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Informe Económico de Coyuntura |
Nº 254 - Julio 2005 - AÑO 24 |
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Nivel de actividad y ocupación laboral |
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Las cifras provisionales -recientemente difundidas- sobre la
evolución de las principales variables macroeconómicas durante el primer trimestre del
año en curso, muestran, efectivamente, que el nivel de actividad ha sufrido una
desaceleración en su ritmo de crecimiento. Si bien la comparación con igual
período del año anterior indica que el producto interno bruto (PIB) se incrementó de
manera todavía significativa -un 8%- no resulta la misma conclusión cuando se coteja la
expansión con respecto al trimestre anterior -cuarto de 2004- ya que la suba fue de sólo
0,5% en términos desestacionalizados.
En realidad, los indicadores mensuales de los sectores más dinámicos de la economía -la
industria y la construcción- ya preanunciaban un comportamiento más moderado del PIB en
el primer trimestre de 2005, tanto por paradas técnicas en la industria como por cierta
demora en la ejecución de la obra pública en el caso de la construcción. Estas
circunstancias, además, determinaron que -por primera vez desde la devaluación- los
sectores productores de bienes registraran un aumento inferior a los sectores productores
de servicios, a pesar del significativo desempeño de la actividad agropecuaria.
Desde el punto de vista de la demanda agregada, la principal observación se vincula con
una trayectoria menos expansiva de la inversión -13,9% en términos interanuales- y por
el contrario, un fuerte dinamismo de las exportaciones, que crecieron,
siempre con respecto al primer trimestre de 2004, el 18,8% (ver cuadro adjunto). Esto
demuestra, una vez más, que el efecto devaluatorio tiene un rezago temporal hasta mostrar
resultados en las ventas al exterior.
No obstante la desaceleración del crecimiento en el primer trimestre del año, los
registros de la producción industrial y de la actividad de la construcción en el segundo
trimestre -meses de abril y mayo- sugieren que la expansión productiva ha recobrado
vitalidad, proyectando que el incremento del PIB para todo el año 2005 podría
situarse en alrededor de 7%, tal como pronostican la mayoría de los analistas.
Para ello es importante despejar las incertidumbres planteadas especialmente con relación
al suministro energético y a la evolución del proceso inflacionario, temas respecto a
los cuales, sobre todo el último, se observa un mayor control en los meses más
recientes.
El menor dinamismo económico también impactó en una evolución menos favorable del
mercado laboral, a juzgar por el incremento de la tasa de desocupación que pasó de 12,1%
en el último trimestre de 2004 a 13% en el primero de 2005. Es cierto que hay razones
estacionales -menos actividad en los meses de verano- que explican el aumento de la
desocupación, pero también es una realidad que en los años 2003 y 2004 ninguna
cuestión estacional logró impedir que la desocupación disminuyera permanentemente,
desde un máximo de 23,6% en mayo de 2002 hasta el citado 12,1% de fines del año pasado.
Este comportamiento podría estar indicando que se está llegando al núcleo duro del
problema de la ocupación laboral, tanto por razones vinculadas con la demanda de mano de
obra como por las dificultades que encuentran algunos sectores de actividad para encontrar
trabajadores con suficiente calificación.
Los datos del primer trimestre de 2005 indican que se ha verificado una caída en
la relación empleo-producto -incremento del empleo por cada punto porcentual de
aumento del PIB-, trayectoria previsible después de los elevados niveles que dicha
relación alcanzó en el período posdevaluación, cuando los precios relativos
trabajo/capital se movieron claramente en dirección al abaratamiento del factor trabajo.
La relación empleo-producto en el bienio 2003/2004 más que duplicó el nivel promedio
alcanzado en la década de los noventa.
La menor intensidad de la demanda laboral en la actualidad puede obedecer en parte a la
mejora de los niveles salariales, especialmente en los trabajadores en blanco del sector
privado, que ya recuperaron el poder adquisitivo de principios de 2002. Ello se debe, por
un lado, a los sucesivos aumentos salariales que otorgó el Gobierno y por otro lado, a
que prácticamente la mitad de los trabajadores registrados se benefició con la firma de
nuevos convenios colectivos de trabajo. Los últimos casos más significativos involucran
a los empleados de comercio y a los obreros de la industria automotriz. Por cierto, la
situación es más negativa para los empleados públicos y para los trabajadores en negro
-cuyos salarios reales están, cuando menos, 25% por debajo del nivel predevaluación- lo
que explica, en especial, la conflictividad laboral en el sector público.
Desde otro punto de vista, la caída en la relación empleo-producto implica que existe un
aumento de la productividad media laboral -en el sector industrial se estima en
aproximadamente 15% desde 1998-, circunstancia que está asociada a un aumento, superior
al promedio, de la ocupación registrada o en blanco en los períodos más recientes,
segmento donde sin duda la productividad laboral es superior.
Por último y con relación al tema de la calificación laboral, cabe señalar que un
reciente trabajo del INDEC -junio de 2005- muestra que 15,7% de las empresas industriales
que requirieron trabajadores, no logró encontrar las calificaciones suficientes. Los
problemas mayores se dieron en la fabricación de caucho y plásticos, vehículos y
equipos de transporte y productos minerales no metálicos.
