Analisis Global

 

Las condiciones de la reactivación post-blindaje

La economía argentina ha comenzado a transitar el año 2001 con una fuerte descompresión en el área del financiamiento público, debido a las significativas líneas de crédito obtenidas a fines del año pasado y que, vulgarmente, se denomina “blindaje financiero”.

Simultáneamente, la economía internacional está experimentando una serie de modificaciones que, en términos generales, constituyen datos positivos para nuestro país. La principal, en ese sentido, es la rápida reducción de la tasa de interés de referencia en Estados Unidos que, desde enero último, ha caído en 100 puntos básicos, o sea de 6,5% a 5,5% anual. Los observadortes sostienen, además, que en los próximos meses podría descender aún más.

La reducción de dicha tasa de interés tiene que ver, por cierto, con la brusca desaceleración de la economía norteamericana, cuyo PIB pasó de crecer a un ritmo aproximado del 5% interanual en la primera mitad del año 2000 a un nivel equivalente al 1,4% en el último trimestre de ese año.

La caída de la tasa de interés en los Estados Unidos ha significado también una depreciación del dólar frente a otras monedas fuertes -en particular frente al euro-, circunstancia que mejora la competitividad de nuestras exportaciones.

No ocurre lo mismo con la moneda de Brasil, nuestro principal mercado externo, pero la dinámica de crecimiento de dicho país -se prevé una expansión del PIB del orden del 4,5% para el corriente año- debería impulsar las colocaciones de nuestros productos.

En lo inmediato, el conjunto de factores reseñados hasta aquí se ha traducido en una significativa baja en la tasa de riesgo-país, permitiendo la colocación de títulos públicos, tanto en el mercado local como en el internacional, a tasas similares a las que existían a principios del año 2000. Es más, como aumentaron los depósitos bancarios en el mercado interno y no así los préstamos al sector privado, el Estado ha podido colocar Letras de Tesorería con tasas que se ubican entre 6 y 7 puntos anuales por debajo de las abonadas en noviembre último.

También resultó exitoso el canje de deuda -destinado a extender el plazo de vencimiento de los bonos- efectuado en febrero, ya que se permutaron papeles por unos u$s 4.200 millones, sensiblemente más que lo inicialmente previsto, y se recibieron solicitudes por casi 8.300 millones.

De todos modos, a pesar del alivio financiero, los pronósticos de reactivación productiva siguen siendo muy conservadores, en virtud de la ausencia de señales contundentes en tal sentido, por parte de la política oficial.

En verdad, los anuncios más importantes se vinculan con el inicio del Plan Federal de Infraestructura y con un mejor acceso al crédito por parte de las pequeñas y medianas empresas, a través de la creación de fondos fiduciarios regionales y sectoriales -con apoyo del BICE- y de la promoción de las sociedades de garantía recíproca (SGR).

Sin embargo, no parece razonable suponer que los impulsos reactivantes puedan verificarse en el muy corto plazo, en parte porque las tasas de interés continúan elevadas para la mayor parte del segmento privado y, fundamentalmente, porque el costo en términos económicos (producción) y sociales (desocupación, caída salarial) de treinta meses de recesión no pueden ser superables en lo inmediato.

Por último y más allá de la dinámica de la reactivación en el corto plazo, no puede ignorarse que la economía argentina presenta serias deficiencias estructurales en términos de competitividad, solvencia fiscal y distribución del ingreso, que conspiran contra sus posibilidades de crecimiento sostenido a más largo plazo.

El comercio exterior en el año 2000

El balance comercial del país, según cifras preliminares del INDEC, arrojó en el año 2000 un superávit de u$s 1.103 millones, frente a un déficit de 2.175 millones en 1999.

Ese cambio reflejó las siguientes variaciones:

Más allá del significativo efecto atribuible a la defectuosa realidad de las estadísticas -principalmente por vía de la subvaluación de importaciones-, puede apreciarse que el superávit registrado respondió principalmente a los mayores precios de exportación.

El alza de los precios de exportación y la estabilidad de los precios de importación -respecto de 1999-, dio lugar a una ganancia en los términos del intercambio estimada por el INDEC en u$s 2.215 millones. Relacionando dicha ganancia y la diferencia en términos absolutos del saldo comercial (u$s 3.278 millones), puede inferirse que 67,6% de la mejora observada en dicho saldo es atribuible a los mayores precios de exportación. En este sentido, se destacó el aumento de los precios de los combustibles (petróleo crudo, naftas y gas) y en menor medida, la parcial recuperación de los precios de otros bienes como la semilla y los pellets de soja.

Observando las exportaciones por grandes rubros (cuadro adjunto), se aprecian las fuertes variaciones de valor que presentaron las manufacturas de origen industrial (MOI) y los combustibles. El aumento en 17% de las colocaciones de MOI respondió fundamentalmente a mayores cantidades físicas (13%), destacándose el mayor valor de las exportaciones de camiones y camionetas (36%), plásticos y sus manufacturas (40%) y aluminio (73%). Asimismo, resultan destacables los importantes incrementos de estas exportaciones a países del NAFTA y la Unión Europea.

La estructura de las exportaciones reflejó las variaciones mencionadas, correspondiendo en consecuencia 31% del valor total a las MOI, 30% a las manufacturas de origen agropecuario, 21% a los productos primarios y 18% a los combustibles.

Por el lado de las importaciones, su reducción en 1% se debió principalmente a la caída en la introducción de bienes de capital (-12%) -que reflejó la flojedad de la inversión- y a la estabilidad en la importación de insumos o bienes intermedios, debido al cuasi estancamiento del nivel de actividad económica en el año.

En cuanto al saldo comercial por zonas y países, se destacaron los superávit alcanzados con el Mercosur (u$s 1.197 millones) -bajo la influencia de la reactivación de Brasil- y con Chile (2.042 millones), a raíz de una fuerte suba de las exportaciones. En cambio, arrojó saldos negativos el intercambio con el NAFTA (1.891 millones) y con la Unión Europea (1.160 millones). En este último caso, se verificó una disminución de 2% en las exportaciones, debido en parte a la depreciación del euro frente al dólar y por tanto, al peso argentino.

Finalmente, puede apuntarse que el saldo positivo del balance comercial en unos u$s 1.100 millones en un año de bajo nivel de actividad interna, no resulta satisfactorio, ya que en este caso las importaciones son significativamente menores. Cabe señalar que en 1998, por ejemplo, las importaciones fueron superiores en unos u$s 6.200 millones a las registradas en 2000.

Importa tener en cuenta que la cuenta corriente del balance de pagos (que además del balance comercial de bienes, incluye los servicios reales y financieros) es deficitaria -en 3,3% del PIB en 2000-, indicando que el ahorro interno es insuficiente para financiar el nivel de inversión. Ello implica la necesidad de capitales externos para cubrir la diferencia, con la consecuente vulnerabilidad económica. Por tanto, resulta estratégico alcanzar un significativo superávit en el balance comercial, más aún observando la tendencia creciente de las salidas por intereses, utilidades y dividendos.