Temas de Actualidad

BALANCE PRELIMINAR DE LAS ECONOMIAS DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE: 2000. (1)

La recuperación de las economías de América Latina y el Caribe, que se inició el último trimestre de 1998, continuó durante el año 2000. Gracias, en particular, al desempeño de las dos mayores economías, el PIB de la región se expandió a una tasa media anual del 4% en el 2000, comparado con el 2,3% en 1998 y sólo el 0,3% en 1999. Esta mejora del crecimiento estuvo acompañada por tasas de inflación aún menores que las favorables tasas de los últimos años. La recuperación obedeció principalmente al auge de las exportaciones, dado que, pese a la mayor flexibilidad de las políticas macroeconómicas, la demanda interna fue menos dinámica que lo esperado. Como las exportaciones aumentaron más que las importaciones, el déficit en cuenta corriente cayó como proporción del PIB (de 3,1% en 1999 a 2,5% en el 2000) y pudo financiarse con las entradas de capital sin recurrir a las reservas. La principal decepción del año fue el hecho de que las mayores tasas de crecimiento no se reflejaran en los mercados laborales, ya que el desempleo se mantuvo cerca del 9% y los salarios reales subieron poco.

La economía internacional, siempre un determinante clave del desempeño de América Latina y el Caribe, registró tendencias contradictorias en el 2000. Las altas tasas de crecimiento internacional dieron un impulso positivo a las exportaciones de la región. Se prevé que el promedio de crecimiento de los países industriales superará el 4% en el año, lo que constituye la cifra más alta de la década, y que el comercio mundial aumentará más del 10%. El comercio intrarregional también repuntó sustancialmente. Las tendencias de los precios de los productos básicos fueron disímiles, dado que el petróleo subió 60%, en tanto los precios de los minerales se incrementaron un 8% y bajaron los precios de algunos productos agrícolas, especialmente el café.

El panorama financiero internacional también se presentó complicado. Con la importante excepción de los flujos de inversión extranjera directa, la liquidez disponible para la región fue muy limitada y los términos onerosos. Igualmente importante es el hecho de que los mercados financieros internacionales se caracterizaron por una alta volatilidad, tanto en volumen como en precio, propagada en parte por los fuertes altibajos en las bolsas de los Estados Unidos.

Las exportaciones de bienes y servicios aumentaron 20% en términos de valor, en tanto las importaciones subieron 17%. Sin embargo, la evolución registrada en Venezuela, el principal país exportador de petróleo de la región, afecta los resultados globales. Por ejemplo, si se incluye a Venezuela, el déficit comercial bajó de 19.000 millones de dólares en 1999 a 13.000 millones en el 2000; exceptuando a Venezuela, se advirtió un ligero incremento, de 26.000 a 28.000 millones de dólares. La cuenta corriente consignó la misma tendencia: el déficit cayó de 53.000 a 49.000 millones de dólares si se incluye a Venezuela, pero aumentó de 58.000 a 63.000 millones en el caso contrario.

En cuanto a las entradas de capital, Venezuela también mostró un panorama muy diferente del resto de la región, con grandes flujos de salida de capital, mientras que otros países (salvo Ecuador y Paraguay) siguieron registrando entradas positivas. Se prevé que el total para la región rondará los 52.000 millones de dólares (59.000 millones sin Venezuela), lo que se compara favorablemente con los 40.000 millones anotados en 1999. El incremento para la región en su conjunto obedeció sobre todo a aumentos registrados en Brasil, que superaron con creces las menores entradas de capital hacia Argentina.

La principal fuente de ingresos de capital continuó siendo la inversión extranjera directa. Las emisiones de bonos se destinaron casi exclusivamente a la refinanciación de deudas vencidas, en tanto que los préstamos bancarios y las inversiones en las bolsas locales contribuyeron en escasa medida al total de entradas de capital. El volumen de las emisiones de bonos fue volátil, ya que la mayoría se produjo en el primer trimestre o en julio. El promedio de las tasas de interés alcanzó un nivel elevado, 11,5%, en los ocho primeros meses, aumentando a 13% al final del año. En algunos países, en especial Argentina, se registraron tasas aún mayores.

La política macroeconómica se volvió menos restrictiva durante el año, sobre todo en aquellos países que adoptaron regímenes de flotación libre. En general, este nuevo enfoque se tradujo en un cambio hacia una política monetaria más flexible, más que en una política fiscal laxa. De hecho, en promedio los déficit fiscales se redujeron de 3,1% del PIB en 1999 a 2,4% en 2000, en la medida en que los ingresos aumentaron más que los gastos. Al mismo tiempo, la oferta monetaria se recuperó parcialmente de su caída de 1999 y los tipos de interés bajaron ligeramente, pero ello no se tradujo en un mayor crecimiento del crédito, debido a la cautela de los bancos y la falta de recuperación de la demanda interna. En la mayoría de los países se produjeron devaluaciones reales de las monedas locales, si bien tendieron a ser reducidas (1,5% en promedio).