Oferta
y demanda globales (*)
Variaciones porcentuales (1) |
Concepto |
I
Tr. 04 |
II
Tr. 04 |
III
Tr. 04 |
IV
Tr. 04 |
I Tr. 05 |
Producto interno bruto |
11,3 |
7,1 |
8,7 |
9,3 |
8,0 |
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Importaciones de bienes y servicios |
55,8 |
42,5 |
38,2 |
28,9 |
16,2 |
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Oferta y demanda globales |
14,3 |
9,5 |
11,0 |
10,9 |
8,8 |
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Consumo privado |
11,7 |
8,3 |
8,9 |
9,4 |
8,0 |
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Consumo público |
0,8 |
- 0,8 |
4,1 |
6,5 |
4,1 |
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Inversión interna bruta fija |
50,3 |
36,8 |
33,6 |
23,6 |
13,9 |
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Exportaciones de bienes y servicios |
7,7 |
- 0,2 |
9,2 |
16,5 |
18,8 |
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(*) Estimaciones
preliminares. (1) Con relación a igual período del año anterior. // Fuente:
Dirección Nacional de Cuentas Nacionales. |
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La cuestión comercial con Brasil |
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El comercio de nuestro país con Brasil en el
período enero-mayo del presente año -con respecto a igual lapso de
2004- mostró globalmente lo siguiente:
las exportaciones argentinas fueron de u$s 2.452 millones,
un 18,3% más, en tanto que las importaciones sumaron 3.686 millones, un 40,4% mayores;
el déficit resultante -que lleva 24 meses consecutivos-
ascendió a u$s 1.234 millones, un 124% más.
Dicho
déficit representa ya 61% de los u$s 2.034 millones de déficit argentino registrados en
todo 2004.
Por otro lado, se viene observando en los últimos años una doble tendencia en el
intercambio comercial, gruesamente y en términos relativos: cada vez exportamos
menos a Brasil y cada vez importamos más de ese país. Entre
2000 y 2004, la participación del mercado brasileño en nuestras ventas externas
descendió de 27% a 16%. Y entre esos años, el porcentaje de importaciones de Brasil
respecto de nuestras importaciones totales aumentó de 26% a 34%.
Adicionalmente, el balance comercial de la industria manufacturera
-tradicionalmente deficitario para la Argentina- viene acentuando seriamente los
desequilibrios. En particular, el déficit argentino bilateral en manufacturas de origen
industrial (MOI), las de mayor valor agregado, ha subido de casi u$s 2.000 millones en
2003 a 3.900 millones en 2004. Y esto a pesar de la recuperación económica de Brasil en
2004 y el consecuente incremento de las ventas argentinas de MOI.
Agregando a lo anterior las disputas que se vienen desenvolviendo con relación a las
crecientes importaciones argentinas de diversos productos brasileños, se
ha configurado un escenario de conflicto muy importante entre los dos socios mayores del
Mercosur.
Esa preocupante evolución del intercambio comercial se da en un contexto diferente al de
otras situaciones conflictivas anteriores.
Entre 1999 y 2001, la cuestión principal radicaba en el tipo de
cambio, netamente favorable a Brasil después de su devaluación del real en
enero de 1999 y la paridad fija de la convertibilidad en la Argentina. En cambio, a partir
de la devaluación del peso en enero de 2002, el tipo de cambio real bilateral de la
Argentina ha evolucionado muy favorablemente -acentuándose esto en los meses últimos- y
se halla casi 100% por sobre el nivel previo a nuestra devaluación.
En el bienio 2002-03, el problema principal del intercambio eran las
diferencias en el nivel de actividad económica en ambos países, esto
es, debilidad en Brasil y reactivación en la Argentina. Al menos en 2004, en cambio,
ambas economías se encontraban en una fase de recuperación.
Cabe observar, sin embargo, que en todo el período 1999-2003 se registraron saldos
comerciales positivos para nuestro país, exceptuando un leve déficit en 2003.
Si los desequilibrios comerciales no se vinculan con el tipo de cambio o el ciclo
económico, sino que parecen indicar cuestiones de tipo estructural o de largo plazo,
importa referirse a los factores causales que desde distintos ámbitos se
vienen señalando al respecto.
En este sentido, frecuentemente se apunta a las diferencias en materia de política
económica, subrayándose los importantes apoyos y subsidios en Brasil a la
radicación de inversiones, la producción y las exportaciones (política que se
acentuaría con diversas medidas en el corriente año).
También se destaca, por otro lado, la creciente producción brasileña
-a partir de la devaluación del real- de productos de tradicional exportación argentina,
tales como petróleo crudo, granos y otros bienes de consumo durables y no durables.
Un tercer factor es el referido -principalmente por sectores brasileños- a la
relativamente baja competitividad de la industria argentina en general,
que se refleja en su menor capacidad exportadora frente a un sector manufacturero
brasileño que se ha consolidado en los últimos años.
Este último argumento es parcialmente aceptado por las autoridades argentinas para
enfrentar las importaciones de diversos productos brasileños que constituyen fuentes
específicas de conflicto y para cuya recuperación competitiva se demanda tiempo y
mientras, mecanismos transitorios de regulación comercial. |
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