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Informe Económico de Coyuntura |
Nº 230 - Mayo 2003 - AÑO 21 |
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Impulsos
y limitaciones de la reactivación |
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En un contexto caracterizado por el sostenimiento de las tendencias de las
principales variables económicas -aún en los momentos más decisivos de la contienda
electoral- la conducción económica intenta fortalecer el proceso de reactivación
productiva a través del impulso a dos variables claves de la demanda agregada:
las exportaciones y el consumo interno. En tal sentido, el foco principal se
ubica sobre el comportamiento del tipo de cambio y de la masa salarial.
La preocupación central sobre el tipo de cambio consiste en evitar la continuidad del
proceso descendente que se viene verificando en los últimos meses y que ha significado
una caída de la paridad nominal del orden del 25% entre junio de 2002 y abril de 2003. La
causa de tal comportamiento es el excedente neto de divisas que genera el sector privado
en el comercio exterior y las limitaciones de absorción que tiene el Banco Central por
razones monetarias.
En el programa acordado con el FMI se estableció que la base monetaria amplia -base
monetaria propiamente dicha más stock de cuasimonedas-, después de la expansión
prevista para febrero y marzo, debería comenzar a reducirse a partir de abril del
corriente año, hasta retornar en agosto próximo a los mismos niveles que tenía a fines
de 2002. Como es ostensible, este compromiso cuantitativo limita la capacidad de
intervención del Banco Central en el mercado de divisas y guarda relación con el riesgo
inflacionario que implicaría un exceso de emisión monetaria.
Sin embargo, al considerar que la tasa de inflación, en lo que va del corriente año,
está muy por debajo, en su proyección anualizada, con respecto a la estimada en el
acuerdo con el FMI ( 22%) y que la demanda de dinero por razones transaccionales
-circulante más depósitos a la vista- es superior a la prevista, el gobierno ha
iniciado conversaciones con el FMI para flexibilizar el programa monetario y así tener
mayor libertad para sostener la paridad cambiaria. En tales conversaciones se
habría alcanzado un principio de acuerdo para que la base monetaria -circulante más
depósitos de las entidades financieras en el Banco Central- no sólo no disminuya, sino
que por el contrario, pueda expandirse en los próximos meses en una cantidad que se
estima podría oscilar entre $ 2.000 y 3.000 millones.
Con respecto a la cuestión de la masa salarial el panorama es sumamente complejo, por
cuanto cabe indagar en el nivel de las remuneraciones, por un lado, y en el nivel de
ocupación de la mano de obra, por otro.
El comportamiento de las remuneraciones puede observarse a través del Indice de Salarios
que elabora el INDEC, el cual muestra que durante el año 2002 el poder
adquisitivo salarial se redujo 23,7%. Esta proporción es la resultante de
trayectorias disímiles entre los tres componentes del índice, o sea, el sector privado
registrado (- 17,1%), el sector privado no registrado (- 32,9 %) y el sector público (-
28,6 %).
Sin embargo, en el primer bimestre del año -últimos datos disponibles- la tendencia
contractiva tiende a revertirse, ya que el salario real promedio experimenta una
suba de 1,6%, a favor, entre otros factores, de una muy baja tasa de inflación
registrada.
En el caso de los trabajadores registrados del sector privado, cabe señalar la incidencia
de los sucesivos incrementos salariales de suma fija dispuestos por el Gobierno, que con
el reciente aumento de $ 50 vigente a partir de mayo, asciende a la suma de $ 200
mensuales. Por otra parte, también cabe computar la restitución del 13 % a los empleados
públicos desde principios del año en curso.
En cuanto a la ocupación de mano de obra, no existe información global actualizada,
después de la medición de octubre de 2002, pero algunos indicadores parciales -como el
Indice de Obreros Ocupados- sugieren una leve recuperación del empleo y sobre
todo, un significativo incremento de las horas trabajadas. Ello estaría
indicando un comportamiento signado por la reactivación de algunas ramas vinculadas con
la sustitución de importaciones, por un lado, pero también por la incertidumbre sobre la
futura política salarial y de empleo que introduce el proceso político-electoral.
En definitiva, la recuperación de la demanda interna sólo parece posible como parte de
un proceso gradual, en vista del estrecho margen de acción que deja el delicado
equilibrio macroeconómico existente. |
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El
comercio agrícola, la deuda de la OMC |
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En noviembre de 2001, los 145 países que
integran la Organización Mundial de Comercio (OMC) lanzaron el denominado “Programa
de Doha (Qatar) para el Desarrollo”, o sea, una nueva ronda de negociaciones
para una mayor liberalización del intercambio internacional, que debería regir a partir
de enero de 2005.
En esa oportunidad, se fijó el 31 de marzo de 2003 como fecha límite para alcanzar un
acuerdo con relación a las modalidades de liberalización del comercio de
productos agropecuarios. Al respecto, se acordó hacer “avances sustanciales
en el acceso a mercados, con vistas a eliminar toda forma de subsidios a la
exportación”, así como “reducciones sustanciales en apoyos internos que
distorsionen el comercio”.
Los 30 países miembro de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico
(OCDE), que son los más desarrollados, gastaron en 2001 unos u$s 330.000 millones
en subsidios a la agricultura, según estimó el Banco Mundial.
