Análisis Global

La trayectoria inicial de la política económica

Al asumir el nuevo gobierno nacional se enfrentó a una situación macroeconómica en la que sobresalía la ampliación de dos desequilibrios simultáneos: el déficit fiscal y el déficit del sector externo. Es cierto que ambos desequilibrios se expresan desde hace varios años, pero el crecimiento de los mismos hace inviable el desenvolvimiento de la economía argentina a más largo plazo, por la suba de la tasa de riesgo-país y, además, por el freno que ello impone a las decisiones de inversión tanto locales como extranjeras.

El déficit fiscal en 1999 de la administración pública nacional superó los $ 7.000 millones, o sea aproximadamente un 2,5% del PIB; en tanto que el déficit de la cuenta corriente del balance de pagos ascendió a unos 4,5 puntos del PIB. El primer desequilibrio guarda vinculación con la recesión de 1999, con el incremento del gasto público y con la mayor evasión impositiva. El problema del sector externo, en cambio, tiene más que ver con la pérdida de competitividad de la economía argentina -a pesar de la recesión el comercio exterior resultó deficitario- y con el incremento en el pago de intereses derivados de la creciente deuda externa.

Frente al panorama descripto, el nuevo gobierno otorgó prioridad a las acciones tendientes a reducir el déficit fiscal en el 2000 y consecuentemente también la tasa de riesgo-país. En tal sentido deben interpretarse, básicamente, la reforma impositiva, el nuevo acuerdo con el FMI y varias medidas contenidas en el proyecto de Ley de Emergencia Económica.

Como derivación del acuerdo con el FMI y por la propia magnitud del problema, se decidió también instrumentar un programa destinado a fijar límites al déficit de las provincias que trepó, sin considerar ingresos por privatizaciones, a unos $ 3.700 millones en 1999. El objetivo para el corriente año es que dicho déficit no exceda los $ 2.200 millones.

En tal sentido y en el marco de la ley denominada de Compromiso Federal, el Gobierno nacional brindará asistencia financiera a las provincias que se comprometan a bajar el déficit para que refinancien sus deudas, estableciendo acuerdos con cada una de ellas que así lo solicite. El primer compromiso fue suscripto con Tierra del Fuego, Río Negro, Catamarca y Tucumán.

En cuanto al delicado tema del sector externo se prevé, en primer lugar, que los precios internacionales de los principales productos de exportación mejorarán a lo largo del año en curso. Las ventas externas de soja y petróleo ya se realizan a valores superiores a los vigentes un año atrás, aunque todavía no ocurre lo mismo con las cotizaciones del trigo, el maíz y el girasol.

De todos modos, también cabe proyectar que las importaciones tendrán un com- portamiento ascendente, considerando la recuperación del nivel de actividad económica prevista para el año 2000. Teniendo en cuenta, además, que continuará el incremento en el pago de intereses de la deuda externa, el memorando de entendimiento con el FMI prevé que el déficit en cuenta corriente del balance de pagos subirá, aunque moderadamente, como proporción del PIB.

Es por ello que otra de las preocupaciones centrales del gobierno se refiere a la necesidad de mejorar los indicadores de competitividad reduciendo el denominado costo argentino. En tal sentido, ya se han iniciado negociaciones destinadas a bajar las tarifas de los servicios públicos -en particular en telecomunicaciones y energía- y se han puesto en marcha medidas orientadas a fortalecer la capacidad del Estado para poner límites a determinadas prácticas monopólicas.

Finalmente, caber hacer mención a la importancia asignada a la reforma laboral orientada, principalmente, a reconocer de derecho la flexibilización existente en la práctica en el mercado de trabajo, por un lado, y a crear incentivos para disminuir la informalidad y la precariedad en el empleo, por el otro. No es tan evidente, en cambio, la intención de reducir los costos laborales, ya que se ha suspendido -por razones fiscales- el cronograma de rebajas de aportes patronales, excepto cuando estén asociados a aumentos del empleo.

En 1999 -según cifras preliminares estimadas por el INDEC- el valor de las exportaciones fue de u$s 23.318 millones, con una baja de 12% frente al año anterior, mientras que las importaciones, por 25.539 millones, cayeron 19%.

El resultado fue un déficit de u$s 2.221 millones, inferior en 55,2% al saldo negativo acumulado en l998.

Desagregando las variaciones en ambos lados del balance:

 la disminución del valor de las exportaciones en 12% provino fundamentalmente de una caída de los precios (-11%), pues los volúmenes físicos casi no variaron (-1%);

 la baja del valor de las importaciones en 19% reflejó el menor nivel de actividad económica, ya que las cantidades cayeron 13%, y también los menores precios (-6%).

El comportamiento del balance comercial en 1999 evidencia un debilitamiento de la posición comercial del país. En efecto, tradicionalmente existe una relación entre el ciclo económico argentino y el saldo del comercio exterior: una fase de expansión productiva tiende a estar acompañada de un déficit del balance comercial, en tanto que una contracción económica lleva a un superávit, como se observara con la recesión de 1995.

En cambio, la recesión fue acompañada en 1999 por un significativo déficit comercial, si bien bastante inferior al de 1998. La explicación radica fundamentalmente en que durante 1999 se registró una importante reducción de los precios de exportación y una fuerte baja de las ventas a Brasil, factores que impidieron un alza de las exportaciones.

La evolución del balance comercial en el último año ha exhibido nuevamente la fuerte vulnerabilidad que presenta en esta materia la economía argentina y que puede especificarse al menos en los aspectos siguientes:

a) el esquema de convertibilidad con tipo de cambio fijo respecto del dólar, que se ha evidenciado en mayor medida en 1999, debido a la fuerte devaluación de la moneda brasileña y de otras divisas latinoamericanas, así como a la apreciación del dólar -y por tanto del peso- frente al euro;

b) la fuerte concentración de las exportaciones en productos básicos, afectados por la alta variabilidad de sus precios y en gran parte dependientes de las condiciones climáticas, además de su escaso valor agregado, y

c) la elevada participación de Brasil en los mercados de destino de las exportaciones, hace que éstas se hallen muy afectadas -especialmente las manufacturas de origen industrial- por el ciclo económico brasileño y por el tipo de cambio bilateral, factor este último que ha tenido un cambio sustancial a partir de la devaluación del real en enero de 1999.

Para el corriente año se prevé un incremento de las exportaciones a raíz del mayor nivel de actividad en Brasil y el resto del mundo, existiendo previsiones levemente favorables sobre los precios de algunos productos básicos de exportación. Asimismo, crecerían las importaciones en función del crecimiento que retomaría la economía. También podría influir, lógicamente, el accionar de las autoridades económicas con vistas a mejorar el desempeño comercial del país.