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Comentarios sobre el significado del mercado
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Introducción

El concepto de mercado ha sufrido una evolución permanente, en función de la organización económico-social y de la tecnología (de producto, proceso y comercialización) que se va desenvolviendo en cada etapa de la historia reciente.

La definición clásica de mercado es la siguiente:

Es el espacio (real o virtual) donde confluyen compradores y vendedores de mercancías y servicios y en el que la oferta de los vendedores y la demanda de los compradores fijan los precios de la compraventa.

Esta definición, que corresponde a la de libre mercado perfecto, implica numerosos supuestos subyacentes para que el fenómeno se desenvuelva tal como lo indica la definición. Una enumeración de una parte significativa de estas hipótesis se da a continuación:

1) Los vendedores y los compradores son muy numerosos y tienen aproximadamente el mismo tamaño.

2) Las mercaderías y los servicios que intercambian son idénticos y satisfacen todos por igual las expectativas de los compradores.

3) Los vendedores y los compradores están perfectamente informados permanentemente de los precios a los que se hacen todas las transacciones.

4) Todos los vendedores y compradores venden y compran al contado.

5) Todos los vendedores y los compradores deciden la operación y cobran y pagan simultáneamente.

6) No existen regulaciones estatales que alteren precios.

7) Los servicios posventa tienen igual eficiencia y precio.

8) Los sistemas de comercialización y distribución son idénticos (publicidad, promoción, cantidad y dimensión de los puntos de venta, telemarketing, Internet, venta directa -personal o por correspondencia-, la estructura de intermediación, empaque, etc.).

9) No hay barreras de entrada ni de salida significativas para acceder a un sector en el mercado donde se compite.

10) Al desaparecer un competidor, no se inutiliza capital físico ni humano (curiosamente, a pesar de reconocerse la importancia de la educación y capacitación, este último no se incluye dentro de las cuentas nacionales). Se transforma en forma inmediata el capital físico y humano sin pasar por chatarra ni recapacitación.

Todas estas hipótesis son condiciones "y", es decir, se deben dar todas simultáneamente para que el mercado, tal como está clásicamente concebido, funcione de acuerdo a la denominada ley de oferta y demanda; cualquiera de ellas que esté ausente da lugar a las denominadas imperfecciones del mercado.

Todo modelo que intenta representar el comportamiento de un fenómeno causal, ya sea que se trate de un fenómeno de las Ciencias Naturales o de las Sociales (como la Economía), es siempre una aproximación a la realidad; conlleva hipótesis simplificativas. Estas hipótesis son de dos tipos:

a) Que existen muchas variables que influyen tan poco sobre el comportamiento del fenómeno, que su presencia puede ser despreciada (variables poco significativas), sin que la explicación que surge del modelo se vea sustancialmente afectada.

b) Que dentro de las variables consideradas, algunas se mueven dentro de márgenes tan estrechos que se las puede considerar constantes.

En las Ciencias Naturales, estas hipótesis simplificativas son soslayadas mediante el uso de coeficientes de seguridad, que permiten operar en la práctica sin que existan consecuencias indeseables.

Para que el uso de un modelo sea realmente útil y práctico no debe alejarse tanto de la realidad, que con demasiada frecuencia genere ese tipo de consecuencias indeseables. Con ese objeto, resulta indispensable verificar la verosimilitud de las hipótesis sobre las que se sustenta el modelo clásico de mercado, como paradigma de la competencia.

Pero previamente, resulta indispensable separar los dos segmentos de la definición: el primero se refiere al espacio en el que se realizan las transacciones entre vendedores y compradores, mientras el segundo asume cómo se fija el precio de las transacciones. Respecto del espacio transaccional merece exponerse su evolución histórica. Hasta la revolución industrial el espacio era predominantemente físico: las operaciones se realizaban en plazas abiertas, mercados cerrados o por encargo, donde vendedores, productores y compradores se conocían personalmente. Las manufacturas eran artesanales y la mayoría de las veces eran ordenadas personalmente por el comprador al vendedor-productor, de acuerdo a sus gustos y a sus posibilidades económicas; así ocurría con la indumentaria, el calzado, el mobiliario, los carruajes y muchos otros enseres y herramientas (también existía una producción importante para autoconsumo). La Revolución Industrial, con su producción en grandes series, alteró sustancialmente la morfología del mercado, convirtiéndolo de físico en virtual, donde los que producen y venden desconocen a los que compran; este proceso fue creciendo rápidamente hasta los extremos actuales de la compra-venta por Internet.

El segundo segmento de la definición, que refiere a la formación de los precios, es el que encierra las hipótesis que se listaron más arriba y que serán revisadas.

