noviembre del corriente año se realizará el encuentro que da comienzo a la Ronda del Milenio y con ella quedará inaugurada la posibilidad de negociar algunos de los puntos más conflictivos en materia de subsidios a la producción de bienes agrícolas y alimentos.