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Una vez más, como otras en la historia económica
argentina, una sostenida reactivación de la economía coexiste con un incremento
de la demanda de carne que promueve el aumento de los precios y la consecuente
preocupación gubernamental por la incidencia de los mismos en los índices. La decisión
de cerrar las exportaciones se vincula con el peso de la carne en los índices de precios
y con el comportamiento de los precios de los productos alimenticios, de los que la carne
forma parte, y cuya variación en el mes de febrero duplicó el del nivel general del
índice de precios al consumidor (1,0 % de variación de los productos alimenticios frente
a 0,4% del nivel general). La carne representa 4,5% del índice minorista.
La medida de suspensión de las exportaciones (Resolución 114 del Ministerio de
Economía), se adoptó en el marco de negociaciones fracasadas entre el Gobierno y el
sector exportador para lograr detener y aún reducir el precio del producto y cuando el
kilo vivo de novillo en el Mercado de Liniers alcanzó a $ 2,948, el máximo precio del
año.
Según datos del INDEC, el índice de precios al consumidor durante 2005 se incrementó en
12,3%, pero el precio de la carne subió 21,3%. Hay que señalar que durante 2005 el
consumo por habitante bajó ligeramente en relación con 2004 (61 contra 63 kilos por
habitante al año).
A principios de 2006 se habrían combinado dos elementos que presionaron sobre los
volúmenes demandados: el incremento de la demanda interna y una
excepcional situación en el mercado internacional que aúna factores
circunstanciales con otros estructurales, para dar como resultado un incremento de las
cotizaciones y una distinta composición de esa demanda. En efecto, la aparición de la
aftosa en Brasil y la gripe aviar en Europa constituyen elementos coyunturales que inciden
sobre la preferencia europea y rusa por las carnes argentinas. Este último país
prefiere, además, los cuartos delanteros, incrementando la proporción de la demanda que
compite directamente con el consumo interno y tendiendo a borrar la diferenciación de
productos que caracterizaba a los mercados: el mercado interno predominantemente
consumidor de cuartos delanteros de animales livianos y el mercado externo, demandante de
cuartos traseros de animales pesados. El incremento de la demanda de carne de países en
acelerado ritmo de crecimiento, como China, constituye, en cambio, un factor de incremento
de la demanda internacional más estructural.
En el primer mes del año en curso las exportaciones de carne bovina
cayeron 5% en relación con el mismo mes de 2005, pero crecieron 27% en divisas, hecho que
ilustra los efectos de la presión de la demanda internacional sobre los precios. Es
posible que la baja en la cantidad exportada haya estado relacionado con la
implementación del Registro de Exportadores, medida que junto al aumento
de las retenciones, que pasaron del 5 al 15%, habían sido tomadas para
controlar el precio interno de la carne.
La suspensión de las exportaciones, podría agregar alrededor de 700.000 toneladas -en
2005 se exportaron 757.000 toneladas- a una faena para consumo interno que está alrededor
de los 3 millones de toneladas. Cabe destacar que la faena para exportación en la
Argentina representa alrededor de 33%.
La oferta de carne se mantiene estancada. La primera causa por la que
esto es así radica en la expansión de la agricultura, que compitió favorablemente con
la ganadería como consecuencia del incremento de los precios internacionales de los
granos, en particular de la soja y que condujo al, por muchos criticado, auge sojero. Sin
embargo, según analistas del sector, a pesar de que la ganadería perdió en los últimos
años alrededor de 8 millones de hectáreas a favor de la agricultura, el stock de ganado
no se habría visto afectado y se estima estabilizado entre 55 y 56 millones de cabezas,
poniendo de manifiesto un significativo incremento de la productividad de
la actividad.
Una expansión adicional de la actividad requeriría de nuevas inversiones que, a su vez,
sólo se realizarían ante la convicción de que la expansión de la demanda y la mejora
de los precios ganaderos ha llegado para quedarse. En esta dirección se inscribe la
mencionada línea de préstamos a tasa subsidiada, aprobada por el Banco
Nación para la actividad. Es necesario tener en cuenta en el análisis del comportamiento
de la oferta, la tensión que existe a causa del doble carácter del ganado como
bien de consumo y de inversión, tensión que puede resultar en un proceso de retención
ganadera o, por el contrario en uno de liquidación, según se interprete un ascenso de
los precios, la tendencia en la que se inscribe y su probable duración.
Obviamente, medidas como la adoptada -suspensión de las exportaciones-, tendientes a
reducir el precio de la carne, no actúan estimulando las inversiones. Probablemente deban
interpretarse como medidas transitorias encaminadas a promover el logro de acuerdos en el
marco de negociaciones con el sector ganadero, hoy suspendidas.
A nivel gubernamental estarían en estudio distintas medidas adicionales.
En relación con el Mercado de Liniers, que pese a canalizar alrededor del 18% de las
ventas de ganado, actúa como referencia nacional de precios, el Ministerio de Economía
estaría reconsiderando la prórroga de la concesión que venció en septiembre de 2005 y
que había sido acordada mediante una carta de intención firmada por el secretario de
Agricultura extendiéndola hasta 2010, debido a su escasa transparencia. También estaría
en estudio la recreación de la Junta Nacional de Carnes u otra estructura similar.
Cuotificar en forma permanente la exportación de carne, una vez levantada la actual
prohibición total de exportación es otra de las medidas bajo análisis.
Finalmente, un llamado realizado por el Presidente de la Nación a los consumidores en el
sentido de evitar la compra de carne mientras el precio de la misma permanezca elevado,
puede tener una efectividad contundente sólo a muy corto plazo. El nivel de precios en el
que se ubican los sustitutos de la carne vacuna es demasiado elevado como
para tolerar un desplazamiento de la demanda. Más aún, es pertinente considerar la
posibilidad de que parte de la presión del consumo interno sobre la carne, provenga de
una ventaja comparativa frente a esos sustitutos. |