Informe Económico de Coyuntura

Nº 261 - Marzo 2006 - AÑO 24

 ANALISIS GLOBAL

Las preocupaciones por el proceso inflacionario y las medidas de contención
Evolución del balance comercial

Las preocupaciones por el proceso inflacionario y las medidas de contención

Transcurridas las primeras semanas de 2006 y en el marco de proyecciones que indican la continuidad del ritmo de expansión económica, la principal preocupación oficial continúa siendo la evolución del proceso inflacionario, teniendo en cuenta que a lo largo de 2005 los precios al consumidor aumentaron 12,3%.

En tal entendimiento, las autoridades formalizaron una serie de acuerdos de precios con entidades empresariales y con firmas líderes, especialmente referidos a bienes con fuerte incidencia en la canasta básica de consumo. El objetivo principal consiste en moderar los registros inflacionarios, en particular en el muy corto plazo, para desactivar expectativas de aceleración en el alza de los precios, por un lado, y evitar demandas de aumentos salariales desmedidas, por el otro.

De allí que la suba de 1,3% de los precios al consumidor en enero del año en curso haya sido interpretada como una señal positiva, considerando además que el rubro de alimentos y bebidas experimentó una suba menor (0,9%). Por otra parte y como era previsible por razones estacionales, el mayor aumento de precios se verificó en el rubro de esparcimiento (7,2%), de manera que este solo ítem explica la mitad del incremento del nivel general de precios al consumidor en enero.

De todas maneras, la efectividad de los acuerdos de precios como mecanismo antiinflacionario ha demostrado, históricamente, sus debilidades cuanto más se prologan en el tiempo. Por tal razón resulta imprescindible sostener una política macroeconómica consistente, tanto con el objetivo de mantener el crecimiento productivo como de controlar el proceso inflacionario. En este terreno juegan un papel relevante las políticas fiscal y monetaria, en particular la primera, ya que la política monetaria –básicamente el nivel de la tasa de interés– tiene menor efecto sobre la demanda agregada en razón del bajo nivel actual de stock de crédito al sector privado como proporción del PIB (alrededor de 10%).

En consecuencia, la disciplina fiscal adquiere un protagonismo central en la política antiinflacionaria desde, al menos, dos puntos de vista. En primer lugar, porque un elevado superávit fiscal primario actúa, efectivamente, como moderador de la demanda de bienes de consumo, al tiempo que da señales positivas sobre el rumbo económico. En segundo lugar, porque dicho superávit puede contribuir también a facilitar el proceso de mantenimiento del tipo de cambio elevado, sin que la totalidad del objetivo quede en manos del Banco Central a través de la compra de divisas con emisión y los costos de la consecuente absorción monetaria o bien, sus eventuales efectos inflacionarios.


En tal sentido, las autoridades han dado instrucciones para que el gasto público se limite estrictamente a las pautas presupuestarias, aún cuando la recaudación tributaria aumente por encima de lo proyectado en el Presupuesto 2006. En enero último, por ejemplo, los ingresos fiscales superaron en 26,8% a los registrados en enero de 2005 y estimaciones no oficiales –por caso el Relevamiento de Expectativas de Mercado que efectúa el Banco Central– apuntan a que la recaudación para todo el año 2006 podría superar en aproximadamente $ 6.500 millones el monto previsto en el presupuesto del año en curso.

También un episodio inesperado –la aparición de un foco de fiebre aftosa en la provincia de Corrientes– puede tener algunos efectos depresivos sobre el precio de la carne vacuna y por lo tanto, jugar a favor, en el corto plazo, de la contención inflacionaria. Ello es así, en virtud de que varios países han suspendido las compras de carnes argentinas, aunque en la mayoría de los casos sólo a las provinientes de la provincia donde se originó el problema. De todas maneras y más allá de su eventual ayuda a la contención de precios, el tema sanitario es una señal negativa en el mediano y largo plazo, en virtud de la conveniencia para la economía argentina de ampliar sostenidamente sus niveles de exportación.

