Informe Económico de Coyuntura

Nº 264 - Junio 2006 - AÑO 24

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El ciclo expansivo regional y los desafíos para la competitividad (1)

El ciclo expansivo regional y los desafíos para la competitividad (1)

El 2005 marca el tercer año consecutivo de crecimiento de América Latina y el Caribe, con un aumento del PIB estimado en 4,3%, lo que supone un alza del PIB per cápita cercana al 3%. Para 2006 se proyecta una prolongación de la fase expansiva del ciclo económico aunque a una tasa algo inferior (4,1%). Si estas proyecciones se confirman, la tasa de crecimiento medio del período 2003-2006 será levemente superior al 4%, mientras el PIB per cápita habrá acumulado un aumento cercano al 11%.

Aunque desde una perspectiva histórica el período de crecimiento que atraviesa la región es muy positivo, debe tenerse en cuenta que la mayor parte de los países crece menos que otras regiones del mundo. En algunos casos incluso menos que los países desarrollados.

Si bien esta circunstancia está influida por el menor dinamismo de las dos economías más grandes de la región, no es menos cierto que subsisten problemas que condicionan la capacidad de algunos países de aumentar su tasa de crecimiento.

La combinación de la expansión del volumen de exportaciones y de la mejora de los términos del intercambio, especialmente en algunos países de América del Sur, sumada al efecto de las remesas, origina la característica más distintiva de este período de crecimiento económico: su coincidencia con un superávit creciente en la cuenta corriente de la balanza de pagos, hecho sin precedentes en la historia económica de la región. Se estima que en el año 2005 el saldo de la cuenta corriente fue positivo y equivalente al 1,3% del PIB, nivel aún mayor que en 2004 (0,9%) y en 2003 (0,5%).

Sin embargo, mientras en América del Sur el superávit de la cuenta corriente representaría el 3,0% del PIB, en 2005 las proyecciones para Centroamérica y México apuntan a un déficit equivalente al 1,8% del PIB. En el Caribe, si se excluye a Trinidad y Tobago -exportador neto de petróleo-, el déficit de la cuenta corriente supera el 10% en los últimos tres años.

Otro de los motores del crecimiento ha sido la inversión, que aumentó un 10% el año pasado en la región, aunque con marcadas diferencias entre países. Pero la inversión, expresada como porcentaje del PIB, sigue siendo muy baja e insuficiente para producir un crecimiento que permita resolver los persistentes problemas laborales y de bienestar existentes en América Latina y el Caribe.

De todos modos, la mejor situación económica comienza a influir favorablemente en los mercados de trabajo. El aumento del empleo atribuible a la sostenida expansión de las economías se suma a un menor dinamismo de la oferta de mano de obra derivado de la menor incorporación de jóvenes al mercado de trabajo. Esto hizo posible una reducción de la tasa de desempleo desde el 10,3% en 2004 al 9,3% en 2005, en el marco de un incremento de la proporción de empleo formal.

Los gobiernos están aprovechando la coyuntura favorable para mejorar las cuentas públicas. Mientras los ingresos fiscales se elevan, la mayor disponibilidad de recursos no se ha traducido en mayores gastos, lo que es poco habitual en la región. Los excedentes que surgen del balance primario se están utilizando para reducir el endeudamiento público en forma más acelerada que en los países desarrollados (que en rigor están intensificando su endeudamiento) y que en las demás economías emergentes.

Por otra parte, el proceso de apreciación de las monedas de casi todos los países ha comenzado a despertar cierta inquietud. Creemos que existe algún margen para que la política cambiaria y la política monetaria influyan a corto plazo en el tipo de cambio real y que los bancos centrales debieran hacer uso del mismo.

Mientras persista el favorable contexto internacional será crecientemente difícil utilizar un tipo de cambio elevado para fomentar la competitividad a largo plazo. Es necesario acelerar el incremento de la productividad mediante un alza de la inversión en capital y la aplicación de una estrategia de políticas orientadas a mejorar la calidad de los productos, incrementar su grado de elaboración interna e incentivar la continua incorporación de innovaciones. Esto es indispensable para que la región sostenga una tasa de crecimiento que permita reducir los aún elevados niveles de desempleo y, por lo tanto, contribuya a mitigar los desequilibrios sociales que la aquejan.

(1) Artículo de José Luis Machinea, secretario ejecutivo de la Comisión para
América Latina y el Caribe (CEPAL-ONU), en "Notas de la CEPAL", Nº 44, Santiago de Chile, enero 2006.