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PRINCIPALES DESAFIOS DE LAS PEQUEÑAS Y MEDIANAS EMPRESAS ARGENTINAS (1)

Diversos estudios de casos realizados sobre PyMEs manufactureras argentinas en los últimos años ejemplifican claramente que muchas firmas, tal vez cientos de empresas pequeñas y medianas, han podido instrumentar una estrategia favorable, han obtenido altos niveles relativos de eficiencia, calidad, innovación y rentabilidad e, inclusive, varias PyMEs han iniciado una expansión sostenida hacia mercados externos exigentes.

Más aún, un conjunto de pequeñas y medianas empresas -especialmente en ciertos rubros de bienes intermedios metalmecánicos, en el área de servicios orientados a empresas y en ciertos subsectores muy segmentados de comercio-, han llamado la atención de inversores y han sido negociadas y transferidas por sus empresarios originales a empresas mayores , conglomerados económicos o fondos de inversión. Estos logros han sido resultados empresariales individuales, que no reflejan, sin embargo, el común denominador de las empresas, ni responden a situaciones de especialización sectorial.

En contraposición existen suficientes evidencias empíricas que ponen de manifiesto que las empresas PyME, especialmente aquellas en sectores de bienes transables, han debido enfrentar, en los últimos siete años un escenario de fuerte presión competitiva y severidad económica, lo cual ha determinado que muchas empresas, varios miles de PyMES industriales, hayan salido del mercado y hayan cerrado sus actividades.

Si bien no existen estudios detallados al respecto, en la mayoría de los casos se tiene la presunción de que estos cierres han sido un resultado no buscado de los empresarios, que no lograron diseñar y poner en marcha un proceso de reconversión que pudiera confrontar con mejores resultados los cambios de sus mercados y escenarios de negocios. Los estudios parciales realizados sobre algunos casos o subsectores indican que convergieron varios factores (desde financieros hasta capacidades técnicas) para que estas empresas no consiguieran superar los escollos planteados por un escenario de negocios más complejo, novedoso para la mayoría de las firmas y que se materializó de manera rápida.

En las últimas décadas -desde fines de los setenta- se ha observado en el mundo industrializado un resurgimiento de las PyMEs. No sólo se registra un claro incremento del número de firmas sino que las PyMEs se han incorporado más activamente en la producción de bienes y servicios, aprovechando cambios en la organización productiva, modificaciones de la demanda y las facilidades que brinda la tecnología informática.

En el caso argentino, los factores predominantes en la evolución de la dinámica empresarial PyME, en los últimos años, han sido otros y las causas frecuentemente esgrimidas por la literatura económica requieren de una contextualización particular para poder tener un valor explicativo que se corresponda con la realidad local.

El cambio de escenario de negocios para las empresas PyMEs argentinas está principalmente ligado con el proceso de transformación macroeconómica iniciado a comienzos de los años noventa y de forma secundaria con la evolución tecnológica y productiva de los sectores productivos que, por otro lado, se alteró considerablemente como consecuencia de las modificaciones introducidas en el marco regulatorio global de la economía.

En cierto sentido, el perfil de la transformación de las actividades productivas PyMEs ha sido inducido desde la política económica y en una segunda instancia, por las características particulares que predominaron en la evolución y la trayectoria tecno-productiva de cada sector productivo y en la reformulación de la morfología de dichos mercados.

La maduración de los cambios macroeconómicos se ha traducido, entre otros aspectos, en:

a) Modificaciones significativas en los precios relativos básicos vinculados con la actividad industrial; tanto en los mercados de factores (por ejemplo, relación costo laboral, salarios/inversión-equipamiento, tasa de interés real, tipo de cambio real, presión impositiva, etc.) como en la relación de los precios entre bienes nacionales e importados o entre transables y no transables (efecto tipo de cambio real y política arancelaria).

b) Rápida y fuerte presión competitiva como consecuencia de la apertura externa, que no sólo facilitó la rápida importación de bienes, insumos y equipos sino que, además, introdujo nuevas tecnologías y productos y fue acompañada de algunos cambios en el perfil de la demanda de los consumidores. La apertura indujo, a su vez, una reorganización de la política de proveedores y suministros de las empresas grandes y terminales, lo que modificó la estructura de varios mercados de bienes intermedios, partes y piezas.