Finalmente, corresponde aclarar un concepto que muchas veces resulta confundido: el capitalismo privado y la existencia del mercado. Mientras el primero resulta ser una relación jurídica entre personas privadas y los bienes de producción, por la cual estos últimos son propiedad (que resulta en su posesión, tenencia y usufructo) de estas personas privadas, el segundo deriva de la especialización productiva y la necesidad de intercambio para asegurar la subsistencia. Es decir, mientras el primero resulta de un antecedente y consecuente propio de una relación jurídica normativa, cambiante de acuerdo a las demandas de una sociedad en cada tiempo y lugar, el espacio físico o virtual -mercado- en el que se realizan las transacciones, constituye un fenómeno propio de las Ciencias Sociales Causales (donde la causa es la especialización productiva y la consecuencia es el mercado). El capital es uno de los factores de la producción, como lo es el trabajo. Hasta hace relativamente poco tiempo (1865 en los EE.UU. y 1888 en Brasil), otro de los factores de la producción -el factor trabajo- era de propiedad privada, vía el instituto jurídico de la esclavitud, lo que no significaba que no existiese el mercado, inclusive para la compraventa de esclavos. Por oposición, actualmente la esclavitud ha sido abolida, pero el mercado de trabajo subsiste vía la remuneración que perciben los asalariados. El juicio sobre cuál es la relación jurídica más conveniente resulta de la escala de valores que cada sociedad aplica en el tiempo y en el espacio que habita.

Algo similar ocurre actualmente con la propiedad del factor tierra: en una proporción importante de naciones, la propiedad superficiaria existe; en otros, el propietario es el Estado Nacional, que lo entrega en comodato por 99 años, mientras el beneficiario o sus herederos la mantengan en explotación. En cuanto a la propiedad de los recursos naturales no renovables (minas y yacimientos) que se encuentran debajo de la superficie -comprendidos en el factor tierra-, en algunos países su propiedad es del Estado Federal o Provincial, que otorga concesiones de exploración y explotación por tiempo determinado, mientras que en otros se incluye como parte de la propiedad superficiaria. Conviene recordar que, en el período previo a la Revolución Francesa, los únicos que tenían acceso a la propiedad de la tierra eran los nobles.

Resumiendo: la relación de propiedad, que caracteriza hoy a la sociedad capitalista, constituye una relación jurídica mutable con el tiempo y el espacio, de categoría normativa, mientras que el mercado es de categoría fenomenológica causal (causa, la especialización productiva; efecto, el mercado), que subsiste mientras se mantengan la relación causa-efecto. La confusión entre capitalismo y mercado debe ser erradicada, para evitar que el mercado se vincule a una ideología, que puede reflejar el pensamiento (la ideología capitalista, con los matices que hoy se conocen) de la mayoría de la sociedad en un tiempo y lugar dados. Nadie puede ser propietario del mercado o de parte del mismo; el instituto jurídico "propiedad" sólo se refiere a los factores de la producción (capital, trabajo, tierra y, más recientemente, la tecnología). Asociar el capitalismo con el "libre mercado"y las regulaciones del mismo con la propiedad estatal de los factores de la producción (estatismo) constituye una deformación ideológica, en fin, un ideologismo, muchas veces intencionado. Japón, por ejemplo, es francamente capitalista con un mercado fuertemente regulado, mientras que los países nórdicos (Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia) están notoriamente orientados más hacia el socialismo con un mercado con mayor grado de libertad.

Conclusiones

En función de lo expuesto más arriba, se pueden enunciar conclusiones ricas en el contenido de los enunciados.

1) El espacio virtual en el que se realizan los intercambios y que se denomina mercado, existe; es el resultado causal de la especialización productiva.

2) La fijación de los precios como punto de equilibrio situado en la intersección de las curvas de oferta y demanda existe, con limitaciones, para la formación de los precios de los factores clásicos de la producción (interés del capital, donde las políticas cambiarias, monetarias, fiscales y financieras establecen pautas que reducen la transparencia; costo del trabajo, alterado por la legislación social y de la tierra, rigidizado por las normas de subdivisión, acceso de la propiedad inmueble, financiamiento, derechos superficiarios y/o del subsuelo) y para una porción de las commodities en los que no existen intervención del Estado (vía subsidios o regulación de las transacciones). Debe tenerse presente que la participación en el comercio total del intercambio de productos no diferenciados está en retroceso en el mundo. El nuevo factor de la producción -tecnología- no está incluido ni obedece a este comportamiento.

3) La mayor parte del resto de las transacciones no responde al modelo clásico, por la enorme escala en el incumplimiento actual de las hipótesis simplificativas, subyacentes en el diseño del modelo. La falta de transparencia es de tal magnitud, que para que pudiera utilizarse sin permanentes efectos colaterales no deseables, serían necesarios coeficientes de seguridad mucho mayores que los que se utilizan en las Ciencias Naturales, que en muchos casos son muy elevados (tornando inútil el modelo).

4) La competencia en el mercado de los albores del siglo XXI no funciona según el modelo clásico del libre mercado, sino que obedece a un fenómeno mucho más complejo, en el que intervienen más variables que el volumen de la oferta y la demanda. Esta conclusión deriva en un corolario casi obvio: la asignación de factores por el libre mercado no conduce, en el corto, mediano y largo plazo, a la optimización de los resultados económicos que exige la sociedad.

La gran conclusión que puede sacarse de todo lo antedicho es que la Ciencia Económica tiene una gran asignatura pendiente: la elaboración de un nuevo modelo de comportamiento del mercado que sustituya el clásico y que represente lo más aproximadamente posible la realidad actual, eliminando las hipótesis simplificativas que no se cumplen cualitativamente, algunas de las cuales se han expuesto.

Todo ello sin perjuicio de proseguir con la función indelegable del Estado de introducir transparencia hasta el límite de lo posible.