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El Mercosur se encuentra actualmente atravesando un estadío
intermedio de la integración donde comienza a ser relevante la interdependencia
macroeconómica y donde surge la necesidad de adoptar definiciones estratégicas respecto
al futuro mismo del proceso. Las opciones abarcan una gama muy amplia que va desde
desandar el camino transitado, mantener el status quo o profundizar la integración
incorporando la dimensión macroeconómica.
Dimensión
de la interdependencia
El incremento de los niveles de interdependencia, definida como "el grado de
influencia de una economía respecto a otra" (Cooper, 1985), es un resultado natural
de la integración y directamente proporcional al grado de avance del proceso. Por
ejemplo, la influencia de una economía sobre la otra será mayor en un mercado único o
en una unión monetaria que en una zona de libre comercio.
Una característica central de la interdependencia macroeconómica es la elevada
correlación de los shocks que enfrentan las economías, tanto de los originados en el
resto del mundo como de los originados en alguno de los países del bloque.
Tres de los canales clave de la interdependencia macroeconómica son: 1) el comercio; 2)
los flujos de capitales internacionales, y 3) el régimen cambiario. Un análisis
detallado de cada uno de estos determinantes para el caso del Mercosur demuestra que el
grado de interdependencia alcanzado en la actualidad es elevado.
En suma, las economías de la región son plenamente interdependientes, hecho que implica
una alta correlación en la reacción a shocks tanto de origen externo como interno.
El comercio intra Mercosur aumentó notablemente desde el inicio de la década del noventa
tras el Tratado de Asunción. Mientras que entre 1980 y 1990 las exportaciones intrazona
se habían expandido a un ritmo similar que las extrazona (se multiplicaron por 1,2 y 1,6,
respectivamente), en la década del noventa las ventas intra Mercosur se cuadruplicaron
(acumulando la mayor parte del incremento en la primera mitad de la década), mientras que
las destinadas al resto del mundo apenas crecieron un 60%.
Como consecuencia de ello, para los cuatro países del Mercosur la importancia del bloque
como destino (origen) de sus exportaciones (importaciones) aumentó considerablemente en
los noventa. Por ejemplo, las exportaciones de la Argentina (Brasil) hacia el Mercosur
pasan de representar el 14% (9%) del total en 1980 al 32% (14%) en 2000.
El comercio intraindustrial se asocia a la presencia de estructuras productivas similares
que, a su vez, hacen que los shocks que enfrentan las economías sean comunes.
Debido a su gran volatilidad, el movimiento de capitales ha sido la principal fuente de
shocks externos comunes para las economías del Mercosur, transmitidos a través del canal
financiero. Mientras que la inversión extranjera directa aparece como el componente más
estable de los flujos financieros internacionales, los capitales de corto plazo muestran
una gran volatilidad y las abruptas reversiones en la dirección de los flujos (conocidas
como "sudden stop", se han convertido en la fuente de volatilidad
macroeconómica más importante para las economías de la región y de la mayor parte de
las crisis en los países emergentes.
Finalmente, entre los canales de la interdependencia, la cuestión cambiaria no resulta
neutral, dada la forma de ajuste ante shocks comunes que tienen economías con regímenes
cambiarios diferentes. Dados los importantes efectos del tipo de cambio sobre la economía
real en un contexto de alta integración, la estabilidad del tipo de cambio real en torno
a su nivel de equilibrio es otro de los elementos necesarios para que no surjan efectos
negativos que cuestionen la integración.
El estudio del comovimiento de las economías de los países del Mercosur permite analizar
la evolución en el tiempo de la interdependencia. Un mayor comovimiento es una señal de
que los shocks son comunes y por lo tanto, los ciclos macroeconómicos tienen la misma
dinámica. Cuanto mayor es la similitud del ciclo, menor es el costo de la cooperación
macroeconómica. En términos generales, el componente cíclico del producto de los
países del Mercosur muestra una correlación creciente en el tiempo cuando se analiza el
período que va desde 1955 hasta 2000, aunque con tres períodos bien distinguidos:
mientras las correlaciones para los cuatro países del Mercosur tomados de a pares para el
período 1955 a 1975 son las más bajas de la muestra, en el período 1980 a 1990
aumentan, pero el gran salto en la correlación se da en la década del noventa a partir
de la instrumentación del Mercosur y de la globalización financiera.