c) Redimensionamiento cualitativo y cuantitativo del tamaño del mercado “doméstico interno” a partir del proceso de integración MERCOSUR junto con el impacto que sobre el sector PyMEs tuvo el crecimiento de la inversión y la introducción de nuevas modalidades de comercialización y distribución. Este proceso de inversión en el caso argentino fue, además, potenciado por la política de privatizaciones y concesiones de servicios públicos que significó fuertes cambios en las modalidades de prestación de servicios, la incorporación de importantes grupos empresariales en actividades que antes estaban reservadas al sector estatal y, en cuanto al impacto sobre las firmas PyMEs, la modificación de las relaciones de subcontratación y aprovisionamiento. En estos años, sectores completos de actividad se reestructuraron y modificaron su modalidad de funcionamiento.

La dispar percepción empresarial sobre la dirección, velocidad y magnitud de las transformaciones que cada PyME enfrentaba en su particular segmento de mercado, alentaron y condicionaron una serie de decisiones cruciales en las empresas: revisión del perfil productivo y orientación de mercado, racionalización de empleo, nuevo diseño de su funcionamiento financiero de corto plazo, redefinición de la estrategia comercial, incorporación de productos y especialización, adquisición de tecnología e inversiones, desarrollo de proyectos mínimos de calidad, incremento de importaciones de insumos, desarrollo de relaciones comerciales con Brasil, venta o cierre de la planta manufacturera.

Ante un proceso de transformación que establecía fuertes y nuevos condicionantes a la actividad productiva, la respuesta empresarial PyME no fue espontánea ni unidireccional. Como se señala reiteradamente en la literatura internacional, la empresa PyME es un agente económico particular, dueño-intensiva, que se estructura centralmente sobre los objetivos particulares de su empresario-administrador.

En ese sentido, algunos autores afirman, por ejemplo, que las firmas PyME “son sólo parcialmente un fenómeno racional” (Brytting, 1990) y el éxito de la firma guarda relación con aspiraciones de tipo personal, que no expresan necesariamente un comportamiento de agente económico típico racional.

Si bien existen algunos elementos predominantes en muchas de las conductas estratégicas, la dinámica empresarial de los últimos años daría sustento a la idea de que, tanto en la concepción como en la puesta en práctica de las acciones microeconómicas, la “singularidad” de las firmas PyME tiene un peso gravitante y definitorio; por tal razón se observan reacciones productivas y de gestión empresarial tan heterogéneas.

Probablemente, la desarticulada e inconexa estrategia de política industrial en los primeros años del programa de transformación macroeconómica explica en parte lo severo de este comportamiento, ya que a pesar de la existencia de los numerosos instrumentos disponibles, la estrategia industrial no logró crear una situación de reconversión que sirviese de guía y punto referencial para las acciones de reconversión y reconceptualización de las firmas.

Por otra parte, el sistema institucional público y privado de apoyo a PyMEs no tuvo capacidad de respuesta, técnica y financiera, para atender las demandas y crecientes exigencias que planteaban las empresas.

Los diferentes trabajos efectuados con empresas PyME (Yoguel, Neumann y otros, 1997) permiten inferir y agrupar, esquemáticamente, los desafíos empresariales en cuatro grandes unidades, si bien no todas las empresas se encuentran en la misma situación, ni el cambio de ambiente de negocios tiene similar impacto en las diferentes empresas PyME manufactureras del país:

1) Reestructuración del “negocio” de la firma, compatible (viable) con el nuevo escenario económico y productivo y con el mercado ampliado MERCOSUR.

2) Reposicionamiento competitivo en términos del mercado ampliado, inicio de un proceso de internacionalización y de desarrollo de vínculos con socios externos y alianzas empresariales.

3) Actualización tecnológica permanente que permita confrontar exitosamente la presión competitiva externa en el MERCOSUR y asegurar un posicionamiento sustentable.

4) Aprovechar las nuevas oportunidades emergentes en el MERCOSUR, especialmente las originadas en nuevas inversiones o en las nuevas áreas de negocios que surgen como consecuencia de las transformaciones regulatorias de servicios públicos. Participación en las “cadenas de valor regional” (ie: automotriz, telecomunicaciones, energía y minería).