Análisis Global

El nuevo escenario económico

Al inicio de su gestión el Gobierno consideró que el necesario ajuste fiscal que debía realizar, no afectaría -a lo sumo podría moderarlo- al incipiente proceso de reactivación económica que se insinuaba desde el último trimestre de 1999. Es más, desde la lógica del razonamiento de los mercados financieros, el ajuste fiscal debía producir una caída de la tasa de riesgo-país que ayudaría a la reactivación.

Sin embargo, la realidad no se comportó de la manera prevista. En primer lugar, porque el ajuste fiscal inicial afectó las expectativas de los agentes económicos y algunos indicadores -la actividad industrial y de la construcción, la demanda de créditos, etc.- comenzaron a emitir señales negativas. En segundo lugar, porque empeoraron las condiciones internacionales para nuestro país, especialmente a partir de la suba de las tasas de interés en los Estados Unidos.

Por otra parte, los resultados de la Tesorería en abril -con un déficit de $ 630 millones- alertaron a las autoridades económicas, quienes tienen comprometido ante el FMI un déficit máximo para todo el segundo trimestre de $ 700 millones. Cabe agregar que las primeras estimaciones indican que en mayo el desequilibrio del Tesoro habría alcanzado una cifra similar a la de abril.

Como consecuencia, el Gobierno anunció a fines de mayo un nuevo ajuste fiscal que procura reducir el gasto público en unos $ 600 millones en lo que resta del corriente año. Tal reducción se suma a lo dispuesto en el primer ajuste fiscal hasta alcanzar una disminución total del gasto público para el año en curso de $ 2.000 millones.

Es indudable que este nuevo ajuste del gasto público tendrá efectos negativos sobre el nivel de actividad, al menos en el corto plazo. En tal caso, surge un interrogante de vital importancia para proyectar el comportamiento de las cuentas públicas en lo que resta del año, ya que un menor nivel de actividad podría traducirse en una caída de la recaudación tributaria.

En tales circunstancias, la contracción del gasto público resultaría siempre insuficiente para bajar la brecha fiscal y obligaría a un ajuste permanente sin solución a la vista. Por otra parte, el impacto sobre el nivel de actividad se está traduciendo en un proceso deflacionario -visible a nivel de los precios minoristas-, que también erosiona los ingresos tributarios.

El proceso deflacionario, sin embargo, tiene otro efecto que puede resultar funcional para enfrentar uno de los graves problemas que tiene la economía argentina: la pérdida de competitividad. Sin aumentos significativos de la productividad, dados los bajos niveles de inversión, y sin alteración de la paridad cambiaria, el camino de la deflación parece la única opción -aunque altamente riesgosa- en la búsqueda de mayor competitividad.

La deflación, de todos modos, no corrige hacia abajo todos los precios de la economía, ya que algunos de ellos no son fijados por el mercado. Las excepciones principales son los salarios del sector público y las tarifas de los servicios públicos. De allí que el Gobierno haya tomado la decisión de reducir los primeros por decreto y ha comenzado a negociar con los concesionarios sobre las tarifas.

La pérdida de dinamismo de la economía argentina conlleva también a una reducción del déficit en la cuenta corriente del balance de pagos, particularmente por el estancamiento de las importaciones (el superávit comercial de abril último es el mayor desde 1991). En tal caso, se reduce la necesidad de financiamiento externo, tema sensible para nuestro país en razón de las difíciles condiciones imperantes para el acceso al financiamiento internacional.

De todos modos y más allá de sus eventuales efectos sobre la competitividad y el déficit externo, las condiciones que imponen el estancamiento y la deflación son dañinas para el tejido productivo, aumentan la conflictividad social y, en última instancia, afectan negativamente la tasa de riesgo-país, contradiciendo el objetivo inicialmente buscado. De allí que se imponga la necesidad de decididos impulsos a favor de la reactivación.

 

Lenta evolución de la actividad manufacturera

La producción manufacturera presentó en el primer cuatrimestre del año un incremento de 2,0% respecto de igual lapso de 1999, según las últimas estimaciones completas del INDEC. Lo modesto de ese aumento se hace más marcado al considerar la baja base de comparación, afectada por tratarse de un período de recesión, profundizada a partir de la devaluación del real brasileño en enero de 1999.