Finalmente, cabe señalar que, más allá de aspectos específicos, el origen más profundo de la cuestión inflacionaria guarda vinculación con la fuerte alteración de precios relativos que se produjo como consecuencia de la devaluación de principios de 2002, que afectó a los rubros no transables, básicamente a los servicios. Posteriormente, y en la medida que la economía alcanzó altos niveles de crecimiento, dichos servicios han comenzado a mejorar su posición de precios relativos, proceso que se mantendrá seguramente a lo largo de 2006, a juzgar por las proyecciones de continuidad de la fase de expansión productiva.

Evolución del balance comercial

Las cifras del intercambio comercial argentino de bienes en el año 2005 presentaron los siguientes resultados principales, según datos provisionales del INDEC:

las exportaciones sumaron u$s 40.013 millones, aumentando 16% respecto del año anterior, debido a subas de 15% en las cantidades físicas y de 1% en los precios;

las importaciones fueron de 28.692 millones, con un alza de 28%, a raíz de incrementos de 21% en las cantidades y de 6% en los precios, y

el superávit comercial resultó así de 11.322 millones, nivel inferior en 6,5% al registrado en 2004.

Cabe destacar que se observaron significativas caídas de los precios e importantes aumentos de las cantidades en las exportaciones de productos primarios (-9% y 26%, respectivamente) y de manufacturas de origen agropecuario – MOA (-6% y 17%). Las reducciones de precios se verificaron especialmente en los rubros del complejo sojero, tras los elevados niveles de los años anteriores.

A su vez, el fuerte incremento de las importaciones reflejó la mayor demanda originada en el aumento del nivel de actividad económica interna.

Resulta en principio satisfactorio que se haya mantenido un nivel importante de superávit, habida cuenta de las tradicionales fases cíclicas de la economía argentina, cuando el crecimiento provocaba mayores importaciones que daban lugar a un déficit comercial, el cual llevaba a una contracción de la actividad que redujera las compras al exterior.

Por el lado de las exportaciones, sobresalió el avance de las manufacturas de origen industrial (MOI), que aumentaron su valor en 25%, seguidas más atrás por los productos primarios con 16%.

La composición de las exportaciones mostró este orden de magnitud relativa: MOA (33% del total), MOI (30%), productos primarios (20%) y combustibles y energía (17%).

Los principales productos exportados en términos de valor absoluto fueron harinas y “pellets” de soja, petróleo crudo, porotos y aceite de soja, automóviles, maíz, gasolinas, trigo, gas de petróleo y carnes bovinas.

Por el lado de las importaciones, se destacaron los aumentos en bienes de capital (33%) y sus piezas y accesorios (32%), así como en bienes intermedios o insumos (20%).


En la estructura de las importaciones participaron principalmente los bienes intermedios (36% del total), bienes de capital (25%), sus piezas y accesorios (17%) y bienes de consumo (11%).

Los principales productos importados considerando su valor fueron los relacionados con el complejo automotor, teléfonos celulares, máquinas para procesamiento de datos, productos energéticos, insumos para la industria metalúrgica, plástica y el agro y medicamentos.

De lo arriba expuesto se desprende que en las exportaciones –a diferencia de las importaciones– predominan los productos primarios o con bajo grado de elaboración (principalmente productos básicos o “commodities”), a pesar de la recuperación mostrada en 2005 por las MOI, o sea, los bienes con mayor valor agregado.

En cuanto al destino de las exportaciones, se ha observado una mayor diversificación, aumentando las colocaciones en destinos no tradicionales como Sudáfrica, Medio Oriente y países del este europeo, a la vez que disminuyeron en proporción las dirigidas a Brasil. De todos modos, las exportaciones al Mercosur representaron 19% del total, seguidas por la Unión Europea (17%), países asiáticos (16%), el Nafta (15%) y Chile (11%), como principales destinos.

El resultado del comercio argentino con las distintas zonas resultó positivo en todos los casos, a excepción del Mercosur, influido por el importante déficit bilateral con Brasil por aproximadamente u$s 3.700 millones.

Finalmente, cabe apuntar que además de diversificar los productos exportados, se halla pendiente aún una mayor diversificación de los destinos y también de las empresas exportadoras, dada la aún escasa participación de las PyME.