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El 2005 será el tercer año consecutivo de crecimiento de
América Latina y el Caribe. Se estima que el PIB tendrá una expansión de alrededor de
un 4,3%, lo que supone un aumento del PIB per cápita cercano al 3%. Para el próximo año
se proyecta una prolongación de la fase expansiva del ciclo económico, aunque a una tasa
algo inferior (4,1%). Si estas proyecciones se confirman, la tasa de crecimiento medio del
período 2003-2006 será levemente superior al 4%, mientras el PIB per cápita habrá
acumulado un aumento cercano al 11%. Desde una perspectiva histórica, el período de
crecimiento que atraviesa América Latina y el Caribe constituye un hecho sumamente
positivo. Sin embargo, la mayor parte de los países de la región está creciendo menos
que otras regiones del mundo, en algunos casos incluso menos que los países
desarrollados.
Cabe resaltar que en un marco de crecimiento generalizado destaca la evolución de las
economías de América del Sur y, en menor medida, de las economías del Caribe cuyos
niveles de actividad se han expandido más rápidamente que los de Centroamérica y
México. Entre los factores que explican las diferencias observadas entre una subregión y
otra, sobresale la evolución de los términos del intercambio, que durante el 2005
mejoraron un 4,8% en promedio en toda la región. Su evolución ha sido sumamente
favorable para los países sudamericanos y, en menor medida, para México, mientras que
los países de Centroamérica, importadores netos de petróleo y competidores de China en
el mercado estadounidense de productos textiles, no solo han sufrido un deterioro de los
términos del intercambio sino que además han visto reducida la tasa de incremento de las
ventas externas en términos reales.
Las exportaciones, fomentadas por un contexto internacional favorable, son uno de los
elementos más dinámicos de la demanda; de hecho, la tasa de crecimiento del volumen
exportado muestra un promedio regional cercano al 8%. Con algunas excepciones, las mayores
tasas de crecimiento tienden a localizarse en América del Sur y las menores en México y
Centroamérica.
La combinación de una expansión, sumada al efecto de las remesas, del volumen de
exportaciones y de la mejora de los términos del intercambio ha dado origen a lo que
podría considerarse la característica más distintiva de este período de crecimiento
económico: su coincidencia con un superávit creciente en la cuenta corriente de la
balanza de pagos, hecho que no tiene precedentes en la historia económica de la región.
Se estima que en el año 2005 el saldo de la cuenta corriente será positivo y equivalente
al 1,3% del PIB, nivel aun mayor que los excedentes registrados en los dos años
anteriores (0,9% en el 2004 y 0,5% en el 2003).
Otro de los motores del crecimiento ha sido la inversión, ya que la formación bruta de
capital fijo aumentó un 10% en el conjunto de la región, también en este caso con
marcadas diferencias entre las subregiones. Sin embargo, en casi toda la región la
inversión, expresada como porcentaje del PIB, sigue siendo muy baja e insuficiente para
producir un crecimiento que permita resolver los persistentes problemas laborales y de
bienestar en general. De todos modos, el mejoramiento de las condiciones en que se mueven
las economías de la región está comenzando a influir favorablemente en los mercados de
trabajo, puesto que el aumento del empleo atribuible a la sostenida expansión de las
economías, que se suma a un menor dinamismo de la oferta de mano de obra, en cierta
medida derivado de la menor incorporación de jóvenes al mercado de trabajo, ha hecho
posible una reducción de la tasa de desempleo del 10,3% al 9,3%; este descenso se da en
el marco de un incremento de la proporción de empleo formal en la región, lo que pone de
relieve la importancia de un crecimiento económico elevado y sostenido para la mejora de
las condiciones laborales y sociales.
Los gobiernos de la región están aprovechando esta coyuntura favorable para mejorar las
cuentas públicas. Mientras los ingresos fiscales se elevan, impulsados por el aumento del
nivel de actividad y el efecto de los altos precios de algunos de los productos básicos
que la región exporta, la mayor disponibilidad de recursos no se ha traducido en mayores
gastos, lo que es poco habitual en la región. Por el contrario, los crecientes excedentes
que surgen del balance primario (1,1% del PIB como promedio simple del 2005, en
comparación con un 0,7% en el 2004) se están utilizando para reducir el endeudamiento
público en forma más acelerada que los países desarrollados (que en rigor están
intensificando su endeudamiento) y que las demás economías emergentes.
Por otra parte, el proceso de apreciación de las monedas de casi todos los países de
América Latina y el Caribe ha comenzado a despertar cierta inquietud. Si bien existe
cierto margen para que la política cambiaria y la política monetaria influyan a corto
plazo en el tipo de cambio real, tanto por consideraciones teóricas como por la
experiencia histórica queda en evidencia la dificultad de utilizar este mecanismo como
instrumento para fomentar la competitividad a largo plazo. Para ello sería necesario
elevar la productividad, mediante un alza de la inversión en capital físico y humano y a
partir de un realce de la calidad de los productos y de un incremento de su grado de
elaboración, complementados por una continua incorporación de innovaciones.
En el 2006, se prevé que la región vuelva a crecer a una tasa similar aunque ligeramente
más baja que la de este año. Como ya se ha dicho, el crecimiento proyectado de la
región es de un 4,1%, lo que se traduciría en un aumento de alrededor de un 2,5% del PIB
per cápita. Se prevé que la tasa de inflación de la región se mantenga estable, en el
mismo nivel del 2005, en torno al 6%.
(1)
Síntesis del informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL-ONU), Santiago de Chile, 2006. |
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