LA
INVERSION EXTRANJERA EN AMERICA LATINA
Y EL CARIBE, 1999 (1)
Es muy posible que la plétora de nuevas obligaciones de carácter normativo o jurídico
no coincida con ninguna iniciativa multilateral unificada sobre inversión extranjera que
pudiera acordarse en el futuro en el seno de la Organización Mundial del Comercio
(OMC), sobre todo si se trata de una iniciativa en que se reflejen mejor las
necesidades específicas de los países en desarrollo. En consecuencia, parecería
aconsejable que los países latinoamericanos ejercieran mayor cautela al contraer
nuevas obligaciones hasta tanto se aclare la situación multilateral y se llegue
a una mejor comprensión del fenómeno de la inversión extranjera directa (IED) como tal.
Quizá sea buen momento para que los encargados nacionales de adoptar decisiones se
concentren en definir aquellas actividades prioritarias en que estiman que la IED puede
contribuir sustancialmente a los objetivos nacionales de desarrollo, para luego trazar y
aplicar políticas que favorezcan esos tipos de IED en particular.
En 1998 los flujos de inversión extranjera directa mundial superaron los 650.000
millones de dólares, lo que representó un incremento de casi 39%
respecto del año anterior y más del doble del promedio correspondiente a
1991-1996. Estas cifras indican que continúa la aceleración de la expansión
internacional de las empresas transnacionales en el contexto del proceso de
globalización. Los ingresos de IED correspondientes a 1998 estuvieron
mucho más concentrados que antes en los mismos países industrializados (más del 70% en
comparación con alrededor del 60% durante todos los años noventa) que constituyeron los
países de origen de cerca del 90% de las salidas de capital. De esta
manera se invirtió la tendencia ascendente registrada hasta entonces, según la cual los
ingresos a los países en desarrollo aumentaban, al recibir estos menos del 29%
del total de los flujos, en comparación con el 40% que habían captado a
mediados de los años noventa.
En términos absolutos, el nivel de los flujos de IED que ingresaron a
los países en desarrollo se redujo ligeramente durante 1998, aunque en
la distribución entre las regiones se aprecia que América Latina y el Caribe se
puso casi a la par de Asia en desarrollo (40,6% frente a 44,3%) y se alejó mucho
de otras regiones en desarrollo (15,1%). Indudablemente la crisis
asiática que comenzó en 1997 afectó los ingresos de IED destinados a Asia
oriental, meridional y sudoriental (que disminuyeron alrededor del 14%, al pasar de 88.366
a 76.292 millones de dólares), y especialmente los flujos dentro del continente
asiático.
Al mismo tiempo, la IED que ingresó a América Latina y el Caribe se mostró muy
dinámica (con un aumento de casi 11%, al pasar de 69.404 a 76.727 millones de
dólares). Así pues, si bien los países en desarrollo en general perdieron terreno
frente a los países industrializados como destino de la IED durante 1998, la región de
América Latina y el Caribe resultó ser la excepción y registró un sostenido
dinamismo.
Entre los países más grandes, Brasil registró la mayor afluencia de IED (41,6%),
seguido a gran distancia por México (13,3%), Argentina (8%),
Chile (6%) y Venezuela (5,8%).
Según las cifras preliminares correspondientes a 1999, Brasil ha seguido siendo el foco
principal de la IED en la región. Principalmente gracias a la venta de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales (YPF) a la empresa española de petróleo Repsol,
la Argentina superará a México y conquistará el segundo lugar entre
los países de la ALADI. Entretanto, Chile duplicará
aproximadamente sus ingresos de IED en 1999, en gran medida como consecuencia de
la compra de Enersis y Endesa Chile por parte de la empresa española de electricidad,
Endesa España. Así pues, las fusiones y adquisiciones, en particular a cargo de empresas
españolas, han seguido siendo un factor muy dinámico en los ingresos de
IED a los países más grandes de América Latina en 1999.