También se analiza el comovimiento de otras variables macroeconómicas relevantes. En el
caso del ciclo de las variables del comercio exterior (exportaciones e importaciones), la
correlación fuertemente positiva que se observa resulta una señal de shocks comunes en
el canal comercial. En el caso del componente cíclico de los flujos de capitales, la
existencia de una fuerte correlación positiva sugiere que la transmisión de shocks a
través del canal financiero también es importante.
Desde un tercer ángulo complementario, el trabajo analiza la interdependencia
macroeconómica con un modelo macroeconómico de equilibrio general computado. Ello
permite estimar el signo y la dimensión de la transmisión de los shocks que se originan
tanto en alguno de los países del Mercosur como en el resto del mundo. Los resultados que
arroja el modelo indican que los efectos de la interdependencia son importantes. Por
ejemplo, una disminución de los flujos de capitales hacia todos los países del Mercosur
tiene un efecto negativo sobre la Argentina considerablemente mayor que una disminución
de los flujos de capitales que sólo afecta a la Argentina, pudiendo atribuirse la
diferencia entre los resultados a la interdependencia macroeconómica. De los resultados
del modelo también se desprende que los shocks generados en una de las economías del
bloque afectan de manera importante a las demás. En palabras más técnicas, existe
retroalimentación de la interdependencia entre todas las economías.
Cooperación:
¿utopía o necesidad?
Al generalizarse en el año 2002 los regímenes de flotación en el Mercosur, la mayor
compatibilidad cambiaria evita las externalidades negativas derivadas de la forma
diferenciada de enfrentar los shocks externos. Sin embargo, la situación óptima puede
estar lejos todavía. En otras palabras, ya no hay regímenes antagónicos que "per
se" vayan a provocar dificultades adicionales a los países, pero la flexibilidad
cambiaria no está exenta de riesgos. Si los países no estuvieran preparados
institucionalmente o equivocaran el manejo de las políticas monetarias, los resultados
pueden ser contraproducentes. Por lo tanto, el alto nivel de interdependencia enciende una
alarma adicional al uso irresponsable del régimen cambiario flexible cuando hay
externalidades o efectos derrame sobre los socios. En otras palabras, en un contexto de
interdependencia no sólo los agentes económicos internos están interesados en la
política monetaria del país, también lo están los agentes económicos de los socios.
Entonces, 1) evitar el sesgo inflacionario por razones internas que dañan la credibilidad
y la integración y 2) evitar las devaluaciones competitivas que perjudican la
integración comercial, son motivos adicionales importantes para justificar la
cooperación macroeconómica como tecnología de compromiso.
La cooperación no debería detenerse solamente en la fijación de metas para variables
macroeconómicas fundamentales como se proponía anteriormente (cuando en la Argentina
regía la convertibilidad), ni tampoco debería apresurarse a converger hacia una eventual
fijación cambiaria intra Mercosur o hacia una moneda regional única. Queda un amplio
espacio intermedio como campo de cooperación adicional que debería ser prioritario,
vinculado a la cooperación en la regulación prudencial de las fuentes de volatilidad
externa.
Sin embargo, cuando existe un contexto de interdependencia no es fácil realizar la
regulación prudencial del flujo de capitales individualmente. Se puede demostrar, en base
a conceptos de la teoría de los juegos, que en un contexto de alta interdependencia la
regulación prudencial de los flujos de capitales es efectiva sólo si los países
coordinan sus acciones.
(1)
Extracto del documento preparado por Hernán Lacunza, Jorge Carrera, Martín Cicowiez,
Marcelo Saavedra y Hernán Sarmiento, en el Centro de Economía Internacional (CEI),
Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Buenos Aires, abril
de 2003. |
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