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Informe Económico de Coyuntura |
Nº 228 - Marzo 2003 - AÑO 22 |
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La amplia brecha competitiva lograda a favor de la producción agropecuaria
nacional se ha ido reduciendo a través de un movimiento de pinzas que actúa, tanto por
el lado de los ingresos con una gradual pero sostenida caída del tipo de cambio, como de
los costos impositivos, que encuentran en el sector más rentable de la economía la mayor
fuente tributaria. |
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Afortunadamente, tanto los precios internacionales como los volúmenes de
cosecha esperados, otorgan un margen suficiente como para compensar esos factores
contractivos. |
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La
presión impositiva sobre el agro |
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Los
sectores intervinientes en la actividad agropecuaria perciben como una carga creciente al
conjunto de gravámenes que enfrenta o corre riesgos de enfrentar.
En primer término, los ya aceptados derechos de exportación, que están
en la mira toda vez que se prevé una contracción de ingresos fiscales o una escalada
inflacionaria. El sector ha iniciado una contraofensiva, solicitando una rebaja de las
retenciones ante la caída del tipo de cambio.
La reducción del IVA al 10,5% para la producción de granos, que al no
ser acompañada por una caída equivalente para la totalidad de los insumos -sobre todo
los fertilizantes-, crea un saldo a favor del productor que, sospechan los productores,
será de difícil recupero.
La imposibilidad de realizar un ajuste de los balances por el índice de
inflación ha producido una fuerte indignación, sobre todo entre los productores
nucleados en la Sociedad Rural Argentina, entidad que sostiene que esta forma de evaluar
las existencias genera ganancias ficticias que se revertirán en una descapitalización
del campo. Frente a esta medida considerada confiscatoria, la entidad ha aconsejado a sus
asociados la presentación de amparos ante la justicia. Cabe destacar que el Gobierno
nacional se propone reducir la alícuota del impuesto a las ganancias de 35% a 30% para
compensar los efectos negativos de esta metodología de balance, pero la medida no es
considerada suficiente.
Dos posibles disposiciones de menor alcance, pero igualmente irritativas para el sector,
son la inminente derogación de los planes de competitividad implantados
en 2001 y la debatida inclusión de los reintegros y reembolsos a las
exportaciones como gravables con el impuesto a las ganancias. Hay atendibles
razones tanto para la defensa de esta última medida, como lo es el incremento de
rentabilidad que permite a quienes reciben el reembolso, como en contra de ella al
sostener que es darle a un reintegro de impuestos pagados -cuya exportación no es
pertinente- el carácter de un subsidio, medida que, sostienen, podría ser impugnada ante
la OMC.
Los problemas tributarios no terminan ahí, ya que también está el retraso de la
AFIP en la devolución del IVA a los exportadores, que involucraría un monto de
$ 650 millones, al que se suman unos $ 200 millones provenientes del anterior factor de
convergencia.
La imposibilidad por parte de un gobierno de transición como el actual de realizar
modificaciones de fondo que requieran la aprobación de leyes en el Congreso Nacional,
aunada a la necesidad de obtener un superávit fiscal primario, hace que se empleen
ingentes esfuerzos en el diseño tanto de medidas que no contradigan leyes existentes,
como de otras que compensen daños no deseables, como en el caso del no reajuste en el
impuesto a las ganancias. |
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Disminuyó
el endeudamiento pero no hay crédito |
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Buena parte de la deuda del sector con el sistema bancario ha
sido cancelada. Los ingresos extraordinarios que la combinación precios-tipo de cambio
proporcionó al sector hizo posible una masiva cancelación de deudas por
parte de los grandes productores. El Banco Nación, el mayor financiador del agro, fue
también el más beneficiado con la disminución de su cartera morosa, tanto en valores
absolutos como en participación proporcional. También el Banco Provincia de Buenos Aires
y el Galicia tuvieron importantes recuperos.
Sin embargo, existe otra importante cantidad de deudores, constituida por
productores de economías regionales dependientes del nivel de actividad del mercado
interno, o por aquellos que no pudieron aprovechar las favorables condiciones de esta
campaña por estar sus campos anegados o por falta de capital de trabajo, que no
regularizaron su situación bancaria y que podrían, incluso, verse privados de sus campos
por ejecuciones hipotecarias.
