Analisis Global


La profundización de la crisis

En el Informe del mes pasado señalábamos que “será importante monitorear permanentemente el nivel de las reservas internacionales de divisas y de los depósitos bancarios, como indicadores claves del grado de confiabilidad alcanzada” por las medidas anunciadas en noviembre (canje de deuda, planes de competitividad, reducción de aportes jubilatorios, etc.).

Los hechos demostraron que tal confiabilidad no había sido restaurada, a juzgar por la aceleración de la caída de los depósitos y de las reservas de divisas, de manera que a principios de diciembre las autoridades adoptaron nuevas decisiones tendientes, en sus aspectos principales, a limitar severamente la extracción de dinero del sistema bancario, por un lado, y la venta o transferencia de divisas en poder del Banco Central, por el otro.

En la práctica se adoptaron dos medidas de alto impacto como son la bancarización forzada y el control de cambios, puestos en vigencia tardíamente -después de haber perdido más de 1/3 de las reservas de divisas en los últimos meses, por ejemplo- y provocando graves inconvenientes adicionales en la cadena de pagos por la bancarización compulsiva, sin la contrapartida virtuosa en términos de control significativo de la evasión impositiva dada la crisis existente.

Simultáneamente, se anunció el cierre del canje de deuda pública con los residentes locales por una cifra superior a los U$S 50.000 millones, sin quita de capital y con una reducción de la tasa de interés -a un máximo de 7% anual-, que permitiría una menor erogación por tal concepto del orden de los $ 2.400 millones en el año 2002.

El Gobierno tiene que efectuar ahora el canje de deuda con los residentes en el exterior, operación que podría demorar alrededor de tres meses según el pronóstico oficial. En el ínterin necesita recursos para afrontar diversos vencimientos de capital e intereses y también para atender gastos corrientes ante la inviabilidad del déficit cero.

En tal sentido, la búsqueda de financiación se ha orientado, en el ámbito local, hacia la colocación de Letras de Tesorería entre las AFJP por una suma del orden de los $ 2.300 millones, de los cuales u$s 700 millones se destinaron al pago de vencimientos de deuda pública. En el ámbito externo o más bien multilateral, con el reinicio de negociaciones con el FMI para destrabar un préstamo de u$s 1.260 millones que, en principio, estaría acompañado por un apoyo adicional del BID y del Banco Mundial por unos u$s 1.500 millones.

El problema principal que se deriva de estas negociaciones es que el FMI exige, como condición previa, la sanción del presupuesto 2002 con déficit cero y el compromiso de que esa meta también se logrará en las jurisdicciones provinciales. A tal fin, en el orden nacional las autoridades económicas han dispuesto la eliminación de los principales beneficios fiscales otorgados a los sectores productores de bienes por los planes de competitividad.

La derogación, aún parcial, de los planes de competitividad y las urgencias financieras del Gobierno parecen haber abortado el incipiente proceso de concertación con las fuerzas productivas y el debate oficial ha quedado casi restringido a la cuestión presupuestaria.

Sin embargo, la profundización de la crisis, expresada por la fuerte contracción del nivel de actividad, la caída de la recaudación impositiva, la iliquidez monetaria, la mayor desocupación y hasta la falta de seguridad jurídica, ha generado un clima de alta incertidumbre en el conjunto de la sociedad y pone en duda las bases mismas del esquema de política económica vigente desde hace más de diez años.

Superávit comercial y vulnerabilidad externa

El intercambio comercial del país, según cifras estimadas del INDEC, presentó en los primeros diez meses del año un superávit de u$s 4.573 millones, mientras que en igual período de 2000 el saldo superavitario había sido de 873 millones.
Esa quintuplicación del superávit reflejó las siguientes variaciones:

De dichas variaciones -y sus respectivos valores absolutos- puede deducirse claramente que el principal factor explicativo del mayor superávit comercial reside en las menores cantidades importadas. A su vez, éstas han respondido al menor nivel de actividad económica interna, más precisamente, a la contracción de la demanda global, expresada principalmente -desde el ángulo del comercio exterior- en una fuerte disminución de la inversión.

Observando las exportaciones por grandes rubros en los diez primeros meses, se aprecian los incrementos en los productos primarios (16%) y en las manufacturas de origen industrial (7%), así como la reducción en las manufacturas de origen agropecuario (-7%). En cuanto a las importaciones por uso económico, todos los rubros presentaron una disminución, destacándose la caída de 23% en bienes de capital, en tanto que también fueron significativas las bajas en bienes de consumo (-8%) y bienes intermedios (-8%).

Considerando la desagregación de las importaciones presentada por el INDEC, se observa que el único subrubro que presenta un incremento es el de “alimentos y bebidas elaborados para el hogar”, que aumentó 2%. Este incremento excepcional, en un contexto de disminución del consumo global, podría dar lugar a mayores consideraciones vinculadas al tipo de cambio real y la competencia desleal, entre otras cuestiones.

Con respecto al saldo comercial por zonas y países, se destacaron los superávit logrados con Chile (u$s 1.963 millones), el Mercosur (1.301 millones) y el resto de América Latina (828 millones). Arrojó déficit el intercambio con el NAFTA (903 millones) y la Unión Europea (326 millones).

Faltando computar las cifras del último bimestre del año, puede estimarse que el superávit comercial oscilaría alrededor de los u$s 6.500 millones anuales.

Este resultado positivo puede analizarse considerando que corresponde a un año con un nivel de actividad especialmente bajo y que, sólo por el lado de las importaciones, las mismas serán en 2001 inferiores en aproximadamente unos u$s 10.000 millones a las registradas en 1997 y 1998, años prácticamente anteriores a la prolongada recesión actual.

De esto se desprende que de no mediar aumentos importantes de las exportaciones, una próxima fase de reactivación económica se vería condicionada por un significativo déficit comercial y uno mucho mayor de la cuenta corriente del balance de pagos, en la cual se agregan los servicios reales y financieros.

En tal caso, un equilibrio del balance de pagos -sin pérdida de reservas internacionales- requeriría un sustancial ingreso de capitales externos, bajo la forma de nuevo endeudamiento y de inversión extranjera directa, evidenciando una continuación de la situación de vulnerabilidad externa de nuestra economía.