La citada evolución incluyó una fuerte asimetría entre las diversas producciones incluidas en el Estimador Mensual Industrial (EMI):

 los rubros con mayores aumentos de su producción fueron los de aluminio primario (55,3%), automotores (49,5%), fibras sintéticas y artificiales (47,7%), negro de humo (37,8%) y acero crudo (31,5%);

 los rubros con menores niveles de actividad fueron los de cemento (-17,0%), productos metalmecánicos (-15,2%), petróleo procesado (-6,4%), carnes blancas (-4,0%) y harina de trigo (-3,1%).

Asimismo, cabe destacar en este período el favorable comportamiento registrado en rubros de perfil exportador, como los citados de aluminio, fibras sintéticas, acero crudo y otros como papel y cartón. Ese desempeño reflejó en general la mejora de los precios internacionales de productos básicos y/o la ampliación de la capacidad instalada.

Cabe agregar que un anticipo parcial del INDEC para mayo no agregó mayores novedades para la coyuntura sectorial, ya que la producción -en términos desestacionalizados- habría aumentado 2,1% frente a igual mes de 1999 y descendido 0,4% respecto de abril último.

Por otro lado, resulta de particular interés la comparación con el primer cuatrimestre de 1998, en el cual se verificaba un sostenido nivel de actividad manufacturera. Se aprecia aquí que el promedio sectorial del EMI muestra en el primer cuatrimestre del presente año un retroceso de 6,8%.

También es interesante observar que -debido en parte a la actual debilidad de la demanda interna- se destaca asimismo en esta comparación el destacado comportamiento de rubros exportadores en mayor o menor medida, como aceites y subproductos, aluminio, fibras sisntéticas y lácteos, además de la sustitución de importaciones efectuada en productos agroquímicos.

Los dos rubros con peor desempeño productivo son los de metalmecánica (-38,1%) y de automotores (-25,5%). El primero -que continúa así su tendencia decreciente de la última década- se caracteriza por su alto valor agregado y su mayor nivel tecnológico, ya que comprende bienes de capital como maquinaria agrícola, vial y ferroviaria y máquinas-herramienta, entre otros. La menor actividad automotriz, a su vez, responde básicamente a la contracción de la demanda interna y la aún no recuperada demanda de Brasil.

Por otra parte, la evolución de la industria de la construcción viene contribuyendo al débil desempeño de la actividad manufacturera, dada su característica de fuerte demandante de insumos de diversas ramas.

Para los próximos meses puede estimarse en principio que el nivel de actividad manufacturera estará influido básicamente por una débil demanda de consumo -a raíz de la reducción de los ingresos disponibles y la mayor cautela-, previéndose un sostenido comportamiento de las exportaciones, mientras que surgen dudas sobre la esperada recuperación de la demanda de inversión, aunque de todas formas su impacto directo se dirige fundamentalmente a la importación.

Evolución de la producción manufacturera

  Primer cuatrimestre 1998 = 100
Rubro 4 meses 1999 4 meses 2000
TOTAL 91,4 93,2
Carnes rojas 106,2 113,6
Carnes blancas 110,8 106,4
Lácteos 120,5 115,9
Aceite 148,7 149,0
Harina de trigo 98,8 95,7
Yerba mate 93,3 104,0
Cigarrillos 98,5 92,4
Hilados de algodón 88,3 94,5
Fibras sintéticas 89,2 131,7
Tejidos 85,9 97,5
Papel y cartón 81,8 95,3
Petróleo procesado 102,6 96,0
Química básica 94,1 95,2
Gases industriales 96,0 118,7
Agroquímicos 142,9 135,9
Neumáticos 70,4 75,1
Negro de humo 72,2 99,5
Plásticos 87,1 82,8
Medicamentos 111,0 106,3
Cemento 100,5 83,9
Acero crudo 78,7 103,5
Aluminio primario 89,2 138,5
Automotores 49,8 74,5
Metalmecánica 73,2 61,9
Fuente: "Buenos Aires Económico" (BAE), con datos del INDEC.

 

Fuente: INDEC.