En 1990
la inversión en la Argentina alcanzó su piso histórico. Durante la década del
ochenta se produjo una fuerte contracción en el sector manufacturero, situación
que se originaba en la pesada herencia que había dejado el gobierno militar
(abrupta reducción del parque manufacturero, cierre de numerosos establecimientos
y destrucción de puestos de trabajo) y la crisis de la deuda externa que estalló
a principios de la década del ochenta.
En los años ochenta la inversión neta fue negativa, es decir, las inversiones
realizadas no alcanzaron siquiera para reponer las depreciaciones del stock
de capital.
La mayor parte de las inversiones manufactureras de ese período se realizaron
bajo programas de promoción industrial en los que el Estado tendió a financiar
prácticamente la totalidad de los montos invertidos. Como se puede apreciar
en el gráfico, la evolución del stock de capital reproductivo de los últimos
treinta años puede ser dividida en cuatro etapas. En la primera de ellas,
comprendida entre 1970 y 1980 -y más allá de alteraciones coyunturales-, hay
un crecimiento del stock de capital reproductivo.
En la segunda etapa (1980-1989) el stock de capital reproductivo tiende a estancarse
(siguiendo el método de amortización rectangular) o a contraerse (según amortización
lineal). Entre 1989 y 1991 se acentúa la contracción según ambos métodos de
amortización, para luego iniciar una fase en que se combinan la recuperación
del parque industrial perdido con el crecimiento del mismo.
Avanzando en torno a una caracterización de la inversión manufacturera, es necesario
destacar el fuerte papel asumido por las empresas transnacionales (ETs)
durante los años noventa. A diferencia de la década anterior, en que se produjo
una fuerte contracción de la inversión extranjera en la industria manufacturera
(al igual que en el resto de los sectores), produciéndose incluso el retiro
de algunas ETs del país, en los años noventa la afluencia de inversiones externas
se multiplicó, conformando una nueva oleada con características específicas.
Asimismo, las características de los procesos de inversión en el sector manufacturero
y su relación con el contexto macroeconómico en que se produjo, han sido determinantes
en la evolución de la estructura de los mercados y de los sectores empresariales
que los lideran. Así, se ha acentuado el proceso de concentración económica
en la industria manufacturera, y al haber sido tal proceso liderado por las
ETs (en conjunción con un fuerte proceso de fusiones y adquisiciones en que
un conjunto de ETs asumió el control de empresas nacionales), la extranjerización
del sector se ha convertido en otro de los rasgos centrales inherentes a las
transformaciones ocurridas.
(1) Extracto de “Reporte Industrial 1999. La industria argentina ante los desafíos
del próximo siglo”, estudio del Centro de Estudios para la Producción (CEP),
de la Secretaría de Industria, Comercio y Minería; Buenos Aires, diciembre de
1999.
LOS
NUEVOS PATRONES DE LA INVERSIÓN MANUFACTURERA
La apertura de la economía (operada principalmente a través de una fuerte
reducción de barreras arancelarias) y los nuevos marcos de liberalización
y desregulación en vastos segmentos de la producción de bienes y servicios,
han conformado un nuevo contexto macroeconómico para el desenvolvimiento del
sector industrial, estableciendo nuevos patrones y determinantes para el desarrollo
de las inversiones. Así, se ha establecido una configuración en que la competitividad
ha asumido un papel central, conduciendo a la reformulación de las estrategias
de inversión.
Es evidente que este nuevo marco ha afectado de manera diferencial a los
distintos estratos empresariales. Así, mientras los segmentos mejor posicionados
del empresariado industrial, junto a las ETs que ingresaron al país durante
la presente década (o bien retornaron tras haberse retirado en los años ochenta)
tuvieron una actitud más activa en materia de inversiones tendientes a una mayor
modernización tecnológica y de integración al sector externo, las empresas más
pequeñas enfrentaron un contexto adverso mediante estrategias de tipo defensivo,
es decir, más orientadas a sobrevivir que a realizar una transformación profunda
de sus métodos de producción y organización.
El incremento de las importaciones de bienes de capital evidencia el ya señalado
crecimiento de las inversiones en equipo durable de producción. En este sentido,
muchos autores han tendido a encontrar en el abaratamiento del precio relativo
de los bienes de capital con respecto al del factor trabajo uno de los determinantes
centrales de los nuevos patrones de inversión.
Sin embargo, como demuestra un estudio del CEP, los precios del trabajo y del
capital cayeron de manera simultánea en la industria manufacturera y, por lo
tanto, dicho aspecto no puede ser considerado el determinante central o excluyente.
Mientras el precio de los bienes de capital importados cayó en razón de un 2,3%
anual acumulativo entre 1993 y 1998, el salario industrial lo hizo al 3% anual
acumulativo en ese mismo período. De este modo el costo de los bienes de capital
ha sido en 1998 un 11% más barato que en 1993, mientras que el salario industrial
lo fue en un 14%.
La existencia de una economía abierta y -por ende- expuesta a la competencia
externa conduce a una reestructuración del perfil tecnoproductivo de las empresas
manufactureras, en que la incorporación de tecnología, la sustitución de trabajo
por capital y el abaratamiento del costo laboral, constituyen todos ellos aspectos
centrales inherentes al nuevo contexto para el desarrollo de las estrategias
de inversión en el sector.