Habida cuenta de que los ingresos netos de IED a la región se concentraron en tal
medida en Brasil, cabe puntualizar que cerca de la mitad de la IED que recibió ese país
estaba dirigida a unos pocos sectores de servicios, en que se estaban vendiendo activos
estatales como parte de los procesos de liberalización y desregulación de dichos
sectores (telecomunicaciones y electricidad) o en que la venta de empresas privadas
nacionales era un factor fundamental (servicios financieros y comercio al menudeo).
En la región en general, no cabe duda de que, como consecuencia del proceso de
globalización y de las políticas nacionales tendientes a facilitar nuevas operaciones de
las empresas transnacionales (liberalización comercial y financiera y desregulación de
ciertos sectores), el papel que estas desempeñan ha cobrado enorme importancia. Este
hecho queda claramente demostrado al comparar los activos y las actividades sectoriales de
las 500 empresas más importantes en términos de ventas de América Latina durante la
década de 1990. Al desglosar las ventas totales correspondientes a este grupo de grandes
empresas, clasificadas en tres categorías -empresas transnacionales, empresas privadas
locales y empresas estatales-, se advierte que la participación de las empresas
transnacionales ha registrado un brusco aumento de 26,6% a 38,7%, la de las empresas
privadas locales se mantuvo constante, en alrededor del 40%, y las ventas de las empresas
estatales cayeron estrepitosamente, de 35% a 19,1%.
Los datos disponibles sobre el sector manufacturero se complementan con información sobre
el valor de las ventas externas de los 200 principales exportadores de América Latina
entre 1995 y 1998 (no se dispone de datos para años anteriores). Según las cifras, el sector
manufacturero se mantuvo estable con el 50% del valor de las exportaciones de
estas empresas, en tanto la participación de las actividades primarias declinó
de 44,8% a 40,1% y la de los servicios aumentó de 5,3% a 9,2%.
Las empresas trans-nacionales fueron con creces el componente más dinámico de este grupo
de exportadores principales y su participación en el total de exportaciones
trepó de 30,6% a 44,8% durante 1995-1998.
El estudio de las ventas consolidadas de las 100 principales empresas transnacionales no
financieras que operaban en seis países de América Latina en 1998 indica que se están
produciendo cambios significativos. Las subsidiarias de las empresas transnacionales con
base en Estados Unidos siguen siendo el grupo más numeroso (43,1% del total de las ventas
consolidadas); sin embargo, varias empresas transnacionales europeas, procedentes de
Alemania (10,6%), España (10%), Francia (9,2%) e Italia (5%), también han establecido
una presencia destacable en la región.
En términos de modalidades, la IED que ingresó a la región durante 1998 y 1999 mantuvo
su composición de alrededor de 60% para la creación de nuevos activos y 40% para la
compra de activos existentes, si bien el volumen de la IED creció sensiblemente. Los
datos de la CEPAL indican que las fusiones y adquisiciones aumentaron en gran medida
durante 1998 y 1999, en tanto el valor de las privatizaciones bajó considerablemente en
el mismo período.
La mayoría de las privatizaciones que se realizaron en América Latina en 1998 y 1999
tuvieron lugar en sólo dos países: Brasil (62,4%) y Argentina (18%). La
participación de países inversionistas fue mucho más diversificada que en el caso de
las fusiones y adquisiciones. Los tres principales países inversionistas
fueron los Estados Unidos (14,8%), España (8,7%) y Portugal (8,4%).
El hecho de que Costa Rica y Bolivia hayan logrado canalizar mayores volúmenes de IED
hacia actividades prioritarias indica que la política de IED supone mucho más que la
simple liberalización, desregulación y privatización sumadas a la mayor protección de
los inversionistas extranjeros en el marco de acuerdos de inversión bilaterales,
subregionales o multilaterales. Como primera medida, es preciso tener un plan, es decir,
una estrategia de desarrollo en que se definan las actividades prioritarias.