De acuerdo a la OCDE, los subsidios representaron en 2001 un 59% del ingreso total de los
agricultores en Japón, un 35% en la Unión Europea (UE) y un 21% en Estados Unidos.
Para la Argentina, se ha estimado que el efecto sobre los precios de esos subsidios
equivale a una pérdida de unos u$s 2.500 millones por año. Importa recordar que las
exportaciones de productos agropecuarios y sus manufacturas derivadas participan en
aproximadamente la mitad de las exportaciones totales de nuestro país.
En el ámbito de la OMC, el titular del grupo negociador sobre agricultura había
presentado en febrero una propuesta para la discusión, que básicamente planteaba -para
los países ricos- la eliminación de los subsidios a la exportación a los nueve años de
suscripto el acuerdo de la OMC y la reducción de otros apoyos en 60%.
Dicha propuesta no fue aceptada y no se logró un acuerdo antes de fin de marzo,
expresando el titular del grupo que no están dadas las condiciones para presentar una
nueva propuesta, debido a que los países se han afirmado en posiciones muy
alejadas.
Este fracaso de las negociaciones se ha sumado -en el ámbito de la OMC- a otros tres
anteriores relacionados con el acceso de los países pobres a medicamentos baratos para
enfermedades difundidas como el sida y la malaria; el tratamiento especial del comercio
para los países en desarrollo, y la instrumentación efectiva de los acuerdos heredados
de la anterior ronda Uruguay.
Cabe mencionar que en la OMC los acuerdos deben contar con el consenso unánime
de sus miembros, dándose el caso, por ejemplo, en el citado tema de los medicamentos, que
no pudo ser aprobado debido a la solitaria oposición de Estados Unidos.
La UE y EE.UU. han efectuado sus respectivas propuestas de liberalización agrícola. En
materia de subsidios a la exportación, la UE propone una disminución de
45% (que podría ampliarse si hay consenso), en tanto que EE.UU. promueve la supresión
total en 5 años. El Grupo Cairns, formado por 17 países que no subsidian su agricultura
-entre ellos, la Argentina-, propone la eliminación en 3 años.
En cuanto al acceso a los mercados, la UE propone una disminución de los
aranceles aduaneros en 36%, en tanto que EE.UU. promueve una reducción por la cual
ningún arancel superaría el 25% y la eliminación de todas las barreras al comercio
agrícola.
En el tema del apoyo o ayuda interna, la UE aprobaría una reducción de
55% en sólo las ayudas “distorsivas” del comercio -empezando por los
compromisos efectuados en la ronda Uruguay-, mientras que EE.UU. propone un límite para
todos los países de los subsidios distorsivos de hasta 5% del valor de la producción, la
eliminación de los subsidios vinculados a programas de reducción y la supresión parcial
de las ayudas no distorsivas.
Adicionalmente, la UE incluye en su propuesta -entre otros temas-, que los países
desarrollados ofrezcan un acceso preferencial a sus mercados para los productos de los
países en desarrollo; que los compromisos futuros sean realizados en 6 años para los
primeros y en 10 para los segundos, y la posibilidad de que los países en desarrollo
otorguen ayuda a su agricultura con fines de desarrollo.
Las autoridades argentinas y en general los países del Grupo Cairns, consideran que las
propuestas europea y estadounidense, si bien se hallan en la dirección correcta,
presentan compromisos limitados que no satisfacen las expectativas ni son
coherentes con las bases acordadas en el lanzamiento de Doha.
En una carta abierta de mediados de abril, el Grupo señaló que la UE estaría en
realidad desalentando el proceso multilateral de liberalización, mientras que la
propuesta de EE.UU. fue considerada más coherente con el mandato negociador de Doha, a
pesar de ser este país responsable de importantes distorsiones en el comercio agrícola.
El secretario argentino de Relaciones Exteriores y Comercio Internacional manifestó que la
Argentina procura la eliminación de todos los subsidios a la exportación, una
mejora sustancial del acceso a los mercados y una significativa reducción de las medidas
de ayuda interna.
En setiembre próximo se reunirán en Cancún (México) los ministros de
Comercio de los países de la OMC, que deberían considerar la iniciación de
negociaciones sobre cuatro áreas -propuestas por la UE y en general prioritarias para los
países desarrollados-: comercio y competencia; comercio e inversión; compras públicas,
y facilitación del comercio.
Además, en el corriente año se efectuará una revisión de la “política agrícola
común” de la UE, no existiendo seguridad de su realización antes de la reunión de
Cancún, lo cual podría resultar eventualmente de particular importancia.
Los países del Mercosur y otros del Grupo Cairns han afirmado la posición de que si no
hay un avance sustancial en materia agrícola, no participarán de las
negociaciones globales.
Más allá de la evolución de las negociaciones, cabe reconocer que los países
desarrollados continuarán -aunque tal vez en menor medida- otorgando subsidios en los
próximos años. Dada la composición de las exportaciones argentinas, parece evidente que
el país debería tener una estrategia coherente con los objetivos de
desarrollar nuevos productos, nuevos mercados y nuevos exportadores. |
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