Como ya ha sido esbozado anteriormente, las inversiones manufactureras han presentado
como característica saliente la incorporación de tecnología, maquinarias, equipos
y material de transporte, pero con una baja proporción de nuevas construcciones.
De allí la fuerte reducción de la edad promedio del stock de capital reproductivo
en maquinarias y equipos simultáneamente con el crecimiento de la edad promedio
de las construcciones no residenciales. En este sentido, han prevalecido las
inversiones sobre plantas ya existentes antes que la apertura de nuevos establecimientos
(greenfields). En esta conclusión coinciden otros estudios al respecto: aproximadamente
el 63% correspondió a bienes de capital, mientras que el restante 37% fue asignado
a edificios, mantenimiento, reparaciones y otros (Bisang y Gómez, 1998).
LA INVERSIÓN
DE GRANDES EMPRESAS
Un reciente informe del INDEC
(1999) permite tener una visión más desagregada respecto de la composición de
las inversiones manufactureras para un conjunto de grandes empresas. El trabajo
del INDEC comprende un conjunto de 500 grandes empresas, de las cuales una porción
significativa pertenece al sector manufacturero.
El período analizado está comprendido entre los años 1993 y 1997 y la cantidad
de empresas manufactureras oscila entre 318 y 322 según el año en cuestión.
En cuanto al grado de representatividad de la muestra, el informe señala: “la
inversión realizada en el año 1997 por las empresas del panel alcanza el 23%
de la inversión bruta fija del país. No obstante, si se considera la inversión
de los sectores incluidos en la encuesta, la representatividad de la ENGE (Encuesta
Nacional de Grandes Empresas) sería del orden del 43%”.
Dicho informe ha podido determinar que durante el quinquenio 1993-1997 la inversión
bruta interna generada por ese conjunto de empresas ascendió a 62.559 millones
de dólares, de los cuales 19.766 millones, el 31,6% del total, correspondió
a empresas manufactureras.
La desagregación sectorial realizada en dicho estudio comprende siete
agrupamientos. Combustibles, químicos y plásticos concentra la mayor parte de
la inversión bruta interna manufacturera acumulada entre 1993 y 1997 (30%),
seguida muy de cerca por Alimentos, bebidas y tabaco (29,4%), Vehículos y partes
(19,3%), Productos minerales (10,4%), Madera, papel e imprenta (4,6%), Maquinarias
y equipos (3,2%) y Textil y cuero (3,1%).
Por otra parte, las depreciaciones tampoco afectaron de igual manera
a los distintos agrupamientos manufactureros. Así, mientras Combustibles, químicos
y plásticos era el agrupamiento de mayor aporte a la inversión bruta (30%),
ha sido el segundo en materia de inversión neta con el 29,6%, superado por Alimentos,
bebidas y tabaco (32%).
“La inversión bruta interna comprende la inversión bruta fija y la
variación de existencias de los bienes de cambio. La inversión bruta fija
incluye la incorporación de bienes de uso e intangibles producidos, deducidas
las ventas. Se considera como incorporación las adquisiciones de bienes (nuevos
y usados) y la producción para uso propio realizada con recursos del local.
Los bienes de uso incluyen edificios y otrasconstrucciones, equipo de transporte,
maquinaria y otros equipos, muebles y útiles, otros bienes de uso y obras en
curso. Los intangibles se clasifican en exploración minera, programas
de computación, originales técnicos y artísticos, patentes, fondos de comercio,
contratos transferibles y otros intangibles. La variación de existencias
surge por diferencia entre el valor del stock final e inicial, de materias primas
y materiales, mercaderías conmpradas para revender, productos en proceso y productos
terminados” (INDEC, 1999, p. 24).
Desagregando la composición de la inversión bruta manufacturera para el quinenio
1993-1997, puede apreciarse que el 86,6% corresponde a inversión bruta fija
y el restante 13,4% a variación de existencias.
Asimismo, la inversión fija puede ser desagregada en diversos componentes. Durante
el quinquenio 1993-1997, las obras en curso concentraron el 42,2% del total,
seguidas por las inversiones en maquinarias y equipos (30,6%), inmuebles e instalaciones
(17%), otros bienes (6,9%), equipo de transporte (1,3%) y bienes intangibles
(2%).
La inversión en maquinarias y equipos ocupa una alta proporción de la inversión
fija de todos los sectores. Se destaca Textil y cueros (53,6% del total) mientras
que, en el otro extremo, Productos minerales sólo destinó el 20% a tales fines.
Una desagregación de la inversión bruta fija según escala de producción permite
sacar como conclusión un alto grado de concentración de la inversión manufacturera
en torno a las empresas más grandes. En efecto, el 71,2% de la inversión bruta
fija de las empresas manufactureras acumulada durante el quinquenio 1993-1997
correspondió a empresas cuya producción anual supera los 150 millones de dólares.
De este modo, puede apreciarse que el grado de concentración de la inversión
ha sido muy pronunciado, considerando que ya de por sí el estudio del INDEC
está incluyendo sólo grandes empresas.
Considerando la cantidad de empresas relevadas en cada sector se ha realizado
una estimación de la inversión bruta fija promedio ponderada por empresa. Así,
se ha podido verificar que las empresas manufactureras han invertido un promedio
anual de 10,7 millones de dólares. Sin embargo, las empresas que producen más
de 150 millones de dólares anuales realizaron inversiones por un promedio anual
de 32,4 millones de dólares, es decir, tres veces más que el promedio del sector
manufacturero.