Para estos productores, el Banco Nación anunció que a partir del 1º de
marzo pondrá a disposición una línea de refinanciación acorde con la capacidad de
repago de la actividad a la que cada deudor se dedica -vale decir que la entidad
analizará caso por caso la situación de los 27.000 clientes que se encuentran en esas
condiciones- para adecuar su plan de pago a los tiempos productivos de cada actividad.
Sin embargo, persistiría el problema de la falta de capital de trabajo
para la plena puesta en producción de numerosos predios. Es por ello que se analizan, muy
preliminarmente, posibles medidas para incentivar a los bancos que hoy cuentan con exceso
de liquidez a canalizar esos fondos hacia créditos que financien actividades productivas.
Obviamente, este tema trasciende al sector agropecuario, para abarcar el sector de Pymes
en su conjunto. |
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Favorables
perspectivas para la campaña 2002/03 |
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Fuentes
de la SAGPyA confirmaron que la cosecha de la presente campaña alcanzaría a 70,6
millones de toneladas, volumen que sería récord histórico y que
permitiría el ingreso de u$s 10.000 millones, unos 1.200 más que en la campaña
anterior.
El comportamiento de los precios fue sumamente errático en el mes de
enero, para estabilizarse algo más a principios de febrero, cuando se conocieron las
estimaciones del USDA de ese mes, según las cuales la firmeza de la demanda haría caer
las existencias finales internacionales a niveles más bajos que lo esperado.
La mayor demanda de China, por un lado y el uso de la oleaginosa en la alimentación
animal que se incrementaría en 60%, por otro, son las principales fuerzas que incrementan
la demanda. El consecuente fortalecimiento de los precios se reflejó en
el mercado local, donde la soja para entrega en marzo se cotizó a un
precio superior en más de 30 % al de igual fecha del año anterior.
Para el girasol se esperan también buenos resultados, tanto productivos
como monetarios, debido a la expansión del cultivo y a las cotizaciones vigentes. |
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La
ganadería no se recompone |
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Dos
procesos contradictorios parecen definir la actual coyuntura, procesos que tendrían
consecuencias futuras dignas de ser consideradas y tenidas en cuenta para la
planificación del sector por parte del ahora en marcha Instituto de Promoción de Carnes
Vacunas. Por un lado, la relación de precios agricultura/ganadería es
ampliamente favorable a la primera, hecho que se traduce en un permanente desplazamiento
de la ganadería hacia áreas menos aptas, en un escaso nivel de suplementación con
granos por los elevados precios de los mismos y en escasas pasturas de calidad. Tanto
existencias como faena se han achicado sensiblemente, como lo ha hecho el tamaño de la
hacienda enviada para faena. La contracción del mercado interno, que ha
llegado a ubicarse en una franja de consumo por habitante de las más bajas de la
historia, así como el bajo nivel de las exportaciones, han mantenido el precio en niveles
relativamente bajos.
Simultáneamente, se produce la reapertura de mercados como el chileno y
el europeo, que habían dejado de importar carne argentina a partir del rebrote de la
aftosa y se aspira a la conquista de mercados de mayor valor comercial y aún, a un plazo
algo más largo, a los pertenecientes al circuito no aftósico.
La contradicción entre la contracción de la actividad y las aspiraciones de su
expansión queda clara en las palabras del especialista Ignacio Iriarte: "no hay
carne en la Argentina para proyectos de exportación ambiciosos". |
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La pulseada entre el sector agropecuario y el Gobierno seguiría hasta la
asunción de las autoridades que surjan de los comicios. El amparo de buenos precios
internacionales que se perfilan duraderos, cubre de riesgos de conflictos más serios. |
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La Argentina, junto con Brasil, pasarán a constituir el polo más
importante de producción de soja y derivados, superando por vez primera a los Estados
Unidos. En esta campaña, dada la fortaleza de la demanda, la fuerte concentración en ese
cultivo parece haber sido una elección adecuada. |
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