Pese a una orientación más acomodaticia de la política macroeconómica, la demanda interna no se recuperó con la velocidad esperada al principio del año. Así, aunque el volumen de las exportaciones aumentó casi 11% para la región en conjunto, las estimaciones preliminares indican que la inversión sólo se expandió a un ritmo levemente superior al PIB (la mayor parte del incremento se centró en México y, en menor medida, en Brasil) y el consumo se elevó algo menos que el producto. En tanto, la demanda interna se vio desviada en parte hacia las importaciones, especialmente en las economías de rápido crecimiento.

Cabe señalar que las tendencias de crecimiento cambiaron respecto de las tasas altamente diferenciadas entre los países del norte y del sur de la región que habían caracterizado a los dos años anteriores. En ese período, América del Sur se había visto sumamente afectada por la crisis financiera internacional, mientras que México, Centroamérica y el Caribe resultaron beneficiados por el rápido crecimiento del mercado de los Estados Unidos. En cambio, en el año 2000 se prevé que todos los países registrarán tasas de crecimiento positivas, salvo Uruguay, donde fue negativa, y Argentina, cuyo crecimiento probablemente sea nulo. Las mayores tasas se encontrarán en República Dominicana, México, Belice, Chile y Cuba.

Los precios al consumidor mejoraron en relación con el favorable comportamiento de los últimos cuatro años. Las cifras más recientes consignan un promedio regional de 8,9% en el período de 12 meses hasta noviembre de 2000. Asimismo, más que 80% de los países con datos disponibles registran una inflación de un solo dígito para ese perído. Si bien algunos países experimentaron un pequeño incremento de las presiones inflacionarias, debido al alza de los precios del petróleo, entre otros factores, ello no indica una pérdida de control significativa. La inflación en Venezuela continuó bajando y, aunque las alzas de precios en Ecuador fueron muy altas al principio del año, la política de dolarización que adoptó el país ha tenido un impacto positivo en la inflación.

Los problemas más graves de la región se encuentran todavía en el mercado laboral. Aunque la recuperación del crecimiento del PIB en el 2000 elevó ligeramente la tasa de ocupación, no bastó para bajar la tasa de desempleo, que se mantuvo cerca del 9%, casi una máxima histórica para la región. Un factor que podría explicar tal disociación es que las empresas continuaron sus esfuerzos por aumentar la productividad, con lo cual se crearon menos puestos de trabajo, aun cuando repuntó el crecimiento. Otro factor se referiría a la composición sectorial de este último. En efecto, en un grupo de países en que las tasas de crecimiento subieron notablemente respecto del año anterior no se produjeron mejoras paralelas en la situación del empleo, debido a que la expansión se concentró en sectores de uso intensivo de capital, a menudo productores de bienes de exportación. Esto último se vincula con el rezago de la demanda interna, ya que las pequeñas y medianas empresas que producen para el mercado interno son las que más puestos de trabajo crean.

Pese a estas salvedades, el vínculo entre la expansión económica y la creación de puestos de trabajo permanece fuerte. En general, los países que crecieron con más rapidez registraron mejorías en los mercados laborales (México, Nicaragua y República Dominicana). Del mismo modo, en aquellos países que registraron crecimiento escaso o negativo, se produjo una reducción de la tasa de ocupación y un incremento del desempleo (especialmente Argentina y Uruguay). En cuanto a los salarios, la mediana de los diez países con información disponible exhibe un aumento de apenas 1,5%.

Las proyecciones para el 2001 indican una baja en el crecimiento del producto regional a 3,8%. Entre los países grandes, México probablemente exhiba menor crecimiento que en el 2000, en la medida en que la economía de los Estados Unidos siga su desaceleración, en tanto que Brasil podría registrar un leve incremento. El resultado global es que el ciclo económico que actualmente está empezando será más débil que los dos que caracterizaron a la década de 1990, lo que podría indicar una tendencia de crecimiento a más largo plazo que oscile entre 3,5% y 4%.

El pronóstico para el 2001 se basa en que la economía mundial permanezca relativamente dinámica, pese al menor crecimiento previsto de los Estados Unidos, y que los capitales externos se mantengan por lo menos en los niveles actuales. Sin embargo, como se indicó anteriormente, las tasas de crecimiento previstas probablemente no bastarán para mejorar en forma significativa el desempeño de los mercados laborales; en muchos países habrá que instrumentar políticas especiales para abordar este problema.