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Política fiscal
La positiva evolución macroeconómica registrada en el año 2004 permitió una
significativa mejora de las cuentas fiscales de los países de la región. Al término del
año 2004, los gobiernos centrales registraron un superávit primario del 2,2% del PIB
como promedio ponderado, lo que se compara con un superávit del 1,6% en 2003; en cambio,
si se toma en cuenta el déficit global, es decir si se consideran los intereses de la
deuda pública, el déficit pasa de -1,8% a -0,9% del PIB. Se estima que en 2005 se
mantendrán estos niveles de superávit primario, pero se prevé un aumento del déficit
global, que respondería al alza del pago de intereses de la deuda pública.
La mejora del resultado fiscal de 2004 obedece a que mientras los ingresos han
evolucionado en consonancia con el nivel de actividad, incrementando su relación en
términos del PIB en comparación con el año 2003, los gastos se mantuvieron constantes
respecto del PIB, ambos como promedio ponderado. Dado que el mayor nivel de actividad
influye en los ingresos fiscales, no sólo por el incremento de la base imponible sino
también por el mayor grado de cumplimiento tributario, el crecimiento económico más
elevado tuvo importantes efectos en la recaudación tributaria.
Varias reformas y decisiones se conjugan en la determinación del resultado fiscal, que
está relacionado con la aplicación de normas macrofiscales, el compromiso del gobierno
de prolongar el superávit fiscal a mediano plazo y decisiones sobre ingresos y gastos
aprovechando la coyuntura favorable.
Política
cambiaria
Entre los meses de diciembre de 2003 y de 2004, las monedas de América Latina y el Caribe
se mantuvieron casi sin cambios en términos reales efectivos respecto del resto del
mundo, mostrando una apreciación de apenas 0,2%. América del Sur presentó una
apreciación media de 0,8% del tipo de cambio real efectivo extrarregional, en el que no
se incluye el comercio con otros países de la región. Los países de Centroamérica, el
Caribe y México, cuyo principal interlocutor comercial es Estados Unidos, acusaron en
conjunto una muy leve depreciación cambiaria real (0,3%) efectiva respecto de las monedas
extrarregionales. Si se calcula el tipo de cambio real efectivo extrarregional de los
países ponderándolo por su PIB, caso en el cual Brasil, México y Argentina constituyen
el 75% del ponderador, la región registró una apreciación real de 2,3% con respecto a
las monedas extrarregionales.
En esta evolución regional influyó la favorable situación de la balanza de pagos de los
países de América Latina, consecuencia de la mejora de los términos de intercambio y
del aumento de la demanda externa de productos básicos que supuso el dinamismo de la
economía china. En un contexto de baja inflación, que permitió adoptar políticas
monetarias más expansivas, varios bancos centrales de la región acumularon reservas
internacionales, apuntando a reducir la apreciación nominal de sus monedas.
Tanto en 2004 como a principios de 2005, el tipo de cambio real efectivo extrarregional de
América Latina y el Caribe se ha mantenido alto con respecto a los niveles observados en
la década de 1990. Durante los primeros cinco meses de 2005, el tipo de cambio real
efectivo extrarregional disminuyó (se apreció) en promedio 4,2% respecto a diciembre de
2004. La apreciación real efectiva respecto de las monedas extrarregionales fue
generalizada, tanto en América del Sur como en Centroamérica, Caribe y México.
Política
monetaria
La política monetaria de la región ha debido enfrentar desafíos distintos a los de
años anteriores. Los ingentes recursos externos, provenientes tanto del ascenso de las
exportaciones como del ingreso de capitales, han impulsado la apreciación de las monedas
nacionales. Para evitar que ésta sea excesiva, los bancos centrales intervinieron en los
mercados de cambios, comprando divisas para sostener su cotización. A su vez, a fin de
disminuir las presiones inflacionarias que esta estrategia provocaba, las autoridades
monetarias debieron esterilizar el alza de la liquidez mediante operaciones de mercado
abierto. Asimismo, los bancos centrales tendieron a aumentar las tasas de interés, a
instancias de lo hecho por la Reserva Federal de los Estados Unidos, pero a un ritmo
lento. Por lo tanto, su nivel ha seguido siendo relativamente bajo en términos
históricos.
El control de la inflación sigue siendo el principal objetivo de la política monetaria.
Sin embargo, la actual contingencia determina que algunos bancos centrales deban perseguir
objetivos múltiples y elegir entre dos y hasta tres opciones de política, es decir,
evitar la apreciación excesiva de la moneda, el incumplimiento de las metas de inflación
y el aumento del déficit cuasi fiscal debido a las operaciones de esterilización
monetaria. Incluso podría agregarse un cuarto objetivo, a saber, mantener un diferencial
estable entre las tasas de interés internas y las internacionales. En los últimos meses,
la mayoría de los países ha presentado un aumento de las tasas reales activas, inherente
a la inversión del ciclo iniciada por la Reserva Federal de los Estados Unidos en junio
de 2004 y seguida por los bancos centrales de la región.
(1)
Extracto de "Estudio económico de América Latina y el Caribe", de la Comisión
Económica de América Latina y el Caribe (CEPAL-ONU), Santiago de Chile, julio de 2005